FAMILIA

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Yakutat, Alaska.
Estados Unidos de América. 
Día 81,    09:22 hrs.

No había más que gente con rasgos apenas distinguibles a través del barro que les cubría la mayor parte del cuerpo. Lo curioso era que no había agua, ni un poco de agua para poder limpiarse, y todos tenían miedo de ir hacia la costa para asearse con el agua gélida del Pacífico debido a la alerta de tsunami repetitivo.

Los guardianes miraron a su líder por un momento, quien, con ojos cristalizados, miraba al frente y no a través de las ventanillas de la van, era evidente que el guardián del agua se debatía internamente entre ayudar a los humanos o no. Tenían completamente prohibido usar sus poderes si querían seguir con vida en el planeta Tierra.

Xiumin hizo un gesto de exasperación y golpeó la puerta del auto, logrando que el conductor se detuviera de inmediato. Bajó del vehículo, dándole una mirada reprobatoria a los demás guardianes y caminó entre la gente que se cubría con pesadas mantas para aliviar un poco el frío. Alzó sus manos e hizo aparecer una enorme fuente de agua congelada en medio de los asustados sobrevivientes.

¿Por qué ahora eran egoístas?

Xiumin lo entendía, también sentía rencor, pero no lo aceptaba del todo. Chen lo alcanzó y tomó su mano, también lo entendía y tampoco lo aceptaba. Al igual que Yeol, quien no tardó en unirse a ellos, mientras los demás esperaban dentro de la camioneta.

Yeol se adelantó hasta la fuente y con su fuego empezó a derretir la parte más alta del hielo. La gente retrocedió un paso instintivamente al ver las feroces llamas emergiendo de las manos del chico alto.

—Necesitamos un tazón gigante —Chen murmuró con ojos ilusionados, —¡Minmin, pon más hielo abajo!

El guardián del hielo creó lo que, en efecto, parecía un tazón gigante y lo mantuvo congelado mientras Yeol seguía derritiendo la punta superior.

Los humanos empezaron a comprender lo que sucedía y no tardaron en acercarse, muchos traían vasos o cualquier recipiente medio limpio que hubieran encontrado.

—Pueden beberla —Xiumin anunció a los humanos y algunos sonrieron agradecidos, otros parecieron dudar. Pese a saber que había ayudado, se sentía mal por no haber hecho lo suficiente. Cuando se giró para volver a la camioneta, Dyo estaba parado frente a él, pareciendo muy molesto.

—¿Por qué lo haces? —Dyo siseó con enojo— Piensa en los demás —le pidió, señalando a los otros guardianes en el auto—, los humanos tienen lo que merecen.

Xiumin negó, frustrado, estaba harto de la hostilidad, no habían viajado desde tan lejos para eso.

—¡No es cierto, no todos lo merecen! —gritó alzando sus manos y, sin su consentimiento, una daga de treinta centímetros de largo, tan gruesa como el palo de una escoba y con la punta tan afilada como una flecha, se disparó de su mano hacia la cabeza del guardián de la fuerza.

Cuando Xiumin notó lo que había hecho, movió su mano hacia su pecho, logrando que la daga retrocediera solo unos centímetros antes de alcanzar la espalda de Kai, que se había materializado en medio de ellos para proteger a su amado. La daga de hielo recibió una carga eléctrica que la hizo estallar en una fugaz lluvia, tan solo milímetros antes de alcanzar el pecho de su creador.

Xiumin escondió sus manos dentro de su abrigo y empezó a llorar, Chen no tardó en abrazarlo murmurando una y otra vez que había sido un accidente, porque aunque hubiera parecido un ataque, ellos dos sabían que había sido involuntario.

—Vámonos ya de aquí —Yeol los apresuró al notar que los humanos los miraban con miedo.

—No deberíamos ayudarlos —Baek dijo con un profundo rencor cuando los los cinco guardianes subieron de nuevo a la camioneta.

HUMANO ~EXO~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora