Martes 6 de marzo del 2018.

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Pasaron tres días desde el nacimiento del par de bebés en los cuales pasaron muchas cosas excepto que América despertara.

Willmer había tenido una persecución donde por poco logra dar con Black Widow, cabe mencionar que falló y su intento fue nulo.

Dominic mandó hacer en el mismo hospital donde habían nacido sus hijos la prueba de paternidad nada más para poder llevárselos de ahí, inclusive ya tenía la habitación de los bebés lista.

El porcentaje de que América regresara a la vida se reducía con cada día que pasaba, su cuerpo a pesar de los masajes para la circulación de la sangre y los baños de esponja, estaba en agonía, en decadencia.

Oliver, Alaska, Derek, Allie, Camila, Florence, chicos que conformaban su grupo de amigos tuvieron que retomar su rutina yendo al hospital a verla cada que podían. Al igual que Robert, el cual tenía giras y de todo un poco, muchas aventuras que nada más poner un pie en San Diego corría directito a la habitación de América para contarle todo lo loco que le sucedía.

Los hermanos de América con sus respectivas parejas —aunque aún no lo fueran Taylor y Fiorella los cuales reaccionaban como tal, así como también Alaska y Harry que continuaban negándolo y haciendo cosas que los amigos no hacen y los novios sí— no tenían planeado regresar ni a Italia ni a Belice hasta que América no despertara, así fueran meses estaban dispuestos a esperar.

Dominic sostenía en sus manos las pruebas del laboratorio, sus manos temblaban y su corazón casi salía disparado por su boca, sus mocasines negros no paraban de resonar con cada paso que Dominic daba, por fin se sentó en una de las butacas de plástico, no quería derramarse en el suelo por la impresión. Abrió el sobre y la respiración le faltaba, con la vista sobre las letras negras leyó directamente donde daba positivo con el 99.9 de porcentaje a su favor, soltó un grito de alegría que ocasionó que las personas a su alrededor lo regresaran a ver con el ceño fruncido, una enfermera que por ahí pasaba lo mando a callar a lo que él no le tomo importancia, con las piernas temblorosas se dirigió a los cuneros. El vidrio que los dividía ya no se sentía una barrera, eran suyos, sus hijos por siempre sin importar donde se encontrara él o ellos.

Una enfermera entró a cambiar al par de bebés bajo la atenta mirada de Dominic el cual no podía dejar de verlos, ambos bebés comenzaron a llorar, Dominic deseó poder tenerlos entre sus brazos para apaciguar en ellos la sensación de llanto que él tan bien conocía.

La madre de América se acercó al cunero acompañado de Will, creían que ya podrían llevarse a los bebés.

—No pueden llevárselos, el padre biológico ya ha pedido llevárselos consigo hoy mismo —respondió la enfermera.

—¿El padre biológico? —preguntó sacada de onda la madre de América, regresó a ver a Willmer que rehuyó de su mirada.

—Sí, llamado Dominic Winter —respondió leyendo en los papeles que sostenía en sus manos. Otra enfermera ya preparaba a los bebés para su salida. Pamel se encontraba aparcando en el estacionamiento para ayudar desafortunadamente a Dominic con sus hijos.

—Lo siento —susurró Willmer a la madre de América, le dolía, por supuesto que sí, él había acompañado a América en cada momento complaciéndola en antojos, en los ultrasonidos, la primera vez que se movieron, eran y los sentía como suyos aunque en realidad no lo fueran. Alicia aún no podía creer lo que sus oídos habían escuchado, se sentía molesta con Willmer, por la farsa que había mantenido en pie, cuando notó que tal vez ni siquiera sabía que su hija le había engañado y sólo él sabía como esa noticia le estaba asentando, no creía que eso hubiera sido posible, estaba segura que su hija amaba a Willmer como para hacer una barbaridad de tal calibre.

—¿Lo sabías Will? —se limitó a preguntar, estaban a punto de casarse, ¿a caso América le había mentido diciendo que eran hijos suyos?

—Sí lo sabía —pronunció con pesar y a regañadientes. Creía que debería sentirse molesta porque se lo hubieran estado ocultando, pero eso le hizo dar cuenta por el contrario el buen chico que era Willmer al perdonar a su hija una infidelidad sumándole un embarazo que no era suyo e inmediatamente su enojo se disipó.

Pamel llegó hasta los cuneros donde ya se encontraba la madre de América iniciando una conversación con Dominic.

—¿Tú eres el padre? —Supo inmediatamente que la respuesta sería afirmativa pero aún así formuló la pregunta, ya le conocía de poco a Dominic, no le agradaba del todo, pero era el padre de sus nietos, tenía todo el derecho del mundo a llevarse a sus hijos.

—Sí señora, soy yo.

—Por favor cuida bien de ellos, no seas egoísta y permite que podamos verlos.

—Por mí no hay problema pero es hora que mis hijos estén en casa y no sigan en este hospital, pueden ir a verlos o también yo podría traerlos cada que venga a ver a América, porque los bebés necesitan verla, sentirla cerca y espero América también pueda sentirlos. —Las lágrimas casi vuelven hacer su aparición en el rostro de la madre de América que valientemente las reprimió.

—Gracias Dominic. —Una enfermera salió con la bebé que el pasado llanto la había dejado con unos hipidos y suspiros haciendo que su pequeño cuerpo se sacudiera suavemente haciendo que luciera hermosa y tierna, el color amarillo de su ropa le asentaba bien con sus ojos negros que lo veían directamente a su rostro cuando ya la tenía entre sus brazos, tenía el dedo pulgar dentro de su boca como si fuera un chupón y la otra la movía con movimientos lentos.

Pamel sostuvo entre sus pálidos brazos al bebé que la observaba con sus ojos verdes, era ligero y hermoso. Por último les pasaron la pañalera con las pertenencias de los bebés, antes de retirarse pasaron con el pediatra donde les dio la fórmula láctea que sustituiría la leche materna, y por demás concejos que necesitaría Dominic como padre primerizo.

En el trascurso del recorrido en automóvil del hospital a la mansión Pamel se vio imaginando que eran una familia, los bebés, él y ella, eso era lo que quería, con nadie más, sólo con él, deseaba con todas sus fuerzas que la rubia jamás despertara. Por el movimiento del automóvil el par de bebés llegaron dormidos, esa tarde Dominic no se separó de ellos, los observó todo el día dormir, necesitaba a América ahí con él compartiendo tan mágico momento, su corazón se comprimió, la necesitaba.

N/A.

Capítulo dedicado para: LucianaMarini9,
Mte

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora