Vikings Imagina. (Ivar) -Primera Parte. #8 [AVISO]

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AVISO: en este imagina se menciona la muerte y también se describen escenas violentas.

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Un imagina con Ivar de Vikingos, en el que A/N es una cristiana y se encuentra con Ivar en la batalla, que pase algo entre medias en la batalla lo dejo a tu imaginación jajaja pero que acaben prometidos! Mil gracias! ☺️


Empezaron su ataque de noche, cerca de la madrugada. No estábamos preparados, por eso, nuestra primera reacción fue la confusión. El caos no tardó mucho en llegar. 

Insultos, gritos, risas histéricas... Llantos. 

Llevaba escondida desde la primera voz de alarma. Mi padre nos había obligado a escondernos a mi madre y a mí. Nos prometió que todo esto acabaría pronto, que volvería para buscarnos una vez todo fuese seguro. 

No sé con seguridad cuánto tiempo ha pasado, pero a pesar de las advertencias de mi padre y de las suplicas de mi madre, decido salir al oír a una niña llorar. 

—Por favor, hija mía, quédate. —Susurra mi madre mientras cierro con cuidado. 

—Te quiero. —Susurro con miedo de no volver a verla. 

Antes de correr hacia la niña, me aseguro de que desde fuera no se vea la puerta que da al escondite. Después, cojo una espada que hay en el suelo abandonada. Nunca he utilizado una, pero aún así la agarro como tantas veces he visto a mi hermano hacerlo mientras entrenaba. 

Evito mirar a los cadáveres que hay en el suelo, e ignoro la sangre que hay por las paredes. 

La niña, al ver que me acerco a ella, se lanza sobre mí. Está aterrorizada y no entiende nada de lo que está pasando. 

Los hombres, que hasta hace unos instantes ignoraban a la niña mientras buscaban entre los escombros objetos valiosos, ahora nos miran. Sus sonrisas me repugnan. 

—¡No os acerquéis! —Ordeno. 

Ellos se ríen sin dejar de andar hacia nosotras. Lanzo una estocada hacia el hombre que estaba más cerca que el resto. Sin poder creerme lo que veo, hago que la niña no mire. El hombre cae al suelo, llevándose las manos al cuello. Le he matado. 

—¡Dejadnos, por favor! —Suplico. 

Los otros dos hombres están enfurecidos, y tras dedicarle una breve mirada a su compañero, terminan de salvar las distancias con nosotras. Uno de ellos coge a la niña del brazo y tira de ella, alejándola de mí. 

—¡No! 

El otro hombre me sujeta del pelo y me tira al suelo con fuerza antes de que pueda ir hacía la niña. Intento levantarme, pero me da una patada en el costado. Vuelvo a caer de rodillas, y de pura rabia, clavo la espada en su estomago. 

Dejo la espada clavada en el estomago, y le escupo. Él emite un gruñido antes de caer al suelo. 

Levanto la mirada, buscando a la niña, pero lo que veo es todo menos confortante. Por la puerta entra un chico de ojos claros, detrás de él, dos chicos más caminan de pie, no como el de ojos claros. 

Cuando veo al chico de ojos claros acercarse a mí arrastrándose por el suelo, grito. Me alejo de él a gatas, y al intentar levantarme para salir corriendo, me agarra del tobillo. Noto como tira de mi tobillo hacia él. Yo pataleo con todas mis fuerzas intentando soltarme. Él no se da por vencido y sigue tirando de mí hasta que me inmoviliza. En ningún momento lloro.

El chico me observa, por mi parte, yo intento alejar mi cara de la suya, pero al estar tumbada en el suelo me resulta difícil. 

Dice algo que no logro entender, y después se quita de encima de mí. Intento actuar con rapidez para salir corriendo, pero los otros dos chicos me cogen de los brazos y me levantan del suelo. 

Desesperada, miro por toda la habitación. Lo primero que miro es el escondite, y por un instante me siento aliviada al ver que no lo han descubierto. El alivio no me dura mucho, ya que sin poder evitarlo me fijo en los cadáveres, después mi mirada se posa en la sangre de las paredes. En ningún momento pierdo la compostura, eso es hasta que veo a la niña tirada en el suelo. 

—¡Monstruos! —Grito intentando zafarme de su agarre. — ¡Sois unos salvajes! 

Los chicos hacen más fuerza mientras me sacan de la casa. Cuando salimos al exterior, me doy cuenta de que mi padre no va a volver a por mi madre. Los únicos que quedan en pie son de los suyos, y no mi gente. 

El resto del camino, mientras me obligan a caminar, pasa lentamente. Delante nuestra veo a personas que conozco, pero van con las manos y los pies atados. Miro mis manos y luego mis pies. No están atados. 

No me lo pienso dos veces antes de empujar al chico rubio que camina a mi lado, y que hacía rato que me había soltado. 

—¿Quieres que te atemos como a los demás? —Dice en mi idioma. 

Como respuesta le doy una bofetada con todas las fuerzas que tengo. El chico que tiene al lado, se ríe. Al que le he dado la bofetada no le hace tanta gracia, ya que me agarra de la nuca con fuerza, pero antes de que pueda hacer algo más, se oye unos caballos acercarse. 

—Hvitserk. 

Los dos chicos y yo nos giramos para ver al chico de ojos claros mirando amenazante a Hvitserk, el que me tenía agarrada. 

—Está bien, Ivar. —Se queja. — Ubbe, ayúdame a atarle las manos. 

Finalmente les pongo nombre a los tres chicos. El que se acercó a mí arrastrándose, es Ivar. Mientras que los otros dos que me obligaron a levantarme del suelo son Ubbe y Hvitserk. 

Seguimos caminando, aunque ahora tengo las manos atadas. 

—¿Dónde vamos? —Me atrevo a preguntar. 

Hvitserk me dedica una mirada rápida, aburrida. 

—Kattegat. 


¿Esperáis con ganas la segunda parte? 

I M A G I N A S. #2 [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora