2.7K 241 83
                                    

—¿Tengo hijos? —mi voz tiembla cuando le pregunto aquello pero no puedo evitarlo, ¿qué estaba pensando?

—Tenemos —me corrige y aclara a la misma vez. Llevo una de mis manos a mi cabello que se siente áspero, necesito una ducha de verdad con urgencia, me han quitado la intravenosa por la que me suministraban suero y algún tipo de medicamento, quedando con un hematoma que me duele horrores cada que muevo el cuello y el brazo, mis pensamientos son un caos así como también mi cuerpo.

—Dijo el doctor que tengo pareja, si no eres tú, ¿quién es? —Frunzo el ceño, si no salía con el padre de mis hijos ¿cómo es qué salgo o salía con alguien más?

—No quiero hablar de él. —Asiento con la cabeza, supongo que tiene sus razones para contestar así.

—Cuando tú y yo salíamos, porque supongo que salíamos, fue cuando quedé embarazada, ¿nos amábamos?, o si no ¿por qué después de eso salí con otra persona?

—Cuando quedaste embarazada no salíamos, no nos amábamos, ni siquiera nos conocíamos, fue nuestro hermoso accidente. —Abro los ojos con asombro, paso un trago de saliva seca, ¿yo era de ese tipo de chicas?

—¿Y qué más?, anda, cuéntamelo que lo que dices es intrigante. —Una mueca de lado se forma en su rostro y dudando un poco se sienta en la camilla sin incomodar mi espacio personal.

—Nos conocimos hace diez meses, el día de tu graduación...

—¿No soy muy joven para estar graduada? —le pregunto interrumpiéndolo.

—Eras la cerebrito de la universidad, ya sabes; privilegios de prodigios y todas esas cosas.

—¿Y cuál es mi profesión?

—Eres ingeniera en Robótica, especializada en informática y cómputo.

—¿Todo eso?, es sorprendente, graduada y madre adolescente, pero continua con tu versión que te has quedado callado.

—No me he quedado callado, me has interrumpido cuando yo me disponía a continuar.

—Bueno, pues continúa. —Me encojo de hombros restándole importancia. La puerta se abre nuevamente con torpeza, una enfermera con el típico uniforme blanco se adentra en la habitación, no es ninguna de las dos que han venido anteriormente, no es que la juzgue tampoco pero parece actriz porno, la tela de su pecho parece que se reventará en cualquier momento liberando sus senos, con más torpeza aún pone a mi lado una mesa alta y plegable para que se me facilite la tarea de comer como si fuera algo complicado, la comida que pone en ella no puede pasar como tal a menos que sea como comida para bebé. Supongo que es así porque mi estómago no puede recibir comida pesada después de no recibir comida por si sólo y sin la ayuda de sondas medicas por mucho tiempo.

—¿Cómo se llama esto? —le pregunto señalando lo que sea que se llame la bazofia que está colocando frente a mí.

—¿Los platillos señorita?, no sé como se llaman.

—Dudo mucho que esto puedan pasar como platillos. —En vez de ponerme atención a mi respuesta se está relamiéndo los labios rojos cerezas en dirección a Dominic en un acto que ella cree sexy y caliente, está como para meterle un par de dólares en su pronunciado escote, alguien debería decirle que un hospital es apto para todo el público, «es un hospital pelirroja, no un burdel». Trueno los dedos para que me preste su atención a mí, yo soy la paciente no Dominic.

—Podrías irte y decirle a quien sea que te manda que para la próxima vez me manden a una enfermera que sea una persona competente por favor, espero des el recado completo. —Pone una carita de indignación, resonando sus tacones sale de la habitación, ¿eso siquiera está permitido?, apuesto a que no, seguramente tiene privilegios por salir con algún doctor.

—¿Estás bien?, tal parece que hoy es el día de correr a todos de tu habitación.

—Pues da la casualidad que voy despertando de un maldito coma del  que no recuerdo nada, estoy que no me soporto ni a mí misma, ¿tú crees qué estoy de amino para soportar a personas que me sacan de quicio?, continúa con lo que sea que me fueras a decir sino también te pido nuevamente que te retires. —Meneo con una cuchara de postres el yogur natural como si fuera una sopa de fideo caliente y no un yogur insípido con temperatura ambiente, en otro tazón se encuentra un poco de fruta picada finamente y en el último plato un tipo de avena hervida, agua simple, es un excelente menú ¿no creen?, ojalá noten el sarcasmo. Levanto la vista al tipo que no ha dicho nada topándome con sus ojos negros observando cada detalle de mi rostro como si estuviera tomándome una fotografía mental. Suelto la cuchara sobre el plato provocando un sonido que parece sacarlo de su pequeño trance.

—¿Eres sordo? ¿Has olvidado cómo se habla? ¿Oh, te falla la memoria?, porque pensé que eso sólo me pasa a mí. —Niega con la cabeza y su mirada gacha, de verdad que esa aura de misterio que lo envuelve hace que sienta desconfianza hacia él, no puedo evitar sentir un poco de resentimiento por el tatuado aún cuando no lo recuerdo en lo más mínimo. La puerta se abre acallando las palabras que el pelinegro comenzaba a decir. Un chico rubio se abre paso hasta llegar casi a mí, me mira con dulzura infinita, es muy apuesto. ¡Joder! que la antigua América se conseguía puros chicos sexys.

—¿Me recuerdas? —pregunta, tiene unos ojos verdes enrojecidos por un posible reciente llanto, sus mejillas están sonrosadas y su piel blanca es mate o por lo menos eso puedo ver en el resto de piel que su ropa no logra cubrir, como sus brazos. Cierro los ojos con fuerza, quiero recordarlo, pero se me es imposible, no puedo. Llevo una mano a mi cabeza donde masajeo ligeramente después de la punzada que siento en el cerebro.

—Lo siento —susurro con dificultad—. ¿Quién eres?

—Soy tu novio, tu prometido —siento empatía por él cuando seca un par de lágrimas que salen por sus ojos, no quiero hacer que se sienta así por mi culpa.

—¿Cómo te llamas? —le pregunto a la par que recuerdo el anillo que no se donde ha parado, no se encuentra ya en la cama donde lo dejé.

—Soy Willmer.

—Bueno Willmer espero puedas comprender que por el momento no te recuerdo y no podemos continuar en la relación que solíamos tener, lo siento porque no es justo para ti, pero no siento nada por ti justo ahora, es como sino te conociera de nada, así lo siento. —Se limpia otro par de lágrimas, ¿de verdad este chico siente algo tan grande por mí como está demostrando o es sólo actuación?

—No importa, ya te enamoré una vez, estoy seguro que puedo hacerlo de nuevo, no descansaré en paz hasta que sea así, te lo juro, empecemos de nuevo, desde cero, soy Will. —Me extiende su mano a modo de presentación como si fuera la primera vez que nos vemos, yo lo siento de esa manera, y sólo dios sabe como se sienta él.

—Pues mucho gusto Will yo soy América... O por lo menos eso fue lo que los doctores me dijeron. —Ambos reímos por mi anterior comentario, el pelinegro se remueve incómodo y me dedica una mirada que eriza mi piel.

N/A.

Capítulo dedicado para: LoreleyNadiaContrera  LidiaGlez6922

Robert en galería.

Mte

Gracias por leer.

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora