LOS CELADORES DE LA LUZ

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Yucatán, México.                                                                                                                                                                Día 79,   03:51  hrs.


El guardián del viento observó el cielo desde la ventana. Las nubes negras se arremolinaban sobre el edificio. Truenos y relámpagos hacían sus apariciones de forma violenta, el granizo en la tormenta empezó a impactarse contra todas las superficies que alcanzara. Los estragos de la tormenta estaban siendo arrastrados colina abajo por la misma. Hasta que, inesperadamente, todo se detuvo, las gotas de lluvia se detuvieron antes de chocar contra el suelo y los relámpagos se hicieron eternos, como un foco iluminando todo el desastre. Sehun sintió temor, sabía que lo que estaba sucediendo nada tenía que ver con él. Dirigió su mirada hacia la cama en donde se encontraba el guardián del tiempo y dio un pequeño salto.

Los ojos de Tao estaban abiertos y eran completamente blancos, iluminaban la habitación de una forma parecida, pero más potente, a la energía de Lay.

Sehun corrió hasta alcanzar la mano de Tao, Kris ya estaba ahí también y, en un parpadeo, el mundo se disolvió.

Tao los había llevado a otro lugar y tiempo involuntariamente.

Sehun giró en redondo, era un lugar completamente desconocido. Delante de ellos una armada completa de hombres muy altos marchaba a paso rápido hacia una fortaleza, algo muy parecido a un castillo. Los humanoides que avanzaban, todos vestidos de negro, se parecían mucho a los humanos. El guardián del viento reconoció a los voladores y luego divisó al supremo líder de los trece planetas encabezando un segundo pelotón compuesto por los controladores del agua.

Tao echó a correr hacia la fortaleza y Kris corrió tras él. Al nuevo telequinista no le quedó más opción que seguirlos a través de la aplastante oscuridad. Miró al cielo por un segundo; había una infinidad de estrellas que lo iluminaban, había estrellas tan cerca, que pensó que podría alcanzarlas.

Al acercarse más a la oscura fortaleza, Sehun pudo divisar un camino hecho de diminutas esferas de luz, como si de luciérnagas se tratara. Tao corría siguiendo el camino de pequeños e hipnotizadores destellos, al llegar a un punto del alto muro se giró hacia Kris y señaló a lo alto del edificio; el volador asintió una vez y luego se giró hacia Sehun, le señaló un punto en el muro, pero el guardián del viento no lo entendió hasta que notó que Tao se alejaba para tomar impulso, corría, saltaba hacia el muro y trepaba por él con la facilidad con que lo haría un pequeño reptil. Kris voló, siguiendo a su compañero y Sehun los siguió. Buscó el poder de Luhan y lo sintió en el fondo de su pecho. Se concentró un poco y sus pies se elevaron del suelo, llevándolo con los otros guardianes.

Atravesaron la fortaleza con tanta facilidad que Sehun llegó a pensar que estaba vacía. Estaban a punto de ser atacados y tenían sus muros sin defensas. ¿En dónde estaban los habitantes de ese desconocido lugar?

Un humanoide de piel completamente blanca, ojos de esquinas caídas y mirada triste apareció frente a ellos y pasó de largo, bueno, era claro que no los veía. Tao avanzó hacia una esquina y echó un vistazo, luego les hizo señas para que lo siguieran y los tres se adentraron más por el lugar atravesando pasillos oscuros que parecían conducir hacia el centro de la fortaleza.

Sehun abrió su boca por la sorpresa, dentro de una enorme bóveda de ladrillos había muchos otros humanoides de piel blanca. Todos estaban sentados en el suelo, formando un círculo alrededor de lo que podría ser una fogata, de no ser porque en vez de fuego, solo habían pequeñas esferas de luz contenida que asemejaban una galaxia en miniatura.

Tao escondió su rostro en el pecho de Kris y este lo abrazó con fuerza sin esconder su rostro angustiado. 

En un instante, los soldados voladores invadieron la bóveda, ingresando por puertas laterales. Los cuidadores de la luz deshicieron el círculo y las esferas de luz se expandieron por todo el lugar. Nadie se detuvo a charlar, parecía ser que la única misión de los voladores era aniquilar. Pero los habitantes del oscuro planeta no eran fáciles de alcanzar, se movían casi a la velocidad de la luz, desarmando a los voladores. Los creadores de luz dejaron a la mayoría de voladores inconscientes en el piso en cuestión de segundos. Se reagruparon y marcharon fuera de la bóveda, pero no tuvieron una oportunidad contra los demás soldados que los esperaban afuera, eran demasiados y parecían tener una vista muy aguda.

Sehun quería hacer algo, ansiaba tener un arma para ayudarlos a enfrentar a los invasores. Las esferas de luz iban apagándose una a una y él no podía soportarlo más, iba a unirse al bando en desventaja, pero cuando quiso adelantarse, notó que Kris y Tao lo sostenían uno  de cada brazo. Justo frente a ellos, el celador de la luz que usaba vestimenta de un color distinto a los demás cayó a manos del líder del agua. Kris negó de modo solemne, con sus ojos brillantes por las lágrimas que se agolpaban ahí.

—No puedes hacer nada —le dijo y, en ese instante, Sehun parpadeó. Volvió a la habitación del pequeño motel en México, en donde el huracán se esforzaba por arrancar el tejado.


*


Sehun salió del pequeño edificio y miró al cielo con un doloroso sentimiento de impotencia y pena por los nativos del planeta de la luz. Gritó al cielo enfurecido del planeta Tierra, le ordenó al viento que se alejara de la lluvia y en un instante el huracán se convirtió en una suave llovizna.

No pudo evitar que su mente reviviera la partida de Luhan cuando la muerte del líder de la luz estaba tan fresca en sus pensamientos. Ambos habían desaparecido después de reducirse a un montón de polvo brillante. Con el dorso de su mano, Sehun limpió sus lágrimas y sin intención paralizó las gotas de lluvia. Las pequeñas gotas se detuvieron a distintas alturas, privadas de alcanzar el suelo.

¿Como? —Kris murmuró al ver a Sehun, de pie en medio de las gotas de agua flotantes.

Sehun lo miró y se quitó la camisa mojada para mostrarle su pecho, en donde su marca de poder se había fusionado con la del poder telequinético.

—Luhan... —murmuró el volador con asombro. Desvió su mirada, pudo haberlo salvado, pero eligió salvar a Tao en su lugar, no podía evitar pensar que había formado parte de la destrucción del telequinista— Lo siento tanto.

Sehun asintió. Tragando el nudo en su garganta que no le permitía elaborar alguna palabra.

—¿Qué es eso? —preguntó Tao, señalando la mano de Sehun. 

Con asombro, Sehun se percató de que la extraña marca que había aparecido en su palma ahora brillaba con una tenue luz amarilla. Observó el trébol brillante y, como si en su luz estuviera escrita su historia, por fin comprendió lo que era. 

Creo que es lo que queda del poder de la tierra.

Kris le dio a Tao una mirada confidencial. Parecían comunicarse sin hablar y Sehun no se enteró de nada hasta que el volador habló.

—Debemos ir con los demás. ¿Sabes en dónde están? 

—Sí, por supuesto. 


* * *


Kai colocó a su hija sobre el pecho de Dyo y Youngjae los ayudó a sostenerla con ayuda de una manta enorme que los dejó unidos. Era lo que las madres nativas hacían con sus hijos para cargarlos y parecía la forma más segura para que el fuerte guardián llevara a su hija consigo y a la vez pudiera tener sus manos libres por si acaso.

Y "por si acaso" llegó luego de que Cha y Youngjae los llevaran cuarenta y seis kilómetros al sureste y se adentraran en la primer ciudad devastada por un tsunami



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Gracias por leer!

HUMANO ~EXO~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora