Lunes 9 de Abril del 2018.

2.4K 249 87
                                    

—Por favor, si aún puede cancelar la autorización le suplico que lo haga. —le rogó Dominic a la madre de América.

—Tú sabes todo lo que mi hija ha sufrido a lo largo de su vida, en la infancia, en su adolescencia, ahora ahí en esa cruel cama, estoy parando su sufrimiento y parando a su par el de otros que necesitan un trasplante. —En realidad él no sabía nada de lo que le había sucedido a la rubia, perdió el tiempo de conocerla tratándola mal, y ahora quizás jamás sabría nada de su vida, y no sólo eso, también le estaban quitando la madre a sus pequeños hijos los cuales sólo tenían un mes de nacidos.

Tomó su rostro entre sus manos y lloró, estaba tan arrepentido, el karma se la estaba haciendo pagar demasiado caro, otra vez le desterraban de su vida a una persona que él amaba, la hermosa América estaba a una hora de ser desconectada para pasar al quirófano dónde de su cuerpo sacarían sus órganos vitales para ser donados a otras personas.

A Dominic le dolían sus hijos, le dolía su pecho, su alma ardía con tanto dolor como el infierno. Alaska cargaba a la bebé, la mecía entre sus brazos para que dejara de llorar, en cambio seguía al borde del llanto al igual que su hermanito que reposaba en los brazos de su padre temblando de tanta fuerza por el llanto desgarrador.

Estaban todos reunidos en la sala de espera que les era tan familiar después de pasar días ahí desde hace casi cuatro meses que América llevaba en coma. Era el último adiós para la joven rubia que justamente sería desconectada un mes antes del que sería su cumpleaños número veintiuno. Los bebés continuaban llorando, no querían dejar ir a su madre, no así.

—Pueden pasar a verla, una ultima vez, todos juntos si gustan —dijo el doctor Baker. Así lo hicieron, con lágrimas en los ojos cada uno dijo sus palabras despidiéndose de la rubia, Willmer ni siquiera podía hablar, su rostro estaba rojo del llanto, era la despedida de la rubia, de la mujer que amaba, dejando su orgullo aún lado y todos sus problemas tuvieron un rato en paz, agradeciendo mentalmente cada una de las risas, lágrimas y por demás emociones que América había provocado en cada uno de ellos, ahora con su partida dejando esos momentos sólo como bellos recuerdos. El doctor comprensible les pidió que dejaran la habitación, la hora de partir de América había llegado. Dominic consiguió cinco minutos más, tomó con su manos las de América, lloró aun más, las lágrimas corrían por sus mejillas, besaba sus nudillos mientras entre sollozos le pedía perdón de corazón en más de mil maneras, hasta que llegó el doctor y a regañadientes lo sacaron de la habitación. De impotencia golpeó una y otra vez la pared del pasillo para después deslizarse sobre esta hasta llegar al suelo donde no dejó de pasarse las manos por su desordenado cabello una y otra vez.

Comenzaron a hablar los doctores decidiendo que harían cada uno de ellos antes de llevarla a quirófano cuando la puerta de la habitación de América se abrió nuevamente, el doctor Baker regresó la vista donde su agitado hijo llegó corriendo, con la respiración acelerada, sudor manchando su camisa gris y el pecho subiendo y bajando acelerado.

—Déjame despedirme —pidió con dificultad.

—No, tenemos que empezar la operación y eso sólo sería retraso de tiempo.

—Mira Baker —dijo Robert retomando un poco la postura y con la voz más fría—. Te lo pido por favor, sólo diez minutos.

—Cinco —accedió su padre con voz dura.

—Vengo llegando desde Miami, corriendo del aeropuerto, casi no puedo llegar por una horda de fans y me estás diciendo que ¿sólo cinco minutos?

—Tomalos o dejalos —sentenció el doctor, padre de Robert.

—Está bien pero que sean a solas —pidió, su padre puso los ojos en blanco, no sabía como había creado a un hijo tan irritante y tan egocéntrico, pero complaciendo a su petición salió junto con sus colegas dejándolos sólos.

—Mira América —comenzó a decir Robert cuando los dejaron solos—, necesitó, es más, te ordeno que a la voz de ya dejes ese tonto cansancio que te cargas y despiertes de una buena vez porque de lo contrario habrás matado mis esperanzas de tener algún día una cita contigo. —Se paseaba por toda la habitación con las manos en el aire como si fuera una regañina—. Me dejarás además con un peso enorme en la espalda porque malditamente me sigo sintiendo un poco culpable del accidente y de como te encuentras ahora, así que anda ya y levantate de una buena vez, amenos que quieras un beso como la bella durmiente para despertar, dime, ¿eso es lo qué quieres? —Dicho esto besó el dorso de su mano, embriagándose con el olor natural de su piel.

—¿Qué hago aquí? Me ahogo —Robert casi salta de la impresión al escuchar su voz rasposa, regresó la vista a América que apenas y podía abrir ligeramente los ojos, casi se desmaya en ese preciso instante, en vez de eso se pellizco la piel del brazo para ver si no era un sueño, una manía muy parecida a la que solía tener América.

¡Joder, estaba despierto!

La rubia había despertado, abrió la puerta gritando a todo pulmón:

—¡Papá, papá, ha despertado! —Tanta era su impresión que se permitió llamarle por aquella manera mundana creada desde siglos inmemorables dirigidos a una de las personas que suma su esencia para traer vida humana al mundo. «Papá».

N/A

Capitulo dedicado a mi nueva lectora Alexafigue19,

Mte

Gracias por leer.

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora