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Siento mis ojos pesados, no puedo abrirlos. Aún así en la lejanía de forma distorsionada puedo escuchar voces.

—¿Qué demonios haces tú aquí? —A pesar de que las voces de ambos hermanos son prácticamente las mismas tienen un ápice de diferencia. La voz de Dominic es más fuerte, más potente, más gutural, aunque tengan el timbre muy parecido. El que hable de aquella forma irrespetuosa me confirma que es Dominic el dice aquello.

—Es mi novia, vine por ella, ¿puedes soltarla por favor? —La voz de Will suena preocupada.

—Claro —responde el que creo es Derek. Unos brazos familiares me envuelven, me siento en mi zona de confort, libre y relajada, la cabeza ya no me da vueltas.

—Soy yo mi amor. —Siento unos labios rozar los míos, luego mi frente y mis mejillas.

—¿Will? —pregunto en un hilo de voz, revoloteo las pestañas hasta que por fin puedo abrir los ojos. Al principio es como si tuviera un paño o vapor sobre mis ojos haciendo mi vista nublada que de poco a poco se va aclarando. Estoy en el piso de la sala de juntas con los brazos de Will a mi alrededor, su colonia varonil francesa me hace recobrar los sentidos por completo.

—Soy yo cariño, ¿estás bien? —Con una de sus manos acaricia mi mejilla derecha. El ambiente está tenso, tanto que podría pincharlo con un alfiler y hacerlo reventar.

—Sí, ya estoy mejor. —Carraspeo para aclarar mi voz, con la ayuda de Will logro ponerme de pie.

—Tenemos que ir al doctor, ¿no has ido verdad? —dice a forma de regaño y como si fuera poca mi vergüenza todavía le sumamos que me regaña enfrente de mis jefes y uno de ellos nos observa con asco, con odio, como seres repugnantes.

—No —susurro para que note que esto lo hablaremos fuera de la empresa, él asiente y me abraza, me separo al instante.

—Lo siento —me disculpo hacia mis jefes.

—No importa América, no tienes que hacerlo, fue un accidente, ¿ya te sientes mejor? -me pregunta a la distancia Derek.

—Sí, gracias, ¿ya me puedo ir?, sé que no se ha terminado lo de la campaña publicitaría pero de verdad necesito ir al medico. —Lo que de verdad necesito es sacar a Will de aquí pero si ahora mismo.

—¿Cuánto tiempo? —pregunta Dominic a Will, las piernas me tiemblan y por un instante quiero correr. Él no puede saber que estoy embarazada ¿verdad? No hay manera en el infierno que él pueda estar enterado de la verdad, ¿cierto?

—¿De qué? —gruñe Will que de forma posesiva me toma de la cintura y me aprieta a su costado.

—De relación —pronuncia con la quijada apretada. Un día de estos juro que me muero de un puto infarto.

—Dos años, casi tres —responde Will, no sé porque lo hace, ¿por qué le contesta?, ni que fuera su empleado para cuestionarlo. Una grande, pronunciada, lobuna y sobretodo burlona sonrisa se forma en el rostro de Dominic. De alguna manera puedo interpretar su sonrisa, más que nada es burla. Casi se echa a reír a carcajadas en nuestras caras y eso me parte el corazón, no se está burlando de mí, bueno sí, también, eso ya lo hizo, no sólo se burlo de mí, también me humilló ayer en su despacho, pero que se burle de Will -aunque sea internamente- me afecta en sobremanera.

—Está bien América, nos vemos mañana —dice Dominic sin borrar esa estúpida sonrisa del gato de Alicia en el país de las maravillas que libera y deja a la vista toda su dentadura. Las miradas que se dirigen el uno al otro son tan gélidas y heladas como un iceberg. Se ven con odio, un odio que presiento no se formó dentro de este edificio. No pierdo más mi tiempo, tomo mi bolso metiendo dentro todo lo que había utilizado.

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora