― Hola ― Saludó a Jean cuando se le acercó ― ¿Cómo te fue ayer?
― Fue espantoso ― contestó su amiga. Echó una mirada furtiva a su alrededor para ver si había alguien observándolas. La mayoría de los chicos estaban reunidos en pequeños grupos, frente al edificio de dos pisos. Jean no detectó ninguna mirada intencional dirigida a ella. En realidad, todos la ignoraban lisa y llanamente. Tal vez la suya ya fuera historia antigua.
― Ese lugar es escalofriante y queda en el peor sitio de la cuidad. Podré llamarme dichosa si no me asaltan.
― ¿Cómo es la gente? ― preguntó Jennifer.
― Bueno sólo conocí a la directora y a dos miembros más del personal. ― Al ver que Todd se aproximaba a ella, le sonrió ― y no fueron nada del otro mundo.
― Hola, chicas ― Todd sonrió a ambas ― ¿Cómo van las cosas? Me enteré que te han condenado a trabajar algunas horas en un hogar de ancianos.
Jean lanzó una mirada furibunda a su amiga, pero Jennifer estaba tan embobada con Todd, que ni cuenta se dio. Era imposible no mirarlo, pensó Jean. Alto, rubio, apuesto hasta decir basta y uno de los mejores jugadores de fútbol de Landsdale…
Decididamente el chico más disputado de la escuela. Varias veces había salido con Jean, aunque desde un primer momento había dejado bien en claro que no tendrían una relación exclusiva. Él salía con muchas chicas. Pero a Jean le gustaba de todas maneras. Una de sus esperanzas era que algún día, Todd descubriera que estaba perdidamente enamorado de ella.
― Bien ― respondió Jean, avergonzada. Una cosa era trata de autoconvencerse de que una no era una ladrona, pero otra muy distinta, persuadir a los demás, sobre todo teniendo en cuenta que la habían pescado. ― Sólo espero que todo esto se transforme en una experiencia positiva para mí ― Bien podía ganar algunos puntos tomando las cosas con filosofías. ¿A quién no le gustan las santas? ― Quiero decir, admito que he cometido un error. Pero siempre hay que encontrarle el lado bueno a las cosas.
― No era eso lo que me decías hace un rato. ― La interrumpió Jennifer de inmediato ― En tu opinión ese lugar es de lo peor.
― Dije que estaba en el peor punto de la cuidad ― Corrigió Jean ¿Qué rayos sucedía con su amiga? ¿Acaso pretendía dejarla como una idiota? Bastante con que, confirmando sus sospechas, hubiera hecho arder las líneas telefónicas la noche anterior. Guardar secretos no era el punto fuerte de Jennifer. Pero tampoco esperaba que la hiciera quedar como una estúpida frente a Todd y a propósito.
― ¿Dónde queda ese lugar? ― preguntó Todd.
― En la parte antigua de la cuidad, en Twin Oaks Boulevard.
― Uh, ese barrio se viene abajo. ― Todd la miró compasivo. ― Será mejor que tomes precauciones Jean. Una chica como tú podría ser un blanco fácil. Eres preciosa. Cuídate las espaldas y aléjate de los callejones oscuros.