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Trato de concentrarme y dejar mis problemas personales de lado, es como si el tiempo volara, el reloj marca que en cinco minutos serán las nueve de la mañana, el primer descanso del día. Tocan a la puerta, sigo sentada en la cómoda silla, es prácticamente todo lo que he hecho. Levanto la vista de mi ordenador mientras mis pensamientos están mucho más lejos de donde me encuentro.

—Adelante —contesto desde mi sitio, la puerta se abre, Derek apenas y asoma su cabeza.

—Te veo en el primer piso en cinco minutos, pasaré unos segundos con Alexia, ¿está bien? —su voz imponente resuena por todo el lugar.

—Claro, ahí nos vemos —respondo con una sonrisa, asiente con la cabeza y cierra la puerta tras de sí. Tomo mi bolso y salgo, la única que se encuentra es Ana, ni siquiera se inmuta al verme, si es que siquiera me vio.

Ya dentro del elevador saco de mi bolso una barra de bálsamo rosa tirando a violeta, con el reflejo del espejo del polvo compacto me delineo los labios. Sigo mirándome en el espejo cuando las puertas del elevador se abren. Choco con la persona que entra mientras trato de salir. Me agacho a juntar el espejo que se me ha caído, está hecho añicos, el polvo compacto color mate se ha deshecho, saco de mi bolso una toallita húmeda para limpiar mi pequeño desastre.

—Deje eso así —dice él, soy tan torpe que creo que es mejor que lo limpie todo, los relucientes mocasines frente de mí parecen ser los de Derek. Me relajo suponiendo que es él con el que choqué.

—Derek has bajado muy rápido —le digo, escucho su fuerte carraspeo. Alzo la vista y casi me caigo de culo. Me pongo casi de inmediato de pie, aprieto demasiado el vidrio que tengo en la mano y este se encaja en mi piel produciendo que sangre salga y resbale, su vista me recorre entera, deteniéndose en el lugar donde mi sangre se escapa, las puertas se van a cerrar tras el llamado de alguien que solicita el elevador en los pisos de arriba, alarga su mano y le da en retener el elevador.

—¿Me va a dar permiso de pasar? —su voz dura me taladra hasta en los huesos, no lo creo posible, siento la necesidad de pellizcarme para ver si esto es una mala pasada, una pesadilla.

—Vamos América. —Aparece Derek detrás de el otro chico, ahora entiendo del porque el tono de su voz me cala, tienen exactamente la misma entonación—. ¿Qué te ha pasado?, ven vamos. —Traspasa al pelinegro que esconde sus tatuajes bajo un traje a medida caro. Derek coloca una de sus grandes manos en mi espalda baja casi rozando mis nalgas y me conduce fuera del elevador, los ojos del chico de tatuajes nos observan con hielo al pasar por su costado, siento su mirada en mi espalda, pero es imposible, cuando volteo ligeramente la cabeza las puertas del elevador se han cerrado y todo ha sido imaginación mía.

Cuando llegamos al café que está a una cuadra de distancia, pido entrar al baño de mujeres. Después de encontrarlos me lavo la sangre que ha comenzado a secarse, el cristal está todavía dentro, lo veo y lo siento. Busco dentro de mi neceser las pinzitas de depilar y con estas me saco la estilla del espejo. Vuelve a salir otro hilillo de sangre, abro el grifo y dejo que el agua me limpie. Arreglo mi cabello y me pongo maquillaje, estoy pálida, no me lo creo, me vuelvo a pellizcar cerca de la rodilla y no despierto. Con el paso de los días logré recordar, su rostro, sus tatuajes, su voz, pero nunca su nombre, y ahora sin esperarlo lo encuentro en el edificio donde trabajo, justo en el primer día, ¿eso quiere decir qué lo veré diario? No por favor. No me puede estar pasando esto a mí.

Ya que estoy un poco más compuesta salgo de los baños y me reencuentro en una de las mesas con Derek.

—He pedido por ti ya que disponemos de poco tiempo —dice.

—Sí, está bien, gracias. —En ese momento llega la mesera, coloca dos emparedados y dos vasos grandes con café americano, el suyo sin azúcar.

—He leído tu currículo y es sorprendente tomando en cuenta tu corta edad, serás imparable, de eso estoy seguro. —Tomo un sorbo de mi café, está tan caliente que casi me cose la lengua.

—Gracias, para mí es un privilegio tener el puesto que tengo con mi cortísima experiencia y edad, algo que en otras empresas no hubiera podido conseguir jamás por ser simple principiante.

—Sí, no estaba seguro de que fuera buena idea, dado que no es mía, sino de mi hermano, pero bueno, ahora creo que sí puede funcionar, creo que eso lo he pensado desde que te conocí esta mañana, dado que te veo potencial y confío que todos los demás puestos que se ocuparon recién en cada área sean tan brillantes como tú. —Un rubor cubre mis mejillas, lo siento invadiendo todo mi cuerpo, el cual me arde.

—Gracias, de verdad, quiero aportar tanto a la empresa como sea posible, tengo tantas ideas que nos alcanzará para unos muy buenos proyectos, por ahora sólo tengo que adaptarme al equipo, creo que Ana es la que más trabajo me costará.

—Sí, yo también lo creo, sobre eso. —Toma un sorbo de su café y continua—. Ana es muy competente, siempre se ha sentido mejor que el resto del equipo y constantemente está pidiendo ascenso para ocupar el puesto de coordinación, Alexia se lo negó infinidades de veces, no porque no sea buena, lo es, pero en la empresa no estamos para alimentar el ego de nuestros trabajadores, eso haría que nos volviéramos incompetentes en distintos ámbitos. Por eso mismo no, es de imaginar que está molesta porque una chica más joven y sin experiencia tome ese puesto, además de que parece no soportar conocer a alguien con más belleza que ella, si con Florence le costó, ahora contigo le costará el triple trabajar. —¿Se supone qué esto último es un cumplido?

—Quiero hacerle ver que no soy una amenaza para ella —comento.

—Pero sí que lo eres y no sólo en cuestión de trabajo e inteligencia, es obvio que las conquistas te lloverán, eres joven y hermosa, si tienes este puesto serás rica en muy poco tiempo, lo tienes todo, así que sí se siente amenazada por ti no puedo culparla.

«Tengo todo pero no por mucho tiempo, ¿verdad, semilla de naranja?» Sé que no puedo culpar al bebé, en todo caso yo soy la culpable junto al chico del elevador que también tiene su parte de culpa, aunque no lo sepa y no lo sabrá nunca, yo puedo sola.

—Aun así Derek, no quiero que se sienta así, eso podría perjudicar nuestra forma de trabajar y eso es lo que menos quiero en estos momentos. —Y también lo que menos necesito.

—Te comprendo. —Asiente con la cabeza.

D/A.

Estoy feliz de que hayas llegado hasta aquí *

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora