Vikings Imagina. (Ivar) -Segunda Parte. #9

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Aparto a la mujer que intenta desvestirme, y cuando la otra chica se acerca para deshacerme la trenza, me alejo. 

Miro la bañera llena de agua, a su lado hay un cubo con más agua. 

La mujer de pelo rubio dice algo, pero no la entiendo, así que niego con la cabeza. La mujer de pelo castaño da un paso hacia mí. Es más mayor que la mujer rubia. 

—Es para quitarte la suciedad. —Dice la mujer de pelo castaño. 

—Puedo hacerlo sola. 

—No. —Contesta. — El príncipe quiere que su futura esposa esté bien cuidada. 

—¿Futura qué? —Digo alzando la voz. 

—Déjanos ayudarte. —Pide cansada. 

—Fuera de aquí, las dos. —Ordeno. — Fuera, ¡fuera! 

Al ver que me altero, la mujer rubia se aleja. La de pelo castaño se queda en su sitio. 

—No quieres enfurecer a Ivar...

—Tú tampoco quieres enfurecerme a mí. —Amenazo. 

En ese mismo instante, la puerta se abre de golpe. Por ella entra Ivar, aunque esta vez no lo hace arrastrándose, sino que camina con la ayuda de unas muletas. 

—Os ha dicho que os vayáis, ¿o no la habéis oído? —Pregunta él. 

La de pelo castaño asiente, y antes de coger de la mano a la otra mujer, me dedica una mirada rápida. 

—Hablas mi idioma. —Digo sin perderle de vista. 

—Sí, mi padre me lo enseñó. 

—Me da igual. —Contesto. — No voy a casarme con un pagano. 

—Pronto dejarás de creer en tu falso Dios. —Comenta. — Y también aprenderás a hablar nuestro idioma. 

—¿Y si me niego?

—Oh, no te negarás. —Responde. — Vas a ser mi esposa y una futura reina tiene que hablar el idioma de su gente, además, no puedes creer en un Dios falso. 

—No voy a ser nadie para ti. 

—Báñate. —Ordena mirándome de arriba abajo. 

Dicho esto, Ivar sale de la habitación cerrando la puerta tras de sí. Bajo la mirada a mis brazos, al vestido y a mis piernas. La mirada de Ivar ha hecho que recuerde que llevo desde que dejamos mi hogar sin bañarme, y el agua de mar solo ha hecho que mi pelo se enrede. 

A la mañana siguiente, solo la mujer de pelo castaño aparece en la habitación. Esto pasa cada día, Dahlia viene para enseñarme su idioma y sus costumbres. A pesar de que ella me ha repetido muchas veces que no debo de llamarla por su nombre, yo no le hago caso. Aunque no me arriesgo y evito decir su nombre delante del resto. 

Al principio no quería que ella viniese. Solo quería estar sola para poder encontrar una manera de huir, pero no he tardado en darme cuenta de que Dahlia es mi aliada y no mi enemiga. 

El tiempo pasa rápido, y no puedo hacer nada cuando veo que lo que eran semanas, ahora son meses. Llevo aquí mucho tiempo, tanto que ya entiendo todo, o al menos, casi todo. 

Dahlia siempre me trae las comidas a mi habitación, ya que cada vez que ha intentado que salga, me he negado. Pero hoy es diferente. Hoy no deja que me quede en la soledad de la habitación, me pide suplicante que la siga. 

Yo le hago caso, y me lleva hasta la sala común. Allí veo a Hvitserk y a Ubbe. 

—Por fin te dignas a aparecer. —Comenta Hvitserk.

I M A G I N A S. #2 [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora