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—Tengo un poco hambre, con lo atareado que he tenido el día no he ni desayunado, ¿bajamos a comer algo? —ofrece ya que nuestros hijos se encuentran durmiendo plácidamente.

—Está bien —accede mi estómago por mí. Cerramos la puerta del dormitorio con cuidado, el pasillo es muy largo, hay habitaciones por doquier, pero todo es nítido, sin ningún tipo de decoración. Pronto llegamos a la cúspide de las escaleras y empezamos a decenderlas para luego dirigirnos a la cocina donde Dominic se mueve cómodo mientras yo me siento incomoda y fuera de órbita.

—¿Crees qué puedas comer un emparedado?, si quieres podemos ordenar comida a domicilio.

—El emparedado está bien, ¿en qué te puedo ayudar?

—Toma asiento, ahorita los preparamos entre los dos. —Me siento en uno de los taburetes mientras Dominic pasa los ingredientes, panes, aderezos, jamón, varios tipos de quesos, tomates saladette, lechuga, y por demás complementos que me hacen agua la boca. También pasa una botella de jugo de naranja embotellado, un jugo de naranja artificial. Pone frente a mí un plato de cerámica y un cilindro de vidrio que lo rellena del líquido pintura.

—¿Siempre comes así? —le pregunto.

—No siempre, la comida para llevar me salva.

—¿Por qué no sabes cocinar?

—No lo sé, creo que es porque nunca he tenido tiempo para estar en la cocina experimentado.

—Pues Willmer es chef. —Levanto la rebanada de pan blanco y le pongo un poco de mayonesa, regreso la vista a Dominic que le está poniendo las hojas de lechuga ya desinfectada a su emparedado—. ¿Tienes aceitunas? —le pregunto, sin pronunciar nada se gira a buscar tal vez las aceitunas en las gavetas de la despensa. Después de buscar y buscar por fin se voltea con el frasco sellado con las aceitunas dentro bañadas en sus jugos, para entonces ya he terminado de preparar mi emparedado.

—Aquí están.

—Gracias pero ya no las quiero. —Suelta un suspiro dejando de lado las aceitunas. No hay nada más de lo que hablar, no tenemos tema de conversación y me sigo sintiendo recelosa de estar frente a él. Me observa comer, mi estomago no acepta más de la mitad del emparedado y el jugo de naranja. Al final soy yo la que lo observa comer a él, preparar un par de emparedados más, beber de su jugo. El silencio no es incomodo, me gusta no escuchar nada, sólo mis pensamientos.

—¿No terminaras de comer?

—No, me siento bien así.

—Estás delgada, quizá deberías subir de peso.

—Comenzaré ha ejercitarme y a comer saludable, no estoy de acuerdo en subir de peso.

—Quizá los doctores te lo hubieran dicho, si tan sólo te hubieras esperado a que te dieran el alta como a las personas normales.

—No quiero hablar de ello.

—Pues deberías, casi haces poner mal a tu madre.

—No me hables de nadie, mira que te lo pido como favor.

—Apuesto a que sí quieres que te hable de Willmer —gruñe.

—Pues no, tampoco, lo único que quiero es que te calles. —No dice nada más, por fin guarda silencio, ¿qué hago aquí viéndonos directamente a los ojos?, tiene un aspecto cansado.

—Dormiré en el sillón que hay en la habitación de los bebés. —Me pongo de pie, tomo los utensilios que he ocupado y los dejo dentro del lavavajillas.

Subo a la habitación de mis hijos, abro la puerta pero fallo y esta no es la habitación que esperaba, es un cuarto que huele a pinturas y lienzos. La habitación está en penumbra, prendo la luz intrigada por mi curiosidad. La luz tenue ilumina la habitación de un artista, me adentro en el lugar, abro la boca asombrada. Con la pérdida de memoria había olvidado como eran mis propios rasgos físicos, con el primer espejo que tuve entre mis manos comprobé que soy rubia, de ojos verdes azulados, que soy la chica que está pintada en todos los lienzos que se encuentran aquí, a excepción de algunos paisajes. Con forme me adentro en la habitación veo otros que llaman mi atención, es en el que reposan mis hijos el uno al lado del otro tan bien hecho que parece una fotografía propia, además hay otros de otros niños, una niña como de cinco años aproximadamente, de ojos café avellanas y cabello negro, el niño de su lado también tiene el cabello negro y unos ojos verdes, los mismos ojos que tiene Damon, lo mismos ojos que tengo yo, un escalofrío invade mi cuerpo, el par de niños lucen felices en el campo debajo de un árbol de manzanas, uno de ellos sostiene un libro entre sus manos pero no puedo alcanzar a leer el titulo de este. Regreso la vista a los que yo soy la protagonista, en todos estoy sonriente, los ojos me brillan, siento que es imposible que yo haya posado para cada uno de ellos. En el primero tengo un vestido de época en color rojo carmesí, guantes blancos hasta los codos, una sombrilla y además un abanico, si tanta calor tiene la pobre, ¿por qué mejor no se quita ese bochornoso vestido?, callo mis pensamientos, después de todo sólo es un cuadro. En el siguiente sólo es mi rostro sonriente con el cabello volando a un lado por el viento quedando como para portada de disco musical. En el tercero me encuentro de perfil en lo que parece ser una casa de campo o una cabaña con la vista en el atardecer en las colinas, visto un vestido de tul hasta los pies con onda ya que parece ser que tengo una pierna flexionada, como si estuviera posando para el cuadro. Como estos hay más, el que me sorprende es un desnudo, sólo un fino listón de lo que parece ser seda roja se enreda por mi cuerpo cubriendo algunas partes, como las areolas y los pezones que aún así se remarcan pareciendo estar erectos, la tira de listón me sigue envolviendo por la cintura, las caderas y las piernas, las cuales están cruzadas en un ángulo que no se revela mi feminidad pero queda al descubierto una de las curvas de mis nalgas, el listón llega hasta mis tobillos y de ahí se nota llegar al piso en una caída fluida, regreso la vista al cuello donde se amarra el listón en un moño pareciendo el obsequio de alguien, tengo mi cabeza a un lado con una de mis manos cubriendo mi boca, los ojos cerrados, empiezo a notar los detalles del cuadro, las mejillas me arden de la vergüenza, yo no posé para ese cuadro, ¿o sí?, una de las manos llega y se esconde entre mi pierna y el ángulo del artista está dando a entender que me estoy tocando, observo el vientre que está un poco sumido y el pecho levantado, la espalda arqueada y las piernas tensas, a todo esto le sumo la expresión del rostro, la chica está teniendo un orgasmo. Me lleno de indignación, sí yo no posé para ese cuadro ¿cómo es qué Dominic pudo imaginarme así? Es decir, tuvimos relaciones sexuales una vez, me vio por primera vez tener un orgasmo, pero, ¿se le quedó tan gravado en su mente para pintarme de aquella manera? Creo que nunca podré borrar esa imagen de mi cabeza. Me dirijo a la mesa donde reposan las pinturas óleo y los diferentes tipos de pinceles profesionales, por demás esponjas y líquidos que no sé para que son utilizados.

Me acerco a la mampara que sostiene un nuevo lienzo que está cubierto por una manta blanca, la retiro para ver cual es el ultimo trabajo que ha realizado, después de todo no puedo negar su talento. Este cuadro es impresionante, me deja sin palabras, es una acción cotidiana, algo que las familias hacen. Es un parque donde predominan los juegos de este, en uno de ellos, en un subibaja está Dominic sosteniendo a lo que supongo es como imagina a Sofia en unos tres años aproximadamente, mientras yo estoy en el otro extremo con Damon, los cuatro nos vemos bien, nos vemos alegres, felices, y aunque sé que habrá días en los que estemos cuidando los dos a nuestros hijos, no siempre será así, habrá días que sólo será trabajo mío ver por ellos y habrá días que sólo será tarea de Dominic, raramente estaremos los cuatro como se ve en el cuadro.

—¿Estás segura qué si lo intentamos no funcionará? —escucho a mis espaldas.

N/A.

Capitulo dedicado para: lucia974 y natycarp

⭐mte

Gracias por leer.

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora