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Saliendo del auto entramos al recibidor para luego subir en el elevador hasta el pent-hause de Robert.

—Ya he dicho en recepción que por ningún motivo dejen subir a alguien, me han dicho que esa es una de las reglas del Grand King, pero aún así Keyla, no abras la puerta a nadie.

—No lo haré América, puedes irte tranquila, los bebés están durmiendo, ¿hay algo qué quieras que haga mientras duermen?

—Sí, no te separes de ellos.

—Eso haré.

—Gracias. —le agradezco, sale de la habitación y se dirige a la contigua donde duermen Damon y Sofia, término de ponerme la sombra de ojos color negra como todo lo que llevo puesto, mi celular suena con el mensaje de Dominic que contiene la dirección del cementerio Mount Hope. Tomo las llaves del mustang y le aviso a Keyla que vuelvo en un rato.

En el recibidor me espera el chofer, no sé ni donde traigo la cabeza y en todo resulto ser un poco torpe, mis manos no dejan de temblar, le doy las llaves y la dirección que me ha enviado Dominic, sin decir ninguna palabra nos dirigimos ahí. Pronto me deja a las puertas del cementerio que se encuentran abiertas de par en par, el cementerio a pesar de ser de día luce un tanto espeluznante, con cada paso que doy resuenan los tacones contra el firmamento, camino por el pasillo que a cada lado se extienden todo tipo de lápidas que son el hogar ahora de personas que han dejado la vida, pero nunca dejarán de existir, el recuerdo es lo que los mantienen en nuestras memorias, y yo quisiera poder recordarlo.

El pantalón de mezclilla negro que traigo puesto me permite ir cómoda, sigo caminando por el lugar, en la distancia observo a personas de vestimenta negra, con forme más me acerco los sollozos de algunas personas me erizan la piel.

—¡Como te atreves a venir! —exclama Alaska en mi dirección, Harry la toma del brazo para impedir que venga hasta mí.

—Lo siento —es todo lo que puedo decir.

—Tranquila Alaska, yo le he pedido que estuviera presente, no pueden negar que es la única chica que mi hijo amó de verdad. —Me defiende el señor a mi lado.

—Lo siento —digo más bajo sólo para que él me escuche.

—Soy Daylan, padre de Willmer, te agradezco mucho que estés aquí, él siempre te amó, quisiera hablar contigo en privado pero aquí no podemos porque entre las personas que vez presentes hay infiltrados de la policía.

—Debería entregarse, por su culpa han muerto ya muchas personas, especialmente su esposa y su hijo.

—Lo haré, después de acabar con el asesino de ambos. —Le es imposible no contener las lágrimas, quito la vista de él para observar al resto de las personas, Dominic se encuentra al frente de mí, después del lugar donde se sepultará a Willmer.

No puedo despegar la vista del ataúd, es de caoba, tiene detalles en dorado, y por encima de el está lleno de flores, una forma bizarra de mí se imagina a Will dentro pidiendo ayuda.

Hay muchas personas en el lugar, sé que van desde amigos, profesores, compañeros de trabajo y familiares. La chica del cabello púrpura está sostenida del brazo de Dominic mientras derrama lágrimas, quito mi vista de ellos y la centro en el sacerdote que va llegando para iniciar la sepultura.

—Estamos aquí reunidos para darle el último adiós a Willmer Rowd de veinticuatro años, estudiante ejemplar, trabajador excelente, amigo incondicional, pareja fiel, compañero de risas y buenos momentos de muchos. Estamos aquí para hacerle saber que estamos con él hasta el último momento, puede ir en paz y descansar hasta el día del juicio de los vivos y los muertos para entrar al nuevo mundo. Ahora pueden decir algunas palabras en honor de Willmer.

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora