TSUNAMI

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Lay se detuvo. Su instinto le pedía correr, aunque no estaba seguro de en qué dirección. Namjoom también se detuvo, al lado del extraterrestre de rostro amable. En cuestión de segundos todo se había quedado en silencio en la jungla.

—Algo va a pasar —dijo Namjoom con voz casi inaudible, como si hablara para sí mismo.

No se escuchaba nada a su alrededor. Ni el ruido de las aves, ni el sonido que los animales creaban al remover los arbustos en el suelo, nada, ni siquiera el viento movía las hojas de los árboles; no había brisa y la sensación de temor, tanto del humano como del guardián extraterrestre, aumentó.

Frente a ellos, algo rompió el silencio; algo se acercaba a gran velocidad. El sanador se paralizó en su lugar. Namjoom quería echar a correr pero sabía que no podía dejar solo al guardián.

Entre los grandes arbustos se avistó una figura humana que corría hasta ellos, parecía un joven a penas mayor de edad, con el cabello negro cayéndole en la frente, un poco más bajo que ellos y con enormes y expresivos ojos que evidenciaban una gran sorpresa.

Dyo se detuvo, sin aliento, en los brazos que Lay extendió para que no cayera de bruces.

—Debemos irnos —dijo alarmado mientras tomaba una mano de Lay y con su otra mano tomaba la del militar que acompañaba al sanador. En ese momento, una segunda silueta humana salió de los arbustos, corriendo en dirección a los que mantenían sus manos unidas.

Kai se detuvo en la espalda de Dyo envolviéndolo en un abrazo desde atrás y todos desaparecieron.


* * *


El suelo se estremeció bajo los pies de Suho y de los pocos humanos en la base de Madagascar.

Un humano delgado y con gafas enormes en su rostro entró a toda prisa y se detuvo frente a Jung Min.

—Se ha adelantado... una placa... levantó otra... la onda... en cualquier minuto —balbuceó con gotas de sudor cubriéndole el rostro. Jung Min asintió y miró a Suho, quien se había quedado en la sala con los agentes humanos en lugar de correr dentro de la jungla, sabiendo que Lay volvería en cualquier momento. Además si salía, el guardián del agua corría el riesgo de no encontrar a su compañero y de paso perderse él mismo.

Suho detuvo su nerviosa marcha de un lado a otro y trató de poner su mejor rostro de seguridad. Se acercó una vez más a la pantalla y vio las imágenes en tiempo real que las cámaras mostraban sobre la playa más cercana. La marea se había empezado a concentrar mar adentro y una mayor porción de arena era visible, casi no habían olas en la orilla aunque una línea blanca se veía al fondo, la espuma de una enorme ola que se formaba en aguas más profundas.

Justo en el momento en que el guardián líder abrió su boca para exponer su plan, sus compañeros y un humano con uniforme militar aparecieron en la sala.

Kai, quien abrazaba a Dyo de espaldas como si lo protegiera de algo o alguien. El moreno abrió sus ojos, contento al notar que estaban dentro de la base, luego de dos previos intentos fallidos por llegar al lugar correcto.

Lay se movió de inmediato al lado de Suho, posicionándose a su izquierda. Suho llevó su mano hasta la de Lay y sus nervios fueron reemplazados por un cálido alivio en una milésima de segundo.

Kai dio un paso al frente.

—Mi especialidad son las distancias —dijo el guardián del planeta más grande en la Unión Interplanetaria —¿A dónde puedo llevarlos?

HUMANO ~EXO~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora