12. Niklaus, ella se enamora de él al ayudarle a esconderse de unos hombres lobo que quieren matarla.
Las lágrimas no me dejan ver con claridad. Veo todo borroso. La oscuridad de la noche no me ayuda a esquivar los árboles o saltar las ramas del suelo. Me caigo una, dos veces. Si no supiese lo que me sigue, no me levantaría. Me acurrucaría en el suelo y cerraría los ojos hasta que llegase la luz del día.
—¡Ayuda! —Grito con desesperación.
Sé que nadie puede oírme, nadie menos ellos. Estoy rodeada de árboles, a cientos de kilómetros de la primera casa antes de dar con una carretera hecha en condiciones.
Me duelen los pies, las manos y las rodillas. No recuerdo salir corriendo descalza. Hace rato que las heridas que me he hecho al caer dejaron de sangrar. Noto la sangre seca de las manos. Quiero frotarme las manos en la ropa para que se vaya, pero no lo hago.
Me sobresalto al notar algo frío y líquido en los pies. Cuando bajo la mirada veo que es agua. Me he metido en un río.
Miro hacia la otra orilla. Cojo la manga del jersey y me limpio las lágrimas para ver si lo que estoy viendo es real y no un producto de mi imaginación.
Cuando vuelvo a mirar, la figura que antes estaba delante de mi ya no está.
Cruzo el río. La zona por la que paso es poco profunda, me llega por debajo de las rodillas. La corriente no es muy fuerte, pero aún así me tropiezo.
El agua está fría y hace que las heridas me escuezan, aunque agradezco que la sangre seca desaparezca de mis manos.
Salgo del agua y subo la pequeña pendiente hasta llegar otra vez al nivel del bosque.
Necesito parar. No puedo más.
Poco a poco me agacho hasta que me tumbo en el suelo e intento recuperar el aliento.
Moriré si me quedo aquí. Cada segundo que paso tumbada es darles ventaja a que se acerquen más a mí.
Intento levantarme, pero no tengo fuerzas. Me arrastro hasta acercarme a un árbol. Me apoyo y finalmente consigo levantarme.
Me giro para continuar corriendo, pero no lo hago.
Miro al hombre que está delante de mí. Es alto y tiene el pelo corto, creo que es rubio. No estoy segura. Las manchas de su camiseta son oscuras y parecen salpicaduras de sangre.
Solo estoy segura de una cosa, y es que él no era quien me perseguía.
Quiero preguntarle quién es. Qué hace aquí. Por qué está manchado de sangre. Pero estoy agotada y antes de que pueda preguntarle nada, me desmayo.
Abro los ojos, confundida de estar tumbada sobre algo blando. Miro las sábanas con las que estoy arropada y después dirijo mi mirada a la ventana. Las cortinas no están echadas y la luz que entra ilumina la habitación.
No sé dónde estoy.
Me apoyo sobre las manos para levantarme y antes de que pueda incorporarme emito un quejido. Cuando finalmente me siento sobre la cama miro mis manos, echo las sábanas a un lado.
Frunzo el ceño al ver que estoy vestida con un pijama que no es mío.
—Buenos días.
Levanto la mirada de mis piernas para ver a un hombre rubio de ojos claros. Está apoyado sobre el marco de la puerta y observa cada movimiento que hago con detenimiento.
—¿Quién eres? —Pregunto. — ¿Dónde estoy?
Me levanto de la cama, pero me arrepiento al momento. Me duele todo.
Recuerdo la desesperación y el miedo que sentía anoche. También le recuerdo a él, estaba delante de mí, manchado de sangre y con una sonrisa.
—Me llamo Klaus. —Se presenta. — Estás a salvo.
—¿Dónde estoy? —Vuelvo a preguntar.
Necesito saber cuan lejos estoy.
—En mi casa. —Responde.
—Sé más específico. —Ordeno a pesar de que no estoy en la posición de mandar a nadie.
—Cerca de Mystic Falls.
Suspiro aliviada, no estoy muy lejos.
—Me salvaste, ¿no es así?
—Sí.
—Gracias. —Agradezco con sinceridad. — Supongo que sabes de lo que huía.
Klaus asiente.
—Lobos. —Contesta.
Recordar lo que de verdad eran esos lobos me aterra.
—¿Cómo lo hiciste? —Pregunto.
—Fue fácil. —Admite.
Espero a que continúe hablando, pero no lo hace.
—¿Les hiciste daño?
—¿Importa eso? —Contesta levantando una ceja. — Querían matarte.
—Tienes razón. —Digo asintiendo. — Supongo que sabrás que eran personas, ¿no?
Espero a que se ría, aunque muy dentro de mi sé que si los ha matado, él tiene que ser un cazador. Le observo con detenimiento. Lleva un jersey de manga larga, y no alcanzo a ver sus manos, ya que las tiene entrelazadas en la espalda.
—Sí. —Dice con simpleza.
Sus respuestas me están sacando de los nervios.
—¿Eres un cazador? —Pregunto de una vez por todas.
Klaus se ríe.
—¿Un cazador? —Pregunta. — Soy el híbrido original, cariño.
Me llevo la mano a la boca y me alejo de él.
—Tranquila, sigues viva, ¿verdad? —Pregunta al ver mi reacción.
Asiento lentamente.
—Entonces no tienes nada por lo que preocuparte. —Dice sonriendo.
—No sé por qué me ayudaste, pero te lo agradezco.
Klaus se acerca a mi, lo que hace que yo retroceda. He sido una maleducada con el híbrido original, no con cualquiera.
—Tienes el desayuno listo en la planta baja. —Comenta con una sonrisa. — Hay ropa limpia ahí.
Miro hacia donde está señalando.
—Nos vemos abajo. —Se despide antes de desaparecer.
Cojo la ropa que hay en la silla y me visto con prisa. ¿Qué debo hacer? Salir de aquí no es una posibilidad, Klaus me alcanzaría incluso antes de salir de la casa. Mi única opción es seguirle el juego.
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I M A G I N A S. #2 [EDITANDO]
FanfictionI m a g i n a s. Los imaginas que tengan """ al final del título significa que no están editados. Si un imagina tiene en el título "[AVISO]" significa que puede tratar de un tema sensible para algunas personas, por favor leer el aviso y después dec...