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—No digas que soy yo —le pedí con suplica en mi voz. El día estaba gris, nada normal hablando de San Diego, tal parece que se acopla siempre a mi estado de animo. Las calles pasaban por la ventana como si fuera un día cualquiera, pero más cualquiera era yo, así me sentía.

—Está bien Bruno, dime que pasa. —Suspiré. Eso significaba que Willmer y Oli estaban junto a ella por lo cual me cambió el nombre.

—Por favor desaste de ese par, no quiero que me vean en las condiciones que llegaré. —Hice una pausa y le pregunté al conductor en cuanto tiempo llegaríamos—. Llegaré alrededor de veinte minutos, bájame mi bata de baño por favor.

—Está bien, lo he comprendido, con cuidado Bruno, hasta pronto. —Colgó la llamada, las lágrimas querían salir nuevamente, las reprimí lo más que pude. Pero soy una estúpida débil y se los permití una vez más... Volver a escurrirse por mi piel, como unas intrusas.

La estación de radio estaba poniendo a sonar temas nuevos de las estrellas del pop internacional, las canciones pasaban sin darme cuenta. Mi mente se quedó en blanco, mi cuerpo se quedó paralizado, lo único que era yo era un cuerpo autómata que respiraba por inercia para no morir de asfixia. Aunque tal vez en esos momentos la idea de haber llegado a mí hubiera sido tentadora. Ahora en estos momentos ya no, sí, es cierto, mi vida no es como me la planteé. El sábado y también ayer estaba en un trance de emociones por terminar una relación de mucho tiempo y sobre todo con una persona que amo. Por la noche he pensado en el tema y reflexionado un poco, sé que ahora no se trata de mí, sino de él o ella que está creciendo en mi vientre.

Como era de esperar proviniendo de mi mejor amiga, al abrir la puerta del taxi ella estaba ahí para mí. Le pagó al taxista después de haberme dado la bata de baño color rosa que me puse en unos segundos. El vigilante me dio una mirada alarmante, negué con la cabeza para que no se me acercara y junto a Alaska nos adentramos en el bloque de cacharro viejo que se hace llamar elevador, por fortuna este no se atoró más de dos veces. Cuando puse un pie dentro de casa me sentí un poco más segura, aún así me hice un ovillo en el viejo sofá y lloré sobre las piernas de Alaska.

—¿Abuso sexualmente de ti? —me preguntó, era palpable su angustia.

—No... No lo sé... No recuerdo nada... —contesté, mi labio inferior temblaba, no podía contenerme.

—Entonces puede que no haya pasado nada, no llores más.

—Sí que pasó Alaska, perdí la virginidad con aquel extraño, no lo recuerdo pero lo sé.

—¿Te lo dijo él? —le relaté como fue la situación en la que me encontré al despertar, como huí, lo poco que observé del departamento, mi trayecto en el taxi y hasta el momento donde nos encontrábamos.

—¿Porqué te marchaste así? ¿Recuerdas siquiera cómo se llama? —Negué con la cabeza—. ¿Sabes cómo llegar a su departamento? —Volví a negar con la cabeza—. ¡Rayos América! Recuerdo como es... Tal vez deberíamos regresar al antro, quizá vaya ahí de nuevo, su cabello era negro, tenía tatuajes y...

—¿Tenía tatuajes? Podría ser un criminal.

—América, ayer no lo pensaste de esa forma. Y los tatuajes no son etiqueta para los criminales deja y te lo recuerdo.

—Eso me hace sentir peor, pero pensándolo bien no tenía el departamento pinta de ser propiedad de un ladrón o algo por el estilo. Pero eso no es lo importante Alaska, ¿no te das cuenta que le he sido infiel a Willmer?

—Oh claro que me doy cuenta —contestó con sarcasmo.

—No lo quiero perder Alaska, me verá como una hipócrita, ¿por qué lo hice abstenerse? Sólo por precaución sobre un embarazo y que eso nos truncara a ambos la universidad, pero mírame. —Me señalé—. Mírame, ve lo bajo que he caído, ni siquiera me creerá que ha sido la única vez... —Sollocé sin poder evitarlo. Soy tonta.

—Willmer es un buen tipo, te lo perdonará, de eso estoy casi segura, pero no puedes decírselo hoy, no de esta manera. Estás vulnerable y sea cual sea su reacción no la tomarás bien ni tú ni él. Ve a darte un baño en lo que yo te preparo algo de comer para que continuemos hablando. —Después de la ducha me puse una pijama de algodón blanca. Sobre mi pecho derecho muy cerca del pezón y la areola tenía un mordisco, la marca era rojiza, tenía otro par en las caras internas de mis muslos, la boca del desconocido estuvo tan cerca de mi feminidad que me estremecí ante la idea de todo lo que pudimos haber hecho, que por fortuna no recuerdo aún del todo, sino estaría muerta de la vergüenza y con la palabra "Perra" tatuada en mi frente. La fortuna no fue para siempre. Ese día me libré de contarle a Willmer la verdad, una mentira piadosa cubrió mi infidelidad: "Conocí una chica que me invitó ir a su casa, como busqué a Alaska y no la encontré pensé que me había dejado tirada en aquel lugar y acepté irme con aquella muchacha que me ofreció pasar la noche con ella". Me creyó, excepto Oli, el cual de los dos fue el único que no pareció creerme, no porque yo le hubiera dicho mentiras a él, sino qué nos conocemos desde toda la vida y sabe que no sé mentir. Cuando se fue Will me sacó la verdad a punta de amenazas, como por ejemplo la que más recuerdo (porque fue a la que más le temí): "Tendré que hablar seriamente con tu madre", no fue una jugada limpia pero le funcionó, terminé contándole todo. Lloró por mí, mis mejillas ya no se empaparon pero sí me dolió ver a mi amigo llorar, cuando dijo algo así como de que sería "tía o tío", oh algo parecido si es que llegaba a estar embarazada, la mera idea me hizo querer vomitar, ¿quién jodidos se embarazada en su primera vez? Eso no me podía pasar a mí, desdé luego que no. Fue ahí cuando me arrepentí de haber huido de aquel departamento, tenía que haberme quedado y preguntado si usó protección, sino fue así quizá hizo coito interrumpido, en fin, no lo sé, pero de eso haber pasado no significaba que no tuviera una enfermedad de transmisión sexual y por ende me la hubiera contagiado.

Hoy en día, un mes después sólo recuerdo pequeños fragmentos de aquella noche. Lo qué en mi opinión parecía imposible fue posible, tomé la pastilla del día después, la pastilla de emergencia que no me ayudó con mi emergencia. Mi periodo no llegó, Oli al salir de una entrevista de trabajo me consiguió tres pruebas de embarazo, cinco minutos después de haber orinado sobre ellas los resultados estaban listos. La prueba que sostenía Oli por mí estaba en positivo, la que Alaska sostenía por mí daba positiva y la que yo sostenía por mí misma, más que positiva, tres de tres. Me quebré, me rompí, ya no sólo era confesar una infidelidad, también un embarazo. Al día siguiente cancelé la cita que tenía con Willmer de ir a casa de su padre, no tenía cara, yo no era sólo una falla, era una falla con paquete llorón incluido. Le mandé un texto de encontrarnos el sábado en el parque y ese mismo día se lo dije. Era lógico lo que hizo, mandarme a freír espárragos. No creía que se fuera hacer padrastro de mi bebé y me dijera que nada nos iba hacer falta, pero la sola idea de perderlo aún me duele. Eso fue tan sólo un par de días atrás así que me arde tanto el corazón como si este fuera un volcán en erupción o me estuviera calcinando en las llamas del mismo infierno.

N/A.

Me choca que wattpad me cambie los guiones largos por cortos😭 *

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora