METAL

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Gangnam.
Seúl, Corea del Sur.
Día 34,   20:03 hrs.


—¿En dónde estamos, Jongin? —Kai sonrió de lado, le gustaba cuando Dyo lo llamaba por su nombre humano.

—Es un parque de atracciones —el teletransportador echó una mirada a su alrededor. El enorme lugar estaba lleno de mecanismos que solo había visto en la pantalla mágica informativa. —Pero está cerrado.

—Parece abandonado.

—Sí... —Kai siguió mirando, todas las atracciones parecían muertas. —¿Qué haces? Regresa —dijo, un poco asustado, cuando su acompañante se acercó a una cabina con dibujos de humanos terroríficos dando saltitos.

—No —Dyo se alejó más.

—Toma mi mano —Kai pidió, extendiendo su mano derecha hacia su compañero.

—No —el fuerte guardián repitió, con una sonrisa juguetona.

—Hablo enserio, Kyungsoo. Toma mi mano, vámonos de aquí —Kai dijo en voz baja, Dyo pudo notar el tono preocupado de su compañero y por fin se giró a verlo, estaba con la mano extendida a dos metros de él, medio oculto por las sombras de la estructura metálica que se alzaba a sus espaldas.

—¿Qué sucede?

—Hay alguien más aquí, puedo sentirlo —susurró, mirando en todas direcciones —Vámonos ya.

En el momento en que Kyungsoo giró hacia su derecha para ver lo que Jongin buscaba con su mirada, lo único que pudo distinguir fue un rayo de luz que impactaba directamente en su cabeza, solo un instante de luz y luego nada más.


* * *


El guardián de la fuerza despertó tres horas después, estaba recostado en algo suave rodeado de un olor familiar. Estaba en la habitación que compartía con Kai en la casa en Seúl. Abrió un poco sus ojos y se encontró con la mirada de su compañero de habitación, que estaba de pie en el umbral de la puerta, mirándolo con preocupación. Otra vez, un movimiento a su derecha captó su atención y, con una velocidad y fuerza inhumana, se levantó, tomando con su mano izquierda el cuello de quien le acechaba.

Suho alejo rápidamente a Lay del guardián de la fuerza. Kai saltó a la cama y aprisionó los brazos de su compañero desde atrás. Cuando Dyo estuvo a punto de aplicar su poder en contra de quien lo abrazaba, sintió unos labios que susurraron muy cerca de su oído.

—Estás a salvo aquí, relájate —Kai le pidió. Inmediatamente, Dyo sintió su cuerpo relajarse, pero Kai no lo soltó.

Frente a ellos, Suho sostenía a un muy lastimado Lay. El guardián de la fuerza prestó atención y notó que ellos hacían algo extraño; Suho hablaba muy suavemente al oído de Lay, parecía estar cantándole. La mano derecha del guardián del agua estaba en paralelo a la mano izquierda del guardián de la curación. Sus manos estaban muy cerca pero no llegaban a tocarse, porque algo al centro de estas les impedía unirse. Era como una pequeña bolsa transparente, llena de luz plateada y agua. Suho separó su mano y Lay llevó la extraña materia a su cuello enrojecido. La delicada piel humana del sanador absorbió la fusión de elementos y la huella de la palma de Dyo se desvaneció.

No supieron qué otra cosa extraña sucedió, porque Kai, aprovechando el contacto que aún tenía con Dyo, decidió llevárselo de ahí. En menos de dos segundos, ambos se encontraron en la tercera habitación de la residencia. Aquella que nadie había utilizado hasta ese momento. Kai recostó a su compañero en una cama, se sentó a la orilla de esta y observó con cierta ternura los agraciados rasgos del más fuerte. Levantó una mano para apartar un mechón de cabello de su frente. 

HUMANO ~EXO~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora