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—¿Verdad que sí? —pregunta, asiento ligeramente. la habitación se torna en silencio, no hay nada más que decir, sólo nos quedamos parados viéndonos el uno al otro hasta que decidido romper el silencio.

—No quiero que tengas problemas con tu novia, pero no quiero que se repita lo ingenua que era antes del coma, me defenderé de quien sea, incluso de ti Dominic, jamás podrás lastimarme como solías hacerlo, no lo recuerdo pero lo sé. —En verdad me asombro completamente, sin esperarlo se arrodilla frente a mí, se abraza a mis piernas dejándome más que asombrada, su cuerpo tiembla por el llanto, por un momento pienso arrodillarme con él, lo descarto, y aunque quisiera alegrarme por verlo así no lo hago.

—Perdón por todo —susurra.

—Dominic levantate —le pido pero no me hace caso, por el contrario se aprieta más a mis piernas, como si nunca quisiera dejarme ir—. Por favor —intento de nuevo.

—Por favor América, perdóname. —Se levanta de apoco tomando mis mejillas entre sus manos.

—No recuerdo los motivos por los que estás arrepentido, pero sé que me dañaste, sé que me causaste mucho dolor, es como si la antigua América estuviera dentro de mi mente pidiéndome a gritos que me mantenga lo más lejos posible de ti.

—Sé que todo el dolor que te hice pasar por voluntad propia no te lo merecías, estoy arrepentido, las circunstancias te hicieron olvidar a ti pero en mi mente sigue vivo el recuerdo de todo lo que te hice, si pudiera borrarlo, lo haría sin dudarlo, y no lo digo de mi memoria sino del pasado, nuestro pasado.

—No puedo perdonarte por algo que no recuerdo, quizá te odie cuando logre recordar.

—¿No me odias ahora?

—No te voy a mentir, odiarte sería sentir algo por ti y yo lo único que siento al verte es deseo de venganza.

—¿Venganza de qué?

—Venganza por como me encuentro, por todo lo que me perdí, ¿aún quieres la patria potestad? —Miro a Sofia que reposa en mis manos tan tranquila, ajena a lo que estoy hablando con su padre.

—¿Quién te lo ha contado?

—Entonces es cierto. —Por su respuesta se que es así—. Willmer me lo ha dicho.

—Acepto que lo dije, ya no, somos ambos los padres, tenemos los mismos derechos, quiero que crezcan conociéndonos a ambos.

—Quiero que se queden contigo Dominic y que me permitas verlos cada que quiera y pueda. No tengo nada que darles ahora, aquí contigo están bien, por lo menos en lo que consigo empleo y veo que voy a hacer con mi vida para poder estar con ellos.

—Puedes quedarte aquí, no necesitas trabajar, puedo llevar todos los gastos, tengo para eso y mucho más.

—Eso sería raro, la gente lo confundiría con algún tipo de relación Dominic y yo no quiero eso, quiero quedarme hoy porque necesito estar más tiempo con mis hijos y no tengo otro sitio al cual ir, no quiero que confundas el que seamos padres a tener una relación sentimental.

—Lo entiendo, si quieres puedes obtener un empleo en mi empresa.

—Ya sé que ya había trabajado para ti, me lo dijo...

—Willmer —completa por mí ya que se me había olvidado momentáneamente el nombre del rubio.

—Sí, exactamente, Willmer me lo dijo, y gracias pero no quiero un empleo tuyo.

—América déjame ayudarte.

—No quiero hablar más del tema, ya deja eso así. —Tomo asiento en el sillón de cuero de dos plazas que se encuentra en la esquina superior de la esquina donde se encuentran las cunas.

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora