Jueves 10 de mayo del 2018.

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Me remuevo en el sillón de la habitación, mi par de bebés reposan en la cama aún dormidos. He tenido miedo de dormir con ellos y por accidente aplastarlos ya que no estoy acostumbrada y para no hacerlos peligrar en vano lo mejor que pude haber hecho fue dormir nuevamente en el sillón, pero ahora que lo pienso hubiera sido mejor dormir en la alfombra sobre el suelo, creo que de esa manera no habría tenido este dolor de cabeza.

Desbloqueo mi celular aún con sueño, los ojos me lagrimean a causa de ello y las gotas que expulsan mis ojos son tan regordetas que parecen lágrimas auténticas. Yendo al baño marco a Dominic el cual al primer cuarto pitido contesta.

—Hola —saludo.

—Buenos días América, ¿qué pasa? ¿Nuestros hijos están bien? —Suena alarmado.

—Tranquilo Dominic, ellos están bien. —Lo tranquilizo—. Iré al registro civil a la hora que habíamos acordado, ¿no lo habías olvidado, verdad?

—No, claro que no, en unos minutos sonaría la alarma. —Y abogando por su palabra el sonido de una alarma tradicional se escucha del otro lado de la linea—. ¿Lo ves? Es decir... ¿Lo escuchas?

—Sí —afirmo—, lo escucho —respondo para él pero observándome en el espejo que me da mi reflejo desaliñado.

—Bien. —Por unos segundos el silencio se propaga en ambas direcciones hasta que me digno en romperlo.

—Dime como llegar ahí.

—¿Al registro civil?

—Por supuesto.

—Primeramente dirígete hacia el oeste en Broadway rumbo a la avenida Third, de aquí giras a la derecha a la avenida 1 st manteniéndote en esta avenida giras a la izquierda y paras aproximadamente a cuatrocientos veinte pies.

—Eso suena un poco complicado pero me las arreglaré para llegar a tiempo, aunque podrías mandarme la dirección y así el GPS me llevará por mí.

—¿No te llevará Robert?

—No, creo que esto es sólo nuestro. —Me rasco la piel de mi frente dejándomela un poco irritada.

—Eso suena bien, me parece perfecto, estoy deseando verte, verlos —se corrige. Aprieto los ojos negando a mi reflejo, si me sigue hablando así, no sé que pasará, esos comentarios son los que me confunden y prenden la vela de la esperanza.

—Hasta luego.

—Hasta en unos minutos —responde él colgando a la llamada.

Me doy la ducha más corta de mi vida donde logro despejarme un poco, sólo un poco he dicho, aún tengo tanto sueño como el infierno, una frase rara ya que no creo que el infierno tenga sueño, ilógico. Antes de que los bebés despierten alisto la pañalera, la ropa que les pondré y alisto los biberones ya que despertando tendrán su desayuno para luego la ducha.

Camino a la cocina donde no hay nada en la nevera y el frutero está completamente vacío, lógico. Para mi buena suerte en los cajones de la despensa hay pan blanco y algunos aderezos, mis ojos brillan cuando hay un pote de nutella, estirándome sobre la barra logro sacarlo de casi al fondo, después de checar que la fecha de caducidad de ambos productos estén en orden con el dedo unto la pasta de cacao y avellanas sobre el pan y tomo un bocado, mucha grasa, muchos azúcares ¡pero que bien sabe! Y sólo así dejo de sentirme un poco culpable, con un emparedado de nutella me dirijo de nuevo a la habitación junto a un baso de agua simple, no es el mejor desayuno, en eso estoy de acuerdo, pero con esto me conformo.

Para mi sorpresa Damon se encuentra despierto balbuceando y tirando baba pero sin despertar a Sofia, de ser la situación al contrario apuesto a que Sofia no se encontraría tan quietecita. A mi favor aprovecho para bañarlo primero y cambiarlo con su ropa roja con pistas de carreras y cochecitos de cars, cuando ha terminado su biberón Sofia justamente despierta y ahora me dedico a ella con un ojo puesto en Damon.

Después de cambiar a Sofia con su mameluco de flores, bañado completamente de flores, me gusta verla así, por que yo nunca pensé ver algo más bello que una flor, que una rosa, pero comparándola con Sofia y con Damon es simplemente maravilloso, ellos son más hermosos, hacen que todas las rosas del mundo a su lado luzcan pálidas.

Brinco de la impresión cuando la puerta es abierta.

—Buenos días muñeca —saluda Robert entrando con atuendo informal, jeans y camisa a cuadros, se ve bien.

—Buenos días, ¿cómo amaneciste?

—¿Además de perfecto?, bien, supongo. —Se encoge de hombros sentándose en una esquina de la cama—. ¿Y ustedes?

—Estamos bien, me he quedado con un poco de sueño, nada que no pueda controlar.

—¿Y eso por qué?

—Nos desvelamos Robert, creo que es por eso. —La realidad es que tuve mucho en que pensar después de llegar de la visita que le dimos a Oli en su apartamento, dijo algo con tantas verdades que en algún momento de la noche llegué a tener miedo, ¿qué pasaría si de verdad estoy en esto por qué fue a lo que fui orillada?, aunque no creo que eso sea verdad, mi primera oportunidad se me presentó en Dominic y la propuesta de trabajo que me hizo para laborar en su empresa, no la acepté, pero la serpenteante duda del ¿qué hubiera pasado sí? Aparece en mi mente.

—¿Me estás escuchando? —pregunta.

—Lo siento Robert... ¿Qué decías? —Parpadeo en su dirección como si el acto me ayudara a olvidar la incruzijada en donde estoy metafóricamente de pie.

—Que si quieres que te acompañe al registro.

—Lo siento pero no. —Luce tan sorprendido como yo lo estoy.

—Vale, está bien —susurra.

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Mte.

Gracias por leer.

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora