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Salgo ya cambiada al pasillo encontrándome con Robert con el teléfono en la oreja.

—Muchachos tomen su desayuno antes de hacer ejercicio.

—Nos dirigimos al restaurante del hotel querido Jonh.

—Vaya que hoy amaneciste de buen humor. —Ríe Jonh al otro lado de la linea,  Robert trae la llamada en altavoz para que pueda escuchar.

—Pues depende de quien sea la primera persona que vea y de que manera me de los buenos días.

—Gracias América.

—¿De qué? —le pregunto a Jonh pero ya sé de que va.

—De hacer que el humor de Baker sea soportable.

—Adiós viejo, hemos llegado al restaurante. —Robert corta la llamada.

—Robert no lo dejaste despedirse —lo reprendo.

—No me puede despedir, sin mí se queda sin empleo.

—Robert eso no está bien. —Lo codeo.

—Está bien, en eso tienes razón, más tarde me disculparé.

—Nada de más tarde, llama a Jonh ahora. —Detengo mi caminar a unos pocos pasos de las puertas del restaurante, arquea una ceja en mi dirección—. Ya has escuchado Robert, si no lo haces subiré a mi habitación y desayunaré sola.

—América ya he dicho que lo llamaré.

—Pues hazlo ahora, quiero ser testigo. —Saca el teléfono de su bolsillo y marca—. Y pon el altavoz.

—¿Qué pasa? —pregunta Jonh.

—Lo siento.

—¿Qué has hecho ahora Robert? —Suelta un suspiro de resignación—. No hace más de unos segundos atrás que hemos hablado y ya hiciste de las tuyas ¿verdad?

—¡Caray Jonh!, claro que no, me disculpo por haber finalizado la anterior llamada sin dejar que respondieras.

—¿Qué? ¿Quién eres tú y qué has hecho con Baker? —Suelto una risa, es un asunto serio pero no puedo contenerme, río haciendo reír con mi propia risa también a Robert.

—¿Esto es obra de América verdad?, si es así le pondré un altar a la rubia.

—Pues ve comprando las velas —dice Robert provocando que volvamos a reír y ahora si decentemente finalizan la conversación.

—¿Feliz señorita? —Asiento con la cabeza—. Pues bien, vamos a desayunar. —Toma mi mano y me guía hacia con él. Entramos al lugar y después de leer el menú hacemos nuestro pedido, lo traen casi de inmediato.

—Frutishas —digo.

—Fru-ti-llas —deletrea Robert.

—Fru-ti-llas —deletreo.

—Bien, ahora todo junto —pide mordiendo una de las frutas rojas de las que estamos hablando, en este país se producen en gran porcentaje local.

—Frutishas —digo y el vuelve a reír de que no puedo pronunciar bien la palabra.

—Bien, por lo menos la pronuncias como autentica argentina, en español también tienen otro nombre, intenta decir: Fresas.

—Fresas —digo, festejamos los dos emocionados por una simple palabra en español, ¿qué puedo decir?, somos bobos.

—Para mí sigue siendo strawberry. —Meto una a mi boca, me encojo de hombros—. Por cierto ¿por qué no se hospeda Jonh aquí con nosotros?

—Porque pasa tiempo con su novia, ella es de aquí, Argentina, siempre que viene Jonh se queda con ella.

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora