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—Con Dominic Winter. —Escucho la voz de Robert que me trae de vuelta a la realidad después de que el automóvil ya no esté en movimiento.

—El señor Dominic no se encuentra en casa por lo que la responsable no puede autorizar la entrada a nombre de Robert Baker.

—¿A caso ustedes no saben quién soy yo? —les pregunta el castaño, incorporo mi asiento a la vez que me dirijo a los mastodontes de seguridad.

—Intenten con América Castañeda. —El miembro de seguridad regresa de nuevo a la caseta de vidrios tintados para realizar la llamada.

—Tranquilo. —Pongo una de mis manos en el hombro derecho de Robert que sigue refunfuñando de que no le permitieron el acceso con su nombre.

—Pueden pasar a nombre de América Castañeda —dice el tipo una vez a regresado.

—¡Vaya, gracias! —exclama Robert de mala manera con sarcasmo. Los portones eléctricos blindados se abren y pisa el acelerador, supongo que para perderlos de vista.

—Te van a salir arrugas —le recuerdo e inmediatamente su ceño ya no está fruncido, río mientras me muevo buscando en uno de mis bolsos un paquete de chicles de fresa, meto uno en mi boca y luego le ofrezco uno a Robert que ha estacionado en la calle frente a la casa de Dominic.

—¿Por qué lo haces tan sexy?

—¿El qué? —le respondo con otra pregunta.

—El introducir una simple pastilla de goma de mascar a tu boca, hazlo de nuevo —pide—. Pero como si estuvieras en cámara lenta. —Siguiendo a su juego y petición con lentitud saco una pastilla de goma, saco mi lengua colando sobre la punta de esta el chicle y luego simplemente meto la lengua y lo mastico lentamente, Robert me mira embelesado y eso casi hace que me parta de la risa, en cambio, tomándome por sorpresa sus manos rodean mi cuello y su rostro se acerca al mío, con su cabeza ladeada busca mis labios y nos envolvemos en un beso arrebatador sabor a fresa y mis mejillas se pintan de rojo cuando me roba mi chicle.

—¡Vayamos a por los nenes! —exclama abriendo su puerta y bajándose de un brinco mientras yo hago lo mismo. Tomados de la manos nos dirigimos hasta donde se encuentra la impoluta puerta de roble, toco al timbre, segundos después la puerta se abre y Keyla me sonríe con Sofia en brazos, lo primero que hago es estirar mis manos para tomar a mi hija de sólo dos meses.

—¡Te vi modelar ayer en televisión! Estuviste espectacular y los conjuntos que modelaste ¡simplemente maravillosos!

—Vaya Keyla... Gracias —digo esto mientras nos adentramos en la casa y subimos hasta la habitación donde duerme Damon.

—¿Por qué está despierta Sofia?

—Ella es más activa, la estímulo para agotarla pero no hace el efecto deseado y parece que le doy más carga a la pila.

—Oh y ¿qué tal comen?

—Bien, Deker mejor que Sofia pero siempre procuro que ingiera lo necesario. —Vuelvo a asentir a sus palabras. Observo las miraditas furtivas que Keyla con sus grandes ojos le da al sueco que se encuentra de espaldas a nosotras viendo dormir a Damon con suma tranquilidad, y jodidamente eso me enerva, todas lo miran a donde sea que vaya, ¡todas!

Mi celular suena con una canción de rock en español de un exgrupo llamado PXNDX, y es que desde que quiero aprender a hablar tal idioma Robert ha bajado a mi celular muchos temas en español de artistas latinos, este grupo es mexicano, es decir, lo era, eso no quita que la musica que dejaron formada es tremendamente buena.

—¿Hola? —respondo demasiado tarde, la canción de llamada entre guitarras eléctricas se ha reproducido lo suficiente para despertar a Damon el cual llora por interrumpir en su siesta, Keyla va hasta él pero antes de lograr su cometido Robert ya lo tiene entre sus brazos calmando su llanto.

—¿América? —Alejo la pantalla de mi oreja inútilmente para confirmar el nombre de Dominic en el.

—¿Qué pasa?

—Me ha avisado Keyla que has ido a ver a nuestros hijos.

—Sí, pero también me los llevaré conmigo, un par de días.

—América tienes que avisarme con anterioridad cuando vayas por nuestros hijos, con más tiempo para estar al tanto.

—Me acabo de enterar unas horas atrás de mis días libres, pero procuraré hacerlo.

—Puedes darle los días libres a Keyla y... —Se queda callado y siento encima la mirada de Robert.

—¿Y qué? —le animo a continuar.

—Feliz cumpleaños —susurra.

—No sé como lo sabes, es mañana, pero gracias. —Cuelgo la llamada y regreso mi celular a uno de mis bolsillos traseros, escuchar su voz me ha puesto nerviosa, con los pocos recuerdos que tengo de él y esta nueva faceta que demuestra me pone las cosas demasiado difíciles, porque me gusta físicamente, también como habla y la forma en que demuestra amor por nuestros hijos, pero no quiero ilucionarme ni ilusionarlo sólo porque me encuentro confundida.

—Keyla me llevaré a mis hijos hasta el domingo por la noche, puedes ir a ver a tu familia, tus amigos, no sé, hacer simplemente lo que quieras.

—Gracias..., pero... ¿el señor Dominic ya lo sabe?

—Obviamente sí, puedes confirmarlo con él si gustas.

—No, sólo quería saber si el señor ya lo sabía. Y bueno, gracias por los días libres, ¿quieres qué empaque cosas para los bebés? —ofrece.

—Por favor, para unos cinco días. —Keyla se marcha unos segundos lo justo para acercarme a Robert y comentarle:

—Has conquistado a la niñera —susurro.

—Y eso que no hemos cruzado palabra —también susurra, achico los ojos en su dirección—. Peeeero, sabes que mis ojos sólo ven a los tuyos, ¿ya te he dicho que tan hermosos son?

—Sí —respondo con una sonrisa.

—Pues te lo volveré a decir, unos perfectos ojos aguamarinos, verdes azulados, debería considerarse el color más hermoso del mundo, para mí lo es.

—¿Cómo lo haces? —le pregunto con mi vista en la suya. Mi mirada aguamarina.

—¿El qué?

—El ser tan encantador.

—No muchos suelen decirlo, escucharlo es raro, pero se siente bien.

—No todos te lo dicen porque la mayoría del tiempo con los demás te completas como un idiota.

—Soy tu idiota —sonríe liberando sus hoyuelos.

—Eres mi idiota, sí. Aunque deberías procurar dejar de serlo, aunque sea un poco.

—Está bien, lo intentaré pero ¡no prometo nada! —Lo beso para callarlo. En los brazos de Robert el pequeño Damon se ha vuelto a dormir, mientras Sofia en los míos sigue despierta. Keyla regresa haciendo que dejemos de besarnos, se mueve por la habitación empaquetando las cosas de los bebés mientras ya ha hecho su propia maleta.

—¡Nos vemos pronto bebés! —exclama Keyla despidiéndose de mis hijos, puedo ver sus ojos un poco empañados sólo por decirles adiós unos días.

N/A.

Dedicado a: estrella243

4/38
Mte

Gracias por leer.

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora