PRESA

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Svalbard, Noruega.
Día 34,   01:44 hrs.

Guiados por uno de los lobos más grandes, los guardianes encontraron la causa de la muerte de los canes: desperdicios tóxicos.

Xiumin intentó acercarse un poco, pero Yeol lo detuvo. Había una pila de barriles semi enterrados en la nieve y algunos goteaban como si tuvieran agujeros. Los depósitos tenían un logotipo negro que rezaba "peligro biológico", en un idioma que no habían escuchado antes. Los desperdicios estaban claramente abandonados en las desiertas montañas nevadas, muy al norte en Noruega. El líquido oscuro y verdusco se le hizo familiar al guardián del fuego, en su planeta era común encontrar charcos de un material parecido y si no acababa en explosiones por un fuego descuidado, terminaba matando a aquel que hiciera algún tipo de contacto con la materia.

Por el sur, una especie de carruaje remolcado por enormes perros con grueso pelaje de color caramelo y blanco avanzaba hacia ellos. Al acercarse más, vieron a un humano conocido conduciendo el extraño medio de transporte. Los lobos corrieron en dirección opuesta incluso antes de que el trineo estuviera a la vista.

—¿Qué están haciendo aquí? ¿Qué clase de inconsciente lo trae a él, especialmente a él, aquí? —Hongbin gritó a través de su cubrebocas, apuntando al guardián de la luz en cuanto aparcó junto a ellos. 

El humano estaba furioso. En cuanto vio en el radar que el punto rojo que pertenecía al guardián de la luz brillaba a la mitad de potencia que los otros se alarmó y al darse cuenta del lugar exacto en el mapa en donde brillaban esos cuatro puntos rojos, casi se muere de un paro cardíaco. Usó todos los medios a su disposición para alcanzarlos y sacarlos de la zona verde lo más pronto posible, antes de que algo muy malo pudiera suceder. 

Diez años atrás, la Organización Mundial del Medio Ambiente había dado a conocer un mapa mundial dividido en zonas de colores. Todas las zonas que no eran de color blanco, es decir, la mitad, habían sido consideradas inhabitables dada su contaminación. Las zonas verdes, azules y rojas eran las más peligrosas. 

Los guardianes lo miraron, sin comprender, Hongbin se veía más delgado, llevaba sus manos vendadas y cubiertas por gruesos guantes. Además tenía varios cortes en su rostro sonrojado por la furia, el frío o ambos.

Yeol bajó su mirada, apenado, sin tener una buena excusa. Porque "hago todo lo que él me pida" no iba a sonar bien.

Baek no pudo contener un estornudo y la mirada de Hongbin se endureció.

—Yo sé que no soy alguien con autoridad, pero te aconsejaría mantenerte lejos de él por el momento —dijo Hongbin, mirando a Xiumin con una de disculpa en sus ojos.

—¿Qué? Él no... —dijo Chen bastante molesto por la clara acusación, pero Hongbin lo interrumpió.

—Sí, el sí —dijo Hongbin con un apesadumbrado suspiro. —Y lo saben.

Baek miró sus botas blancas de nieve. Cuando Xiumin lo había abrazado minutos atrás, como lo hacen todos los buenos amigos al encontrarse, sintió el hielo de su amigo recorrerle el cuerpo. Pero sabía que no había sido a propósito, no lo había atacado. Es solo que... Xiumin era así. Frío. Su aliento también era frío, así como el de Yeol era caliente, pero nadie podía culparlo por ser lo que era. 

Y tampoco era justo que no les permitieran estar juntos.

—Vamos —Hongbin ordenó. Subió a los guardianes a su extraño carruaje y los sacó de ahí.

* * *

Departamento de Defensa Continental Asiático.
Pekín, China.
Día  40,   15:34 hrs.

HUMANO ~EXO~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora