Capitulo 5 [Parte 3/8]

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— Porque por primera vez en mi vida siento que estoy haciendo algo útil, que no sea ocuparme exclusivamente de mí. De acuerdo, sólo doblo sábanas, preparo bandejas con comida, y leo para algunos pacientes, pero eso es todo lo que tiene esta gente. — Arguyó — Hacer servicios comunitarios significa saldar una deuda. Estoy haciendo cosas que no tienen nada que ver con preocuparme por la popularidad que me he ganado en la escuela o por lograr calificaciones muy altas que me permitan ingresar a una buena universidad. 

— A tu edad — se opuso su padre — me parece importante que te preocupes por tus calificaciones. 

— No con exclusividad — replicó Jean. Estaba azorada. No podía creer que estuviera discutiendo con su padre de igual a igual. Pero la situación era importante para ella, mucho más de lo que imaginaba. La idea de no volver a ver a sus amigos la hacía sentir descompuesta. —Ah, papá…Además, me gusta trabajar en Lavender House. Desde que llegué nadie ha muerto. 

— Está bien, está bien — Alzó la mano pidiendo silencio — No quiero decir que ya mismo vaya a hacer algo. 

— Pero, Gerald — interrumpió su esposa. 

— Escucha, Eileen — continuó con serenidad — Es la primera vez que oigo a nuestra implorar con tanta pasión por algo que no sea un par de zapatos nuevos o un viaje a Palm Springs con sus amigas. Realmente estoy asombrado. 

— Gracias papá. 

— No me agradezcas todavía, porque sigo muy firme en mi determinación de realizar algunas averiguaciones por tu bien. Y si me entero que este lugar está afectando tu salud emocional, te sacaré de allí en menos de lo que canta un gallo ¿te parece justo? 

¿Averiguaciones? ¿Sobre qué? Pero estaba tan aliviada por la postergación que no podía seguir presionándolo. 

— Me parece justo — Sonrió a ambos. A Eileen de brazos cruzados, al parecer no se le había pasado la furia. Gerald le sonrió. 
— Bueno, no estoy de acuerdo — masculló la mujer — En absoluto. Un hogar para enfermos terminales dista mucho de ser el sitio ideal para una adolescente de diecisiete años. 

Jean estuvo preocupado toda la noche. Pensar que tal vez no volviera a ver a Nathan o al resto de sus amigos la agobiaba. Y estaba decidida a que tal cosa no ocurriera. Se sentía comprometida con Lavender House y se quedaría allí a cualquier precio. La necesitaban. A pesar de que hacía poco que trabajaba en el hogar, la falta de voluntarias y visitas era notable. 

El lunes por la mañana, durante el desayuno, se sirvió cereales y tostadas en abundancia, asegurándose de que sus padres advirtieran lo mucho que había comido. Sonrió hasta que las mejillas le dolieron de tanto estirarlas y charló como una cotorra al oído de su madre en todo el trayecto al colegio. Los convencería de que Lavender House no era deprimente aunque muriera en el intento. 

Una vez en el colegio, olvidó todos sus problemas y se concentro en los estudios. Si bajaba las calificaciones, sus padres lo utilizarían como excusa para trasladarla. Hasta llegó al punto de pasar la hora del almuerzo en la biblioteca a fin de adelantar parte de la tarea. Leyó los apuntes de inglés en el autobús, camino al Hogar. 

Cuando entró en la cafetería, Nathan la aguardaba con un vaso de Coca en la mano. 

No me olvides. sinopsisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora