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Harry toma la mano de Alaska y huyen antes de que bueno, no sé que habría pasado si se hubieran quedado, pero huyen.

—¿Cuáles son tus planes? —me pregunta rompiendo el silencio, nos encontramos de pie a un lado de la preciosa mesa-pecera.

—No tengo muchos, no todos aún. Creo que esta vez iniciar de cero, y dedicarme a vivir... A vivir de verdad. —Me quito la diadema, el collar y la pulsera y los dejo sobre el sillón. La punta de mis tacones están tocando la punta de sus zapatos negros que usa con su traje de trabajo. Alzo lentamente la mirada desde el suelo, con las yemas de las dedos toco un costado de su abdomen y lentamente subo mis dedos recorriendo su cuerpo por encima de su camisa blanca, siento como su cuerpo vibra debajo de mi tacto, como su piel se eriza y su corazón va de prisa, dejo mi mano ahí, sobre su corazón—.  ¿Me amas Dominic?

—Te amo América. —Sus manos acunan mi rostro, y su vista me recorre cada milímetro de la piel que conforma mi rostro, y cada una de mis facciones mientras yo hago exactamente lo mismo.

—Te prometo que te amaré. —Estando a su altura le hago la promesa con contacto visual, me gusta el brillo que veo en los suyos.

—No lo prometas, haré que suceda. —Me lanzo a sus brazos, lo aprieto contra mi pecho.

Antes de irnos a dormir pasamos a ver a nuestros hijos que duermen con el chupete en su boca.

—No tengo sueño —acepto.

—Yo tampoco —acepta.

—¿Tienes inspiración? —le pregunto con una ceja arqueada.

—¿Para qué? —pregunta de vuelta.

—Para pintar Dominic, tú lo haces y yo lo observo.

—Claro que tengo inspiración, estoy cerca de mi musa, creo que la pregunta se responde sola.

—Entonces vamos. —Tomo su mano y lo guío a su taller de arte.

—Puedes sentarte allí —ofrece.

—Claro. —Me siento en el sofá de una plaza que se encuentra a un lado de la ventana que está abierta con el aire fresco llenando la sala, observo como Dominic se vuelve el dominante experto del lugar, se mueve con fluidez, se ha quitado la camisa y estoy tratando enormemente de no centrarme sólo en eso, sino en todo lo que hace. Sonrío viendo como toma los materiales necesarios para iniciar su obra de arte, mientras él se centra en el lienzo yo recorro la vista por la habitación y mi mirada recae en el cuadro erótico e inmediatamente mis mejillas vuelven a sentirse calientes, creo que esa pieza siempre podrá hacer que mi cuerpo experimente una rara sensación cada vez que la contemple. Cuando en la habitación nada se me hace digno de ver centro toda mi atención en el pelinegro que está más que concentrado, de vez en cuando su mirada me busca sólo para sonreírme y eso me hace sentir que el lugar en donde me encuentro es el cuarto cielo. No me aburro, no lo puedo hacer, cada segundo que pasa me siento más sorprendida y maravillada del sujeto que está a unos cuantos pasos de mí, recuerdo sus palabras y aunque no debió de haber dicho mucho de lo que dijo, exactamente ahora no me importa, las palabras no han salido de mi boca, pero esta paz que siento al verlo tan relajado y siendo un buen ser humano me hace pensar que lo he perdonado antes de darme cuenta o de siquiera haberlo analizado o dicho en voz alta para alguien que no sea mi subconsciente.

—Te ves hermosa, me gusta tu vestido —dice mirándome momentáneamente.

—Te ves hermoso, me gustan tu six pack. —Los dos soltamos una risa, no podemos evitarlo, en un rato no volvemos a hablar, lo hago para que pueda concentrarse mientras mi pupila se dilata por el disfrute de la tremenda vista.

27/30.

Mte

Gracias por leer.

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora