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—Despierta —susurra sobre la curva de mi cuello provocando que mi piel se enchine.

—No quiero, tengo sueño —gruño hundiendo más el rostro en la almohada. El jarabe de sirope inunda mis fosas nasales y el apetito que dormía junto conmigo se despierta reclamando comida, y mis ojos sueño, me debato internamente porque hacer, amabas acciones son sumamente placenteras.

—Regalaré tus hot-cakes a Alaska —dice Will y es ahí cuando una bombilla se enciende arriba de mi cabeza, podría comer y luego regresar a dormir. Froto mis ojos y me siento sobre el respaldo de la base de la cama, Will coloca la bandeja en mis piernas.

—Gracias —agradezco tomando la rosa roja que ha dejado a un lado del zumo de naranja. La acerco a mi nariz para olerla. Es enorme, parece ser de ornato. Tomo el vaso de vidrio entre mis manos y de un sólo trago casi me acabo todo el jugo de naranja, sí que tenía sed. Tomo los cubiertos entre mis manos y corto un bocado del par de hot-cakes, sonrío llevándolo a mi boca, el sabor es delicioso y los devoro en un cuarto de hora.

—No me llamaste ayer —dice.

—Estaba dormida —miento.

—No sabes mentir, además de que me dejaste en visto y no eres de las que duermen hasta entrada las diez de la mañana, ni de las que dejan en visto, eres esa chica que prefiere que la dejen en visto a dejar tú a alguien que vea que sólo leíste y no respondiste. —Me doy cuenta que tiene razón, pero no digo nada, me encojo de hombros.

—Estaba enojada —digo por fin.

—¿Estabas? ¿Eso quiere decir qué ya no lo estás?

—Yo nunca dije eso.

—Bueno, ¿pero aún lo estás? —me pregunta.

—Sí, aún lo estoy —digo seria, es la verdad, aún no puedo creer, asimilar, comprender a lo que se dedica por las noches y en su tiempo libre.

—Ayer fue Dominic a verme a mi departamento —dice de pronto, de inmediato me alarmo.

—¿Y qué te dijo? —pregunto.

—Hoy se va a New York a manejar la sucursal que se encuentra ahí de su padre. Dijo que nos dejará en paz y nos desea suerte en nuestro próximo matrimonio.  —Tengo el mismo nudo de la madrugada invadiendo nuevamente mi garganta, me doy golpes de puño cerrado mentalmente.

—Bien —respondo.

—¿Bien? ¿Solo bien? —Parece estupefacto.

—¿Pues qué quieres que diga Will?, ya se terminó todo, seremos tu y yo, más los bebés claro. —Me siento rara al no poder decir: "Tú y yo junto a nuestros hijos", porque no lo es, no es el papá, ese papel es de Dominic y yo se lo he arrebatado. Aunque él sólo se lo arrebató en realidad, son las consecuencias de sus actos, por haberme tratado como una bazofia. Yo no quiero y me lastimaría en sobremanera que mis hijos recibieran de Dominic el mismo trato.

Me pongo de pie y me dirijo al baño, escucho como él sigue hablando pero no logro comprender lo que dice, sólo son susurros en la lejanía. Me cepillo los dientes y lavo mi rostro, para cuando salgo Will sigue sentado en el borde de mi cama.

—¿Entonces te parece bien la boda en cuatro meses? —Me pregunta de golpe.

—¿No sería mejor hasta después del nacimiento de los bebés?, estaría pasando los cinco meses e imagínate lo abultado de mi barriga.

—Podemos mandar a diseñar un vestido a París especialmente para que realce tu embarazo, a mí no me importaría, eso me sería más especial.

—Lo hablamos en la cena, aún tengo demasiado sueño —respondo para zanjar el tema—, y demasiada molestia —agrego.

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora