I M A G I N A S. #2 [EDITANDO]

Capitán América: Civil War Imagina. #1

—No me lo puedo creer... —Susurra mi hermana. — ¿A esto le llamas ser discreta? ¿Quieres que vengan a por ti?

Miro la noticia que señala en el periódico, y con rabia se lo quito de las manos.

—¡Fue sin querer! —Contesto tirando el periódico sobre la mesa. — Mira lo que pone: un instituto se congela, ¿son los inviernos en Canadá tan fríos como para hacer semejante obra?

—Absurdo. —Grita. — ¿En qué pensabas?

—Me estaban molestando. —Me defiendo. — Era eso o...

—¡Estoy flipando! —Me interrumpe.

—¡Lo siento! —Grito enfurecida. — ¿Cuántas veces quieres que me disculpe?

—Tranquila. —Susurra mi hermana alejándose de mí.

Miro hacia abajo, y veo lo que ha hecho que se asuste. Mis manos están llenas de fuego. Respiro hondo, tranquilizándome.

—Perdón, yo... —Murmuro haciendo que el fuego desaparezca. — No era mi intención, todavía no me controlo con ciertas emociones.

—Al menos congelaste el instituto en vez de quemarlo. —Bromea Lili acercándose a mí. — Lo siento, no debería de haberme puesto así.

Dejo que me abrace.

El timbre suena, haciendo que Lili se aparte de mí. Ella me mira, y yo me encojo de hombros.

—Será algún vecino pidiendo azúcar, no te preocupes. —Comento yendo hacia la puerta.

Sin quitar la cadena de seguridad, abro la puerta.

—Ostia. —Susurro al ver quién es.

Me giro para mirar a mi hermana, la cual ahora se acerca a mí al ver mi reacción.

—Creo que me he metido en un lío con los vengadores. —Susurro.

—Aparta. —Ordena.

Me echo a un lado y dejo que abra la puerta.

—Ostia. —Dice cerrando la puerta.

Las dos nos miramos, sin saber qué hace el Capitán América en nuestra puerta.

—Buenas tardes. —Saluda abriendo la puerta de nuevo. — Pase.

El Capitán América entra a nuestro piso, dedicándonos una sonrisa.

—¿Puedo sentarme?

—Por supuesto. —Contesto al ver que mi hermana no va a responder. — Por aquí.

Me siento delante de él, y mi hermana se coloca detrás de mí. Pone sus manos sobre mis hombros, y ambas esperamos a que diga algo. Al ver que no lo hace, decido preguntar.

—¿A qué se debe tu visita?

Él coge el periódico, y tras echarle un vistazo, nos señala el titular.

—Esto. —Contesta.

Me aclaro la garganta.

—Todo el mundo se pregunta cómo pudo pasar, hasta yo tengo mis dudas. —Digo con un tono indiferente.

—Voy a ser directo. —Comenta. — Sé que fuiste tú.

—¿Qué? —Pregunto sorprendida. — Eso es imposible.

—Controlas lo elementos, ¿no es así?

—No. —Esta vez es mi hermana la que contesta. — Por favor, si va a venir a decir tonterías, le voy a tener que pedir que se vaya.