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—Cuando estés mejor puedes volver al trabajo. —Acepta mi respuesta, sé que por el momento será lo mejor. No sé que más decir, el dolor no para, me siento tan perdida, no sé si podré seguir haciéndome la fuerte por mucho tiempo más.

—Gracias, pero no volveré. —Sigue tomando mi mano como si no quisiera soltarla. Creo que es lo más cercano a la calma de lo que he visto nunca antes.

—Siempre que quieras volver en la empresa habrá algún puesto para ti. —Ofrece. Asiento con la cabeza para hacerle saber que lo he escuchado, pero no digo nada más, me siento sin fuerzas además de que me duele como el infierno mi cuerpo, claro que no es comparable con el dolor interno que me atraviesa por todas mis entrañas y emociones.

—Hasta pronto. —Tengo la impresión de que besara mis labios a lo que ladeo mi cabeza y sus labios impactan con mi mejilla justo cuando la puerta se abre, la cabellera rubia de mi madre se adentra en la blanca habitación olorosa a desinfectante, a su lado entra mi padre.

Mi madre se llama Alicia, es una mujer menuda de baja estatura, de piel blanca, con el rostro salpicado en pecas, con unos bonitos ojos color marrón, es una mujer sencilla, de carácter autoritario. Cuando tuve la valentía para contarle lo que me obligaba hacer el chófer se volvió loca de dolor, él es su hermano, mi tío. Nunca la había visto desmoronarse de esa forma y jamás excepto aquella vez la he visto llorar. Ambas fuimos a terapia, había ocasiones en que las consultas tenía que acompañarme mi padre y otras veces mis hermanos, lo que oculté es algo que no se debe hacer, debí hablar antes, en cambio el callar me destruyó, al igual que al resto de mi familia. Cuando cumplí los doce dejamos de ir a terapia pues pensamos que aquello ya estaba enterrado en las sombras del pasado y que ahí se quedarían.

Mi padre es un hombre alto con el 1.85 de estatura, los tres de sus hijos —yo incluída— hemos heredado su estatura alta en diferentes medidas aproximadas. Su piel es morena clara, tan sensible que con un rato en el sol se pone tal cual jitomate mexicano, su cabello es café chocolate, cuando los rayos del sol impactan en su cabello se notan unos mechones que casi rozan el tono rojizo de la canela, un color extraño, pero agradable y curioso a la vista, algo que también heredamos de él es su peculiar par de ojos verdes que en ocasiones se pueden ver azules o una combinación de ambos, los tres tenemos este tono de color en los ojos que no he visto jamás en otra persona que no sean mis hermanos, con una única excepción: "Derek", que bien podría pasar por hermano nuestro y no de Dominic.

—Mi vida. —Con las manos temblorosas mi madre toca mi rostro, tiene los ojos hinchados y todos suponemos el motivo y también podríamos apostar que estamos en lo cierto, mi madre ha llorado.

—Mamá —mi voz suena en un susurro ahogado—. Mamá... He perdido a mi bebé... —me lamento. Mi padre deja la habitación tapándose la boca para que no se le escapen los sollozos, es un hombre con un gran corazón, uno muy sensible.

—Lo sé mi vida pero estás bien y tienes la fortuna de que un par de bebés aún están dentro de ti y así será hasta que nazcan.

—Mamá cántame, lo necesito. —Escucho como un fuerte sollozo brota desde lo más profundo de su ser, sabe que al pedirle eso es porque mi dolor me está consumiendo, como el fuego al papel, como la sal al mar, como el odio a las personas.

—This is my life, it's good, it's real, it's perfect, I do not know about monsters, shadows, lies, I do not understand the world, but if my family, is perfect, I love life, being in this place, these are my dreams. —Canta la canción para mí, como lo hacía cuando era pequeña. Acaricia mi cabello y limpia mis lágrimas. Dominic está en una esquina presenciando un pequeño momento tan íntimo, en este momento no puede importarme menos, pero mi madre jamás lo dejaría pasar y no sé esta vez que hay de diferente—. No quiero que esto suene a reproche mi cielo, pero ¿por qué no nos lo contaste antes? —me pregunta mi madre después de terminar de cantar, mi respiración se había vuelto más tranquila, se acelera de vuelta.

—No lo sabíamos mamá, sólo nos hemos enterado un par de días atrás. —respondo nerviosa, siento la mirada de Dominic sobre mí.

—Will nos ha hablado de sus planes de boda, sé que el amor que se tienen es real y ahora más con un par de hijos. Dave y Daylan ya han hablado y están de acuerdo en que contraigan nupcias, ¿qué dices tú? 

Dave es mi padre, Daylan es el padre de Will, su madre ha muerto hacia unos tres años y un poco más, después de su muerte yo he conocido a Will, en aquellos momentos era un chico que estaba sumido en su dolor por la muerte de su madre y la ruptura de una relación que tenía, él mismo me ha dicho que conocerme en esos momentos le dio fuerza y lucidez para no terminar con su vida hundida en la pena. Creo que eso nos hizo más fuertes como amigos y poco tiempo después ya eramos novios. Hasta ahora a tal punto de dar la vida el uno por el otro.

—Es verdad que hemos hablado de la boda mamá y... —La puerta se abre y entra mi padre, detrás de él, el padre de Will, además de Alaska de la mano de un chico pelirrojo que no conozco, Oli junto a otra amiga que además es nuestra vecina, Allie. Todos en las manos traen un ramo de flores, el último en entrar es Will que trae consigo un cuarteto de globos de helio en forma de corazones, en el primero se lee en letras plateadas de brillantina: "¿Quieres", en el segundo: "ser", en el tercero: "mi", en el cuarto y último: "esposa?" En la entrada está el doctor con una cámara de vídeo filmando todo.

—¿Qué dices mi amor? ¿Quieres ser mi compañera de vida para siempre?  "¿Quieres ser mi esposa?" —Abre una caja de terciopelo blanca a mi lado, un anillo de compromiso brilla dentro de esta, tengo un nudo en la garganta.

—Por supuesto... Quiero ser tu esposa. —susurro conmovida, no es el mejor momento, acabo de perder a uno de mis hijos, pero sé que lo hace para hacerme feliz a lo que sus posibilidades puede. Will sin ningún tipo de pudor toma mis mejillas y une nuestros labios, sin importarme la pena y mis mejillas sonrojadas le sigo el beso, al separamos el quita el anillo que reposaba sobre la esponjilla y lo coloca en mi dedo anular, el diamante reluce con cada luz que da de lleno en el. Coloca un beso en mi mano por encima del anillo.

—Mía, para toda la vida —susurra, y como si fuera una película o un libro de wattpad todos empiezan a aplaudir.

—Para toda la vida —concuerdo con él.

El chico pelirrojo de Alaska tiene la vista fija en la esquina, dirijo mi vista hacia allí y me encuentro con la mirada de Dominic sobre mí, pero eso no es lo que más llama mi atención. Daylan, el padre de Will tiene un brazo sobre sus hombros con tal confianza como si se conocieran de mucho tiempo y quizá sea así, le dice algo a Dominic y este sólo asiente sin quitar sus ojos de los míos, a mi alrededor se escucha un bullicio, pero estoy perdida en su mirada dolorida que no me importa prestar atención que no sea para él y sus ojos negros que no se apartan de los míos.

—Suerte. —Es la palabra que logro leer en sus labios antes de que de un paso al frente para liberarse del abrazo del padre de Will. Se dirige a la salida donde el doctor ya se ha marchado y dejado el umbral disponible para quien quiera salir y entrar.

—¿Me estás escuchando América? —me pregunta Alaska.

—Lo siento —susurro apenada.

—No te preocupes —contesta ella restándole importancia. Regreso a ver a Will que está mirando hacia donde segundos antes había desaparecido Dominic, con su ceño fruncido quita su vista de la puerta y la dirige hacia mí, el recuerdo del porque estoy aquí me invade de nuevo a lo que hace que recuerde que Will ya sabe quien es el padre biológico de mis hijos. Un escalofrío envuelve mi cuerpo, Will ya lo sabe...

N/A.

Capitulo dedicado a: kaadee22

Gracias por leer.

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora