13 - Unreal

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La oscuridad reinaba y su cuerpo se sentía extrañamente pesado.
Caminó por la casa en silencio, chocando de vez en cuando con algún mueble. No recordaba haber comprado ninguno de esos objetos antes.
La única luz encendida era la de la cocina. Una luz suave y amarilla, que le daba un aspecto cálido al lugar.
Se dirigió hacia allí, sabiendo que ella estaría preparando un sándwich. Hacía todos los días lo mismo; se levantaba y preparaba un sándwich a las tres de la mañana, se lo llevaba con ella a la habitación, lo comía en silencio y regresaba a dormir. Era un ritual extraño.

Él lo sabía, así como sabía numerosas cosas sobre ella. Ella se lo había enseñado sin siquiera saberlo, dejando las ventanas abiertas de vez en cuando.
Las ventanas de una casa, podían ser las ventanas a las vidas de las personas. A sus miedos, sus secretos, sus pasatiempos, sus vicios, sus inseguridades, sus rituales personales.
A todo.
Y él solo lo había aprovechado porque le entretenía observarla cada noche. Mientras miraba televisión, mientras leía, mientras dormía... mientras preparaba sándwiches a las tres de la mañana.

Sandra. Ese era su nombre.
Le gustaba pronunciar su nombre porque tenia sabor a soledad. A miedo.
Y él pensaba que no importaba cuántas Sandras hubiesen en el mundo, solo su nombre tenía ese sabor, porque ella hacía que lo tuviera.

La vio de inmediato cuando entró a la cocina. Estaba de espaldas, colocando una rebanada de pan en un plato.
Siempre tardaba entre 30 y 40 segundos en colocar los demás ingredientes.
Lo sabía, los había contado.

En 20 segundos ella se giraría para regresar a su habitación y lo vería, pero él no quería irse. Quería observarla de cerca. Mas cerca que de costumbre.

Cuando faltaban 10 segundos pensó en irse otra vez. Ese tiempo era suficiente para esconderse y escapar en silencio cuando ella no pudiese escucharlo, pero la manera en la que su cabello caía por su espalda lo distrajo.

5 segundos. Ella colocó otra rebanada de pan sobre todo lo demás y tomó el plato.

1 segundo. Demasiado tarde para escapar.
La mujer se giró para caminar nuevamente hacia su habitación, pero sus manos dejaron caer el plato cuando vio a ese hombre castaño parado en mitad de su cocina, observándola.
A punto estuvo de gritar, pero entonces logró reconocerlo. Tyler, su vecino desde hacía varios años. A pesar de conocerse desde hacia bastante, no habían intercambiado mas que un par de palabras. Siempre lo había considerado un tipo misterioso y extraño. Extrañamente llamativo. A veces incluso lo escuchaba gritar en las noches, pero eso solo hacía que le pareciera mas interesante.

—¿Tyler? ¿Que... que haces aqui? —cuestionó Sandra, preguntándose como demonios había entrado a su casa.

—No —respondió el hombre con voz neutra.

—¿N-no? —preguntó ella, demasiado confundida como para darse cuenta del peligro que corría.

—No soy Tyler.

Ella lo observó, extrañada.

—¿Que te sucede? ¿Estas borracho? —preguntó ella, comenzando a recojer los trozos del plato roto que se encontraban desparramados por el suelo. Sandra sabía bien cuál era su nombre.

El castaño no respondió. En lugar de eso, se acercó más a ella.

—¿Vas a ayudarme con este desastre? —preguntó la chica, sonriendo con tranquilidad, pensando que tal vez ese era el momento adecuado para conocer mejor a Tyler.

Pero los planes que el castaño tenía eran diferentes.
Tomó uno de los trozos del plato, uno que tenia una punta muy afilada.
En menos de diez segundos, la chica se encontraba en el suelo, removiéndose de forma extraña mientras se agarraba la garganta.
Ahogándose con su propia sangre.

Estaba hecho. Al fin, su enferma rutina de las tres de la mañana ya no importaba. Al fin el castaño podía descansar.

El hombre se dirigió a la sala, para escapar por la misma ventana por la que había entrado.
Se detuvo un momento al lado de un sofá verde, para observar la casa por última vez. Ya no había motivos para regresar.

De repente, notó algo. Sus manos goteaban.
Pequeñas gotas de una sustancia roja y espesa se deslizaban lentamente por sus dedos hasta caer al suelo, formando una pequeña mancha de color carmesí.
Se sintió mareado.
Las cosas a su alrededor comenzaron a dar vueltas, provocándole nauseas.
Se agarró la cabeza con ambas manos, intentando recobrar la compostura, pero el malestar no se detuvo.
Sus ojos comenzaron a llenarse de bruma, y en pocos segundos todo se tornó negro.

Algunas horas después, Tyler abrió los ojos bastante confundido, viendo un techo de color blanco que no era el suyo.

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El castaño se incorporó de repente, tomando una bocanada de aire.
Sentía que se asfixiaba.
Miró hacia todas partes, intentando descubrir dónde se encontraba.
A pesar de la oscuridad, logró visualizar la puerta de hierro de su celda.
Aún se encontraba ahí, nada había cambiado.
Respiró agitadamente varias veces, hiperventilándose, hasta que por fin luego de varios minutos sintió que se calmaba, y por primera vez luego de su juicio, sintió que no era tan inocente como había creído.
Tal vez si se merecía estar allí encerrado. Tal vez se merecía todo lo que le estaba sucediendo.

Volvió a recostarse, sabiendo que no lograría volver a dormir esa noche.

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Actualizando tarde :'v no me maten 💔
Este cap es mas largo que los demás uwu y si, eso fue lo que sucedió. Ahora saben por que Ty está en la cárcel :v
Se que quieren smut, pero sean pacientes, antes quiero aclarar todo y así no quedan cabos sueltos al final uwu al menos eso es lo que estoy intentando x'D
(Por cierto, lo siento si encuentran algún error ortográfico, estoy escribiendo media dormida :'v)
Y pos eso uwu Disfruten c:
Hasta el próximo cap

Abuse [JOSHLER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora