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Pone nuevamente en marcha la camioneta. No tengo nada en que entretenerme sólo el observarlo, sus manos hacen presión en el volante, las venas azuladas de su cuello se ven marcadas, su espalda tensa, vaya que el muchachito se ha enojado, ¿por qué lo está?, no debería estarlo.

—¿Hasta cuándo se dieron cuenta qué ya no estaba en el hospital?

—¿No qué querías que estuviera callado?

—Pues contesta sólo cuando te pregunto algo, oh cuando quieras decirme algo de interés que de verdad sea importante y no sean escenas paranoicas.

—Cuando Alaska pasó a verte ya no estabas, se asustó mucho.

—¿Quién es Alaska?

—Tu mejor amiga. —¿Mi mejor amiga?, como odio no poder recordar nada.

—Vaya, ambas tenemos nombres de países —respondo.

—Tú tienes nombre de un grupo de fútbol de la liga mexicana —ríe.

—Esta es la segunda vez que se burlan de mi nombre en el día —la seriedad de mi voz demuestra que no me hace nada de gracia, no viniendo de Dominic.

—¿Quién más se burló de tu nombre?

—Robert, y ahora también tú. —Gira el volante hacia la izquierda, después de conducir por la avenida recta gira a una calle privada dónde un portón eléctrico se comienza abrir, los señores de seguridad lo saludan con educación. Quito la vista del frente y la regreso a Dominic que ha tomado de nuevo la anterior postura, todo esto con sólo pronunciar el nombre de Robert. Lo ignoro y vuelvo a poner mi vista al frente. Casas enormes, más que enormes, mansiones diría yo, todas en color blanco con grandes ventanales y largos jardines cuidados y pulcramente limpios se hacen notar, podría jurar que el aire se ha vuelto más limpio, más fresco, sigue siendo Los Angeles sobre poblado y contaminado, pero aquí eso pareciera ser una mentira, no se escucha nada más que el suave motor de la camioneta y a lo lejos unas cuantas aves. Pasamos un par de mansiones a cada lado, en la banqueta hay árboles plantados con hermosas flores amarillas que parecen ser fambrollones de lluvia de oro, cada que se mesen por el viento unas cuantas caen decorando el suelo que se pinta de esas hermosas flores que se mezclan con otras en colores rosas y rojos, una belleza digna para una obra de arte. Gira hacia una calle y casi de inmediato se mete a la primera casa sobre un piso de concreto que llega al portón eléctrico del garaje, estaciona la camioneta junto a otros cuatro automóviles de gama alta, el tipo está forrado. Apaga el motor, abro la puerta por mi propia cuenta y me bajo sin dificultad a pesar de que está alta la belleza negra.

—Ya he avisado a tu familia que estás conmigo para que no se preocupen.

—Gracias —respondo al llegar a su lado. Abre una puerta que está ligada a su cocina, el piso es de baldosas blancas, los electrodomésticos parecen ser nuevos o es que nunca los ha usado, el espacio es grande, las paredes blancas y una en contraste de color gris, una elegante barra americana con bancos de madera de posiblemente caoba se hacen notar. Camino detrás de él, viste un pantalón de mezclilla, unas botas que posiblemente sea lo único viejo que encontraré en este lugar, su camisa blanca también está un poco desgastada trasluciendo sus tatuajes del pecho y espalda, los de sus brazos de por si están a la vista, tiene rosas por todos sus brazos, ¿tendrán un significado especial?

Cuando vamos llegando al inicio de las escaleras escucho el llanto de bebés, paso por el lado de Dominic a toda prisa subiendo los escalones corriendo a una velocidad increíble y a lo que el dolor del estómago me permite, no pongo atención a nada más, me dirijo a la puerta dónde se escucha el llanto con fuerza, con forme más avanzo voy escuchando el llanto cada vez más fuerte de mis hijos. Me adentro en la habitación, una chica de cabello púrpura mese entre sus manos a la bebé que viste de rosa. Me acerco a ella para pedirle a mi hija, casi se le salen los ojos de su rostro al verme, siento a Dominic caminar detrás de mí.

—¿Puedo verla? —le pregunto con amabilidad.

—No... tú... —Niega con la cabeza meciendo sus ondas moradas, doy otro paso hacia ella amenazante, por su parte retrocede hacia atrás quedando de espaldas a la cuna donde el bebé de azul también está desbordado en llanto. —Dominic pasa a mi lado y le quita a la bebé, yo por mi parte me acerco a el bebé de la cuna que con tenerlo en mis manos mi corazón se oprime y como por arte de magia su llanto cesa.

—Por favor vete Pamel, hablamos mañana.

—Pero yo los puedo seguir cuidando Dominic. ¡No es justo! Yo pensé que a ella la desconectarían hoy y por fin nos dejaría en paz. —Frunzo el ceño, intuyo que la chica es su pareja pero no es como para que diga eso, me dan ganas de querer golpearla, si no desaparece de mi vista posiblemente lo haga.

—Por favor Pamel, te prometo que te hablare más tarde. —Quito la vista de la pareja que discute y la dirijo al bebé que tengo en mis manos, es muy pequeño, trata de enfocarme con sus pequeños ojos, lo observo, unos ojos verdes hermosos que se iluminan por las sonrisitas que me da, la coraza que siento en el alma se quebranta con el pequeño ser.

—No sientas que tienes todo porque no tienes nada.

—¿Disculpa? —le digo, sus ojos están cristalizados, aún me está señalando con una de sus uñas de esmalte negro.

—No te creas importante América, quien ríe al último ríe mejor. —Dejo al bebé en su cuna ya tranquilo.

—¿Qué problema tienes conmigo? No sé si te conocía pero déjame decirte que lo que digas me importa una mierda, te acaban de pedir que te vayas, ¿a caso eres sorda? ¿oh de aprendizaje lento? —Dominic ha dejado a la bebé en su cuna y nos observa el imbécil a ambas sin decir nada.

—Tienes que decidir ahora Dominic, ella o yo, sólo recuerda quien ha estado para ti cuando nadie más lo ha estado, sabes que todos te han dejado menos yo, así que elige y espero lo hagas bien porque ella sí te dejará, ella nunca te ha querido ni te querrá, sabes que siempre pondrá a Willmer sobre ti, lo hizo antes, bien lo puede hacer ahora.

—Por favor Pamel, vete —repite Dominic, sin poderlo evitar me río de ella en su cara.

—Mírame. —Se señala—. Ve a esta chica que será la encargada de borrarte esa sonrisa.

—A mí no me amenazas —digo dando un primer paso al frente en su dirección, Dominic se interpone en medio de ambas.

—¡Ya vete Pamel! —exclama Dominic y sin poderlo evitar vuelvo a reír. Resonando sus tacones negros mate como sus tatuajes y sus uñas sale de la habitación. Y así es como una arpía arruinó el momento que tenía que ser especial de ver a mis hijos por primera vez. Con un suspiro pesado ahora me dirijo a la cuna de la niña ya que el bebé está profundamente dormido a pesar de los gritos anteriores. Dos pares de ojos negros me observan, los de Dominic y los de mi hija, la tomo entre mis manos, remuevo su gorrito, su cabello es negro y su piel es blanca pero menos que la de su hermano.

—Se aparece a ti Dominic. —Es verdad lo que le digo, es su viva copia, levanto la vista topándome con la suya que me sonríe, le sonrío de vuelta.

N/A.

Capítulo dedicado para: AndreMedina7 y Jazmine_aguila

Mte⭐
Gracias por leer.

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora