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Mi celular suena dentro de mi bolso, y como todo bolso de mujer está repleto de cosas casi indispensables así que tengo que rebuscar dentro de el hasta lograr encontrarlo.

—¿Bueno? —respondo aun observando la bolsa de Tiffany & Co que reposa en la corva de mi codo. El las bocinas de los pasillos del centro comercial suena New Rules de Dua Lipa, la inglesa que su música me trae como loca de lo buena que está, bueno, más loca de lo que lo estoy ya, obviamente me refiero a su musica.

—¿Dónde estás?

—¿Qué cómo estoy? —le pregunto con un poco de sarcasmo—, Bien gracias ¿y tú? —mi voz suena sería y a pesar de eso me encuentro caminando hacia la florería bailando entre la gutural voz inglesa y el ritmo que a cualquiera se le antojaría mover las caderas.

—Meri, yo...

—¡Genial, ya no estás molesto! —exclamo, si vamos a hacer esto no tiene que tener ni idea, tiene que creer que ahora la molesta soy yo.

—Lo siento, no dejé que te explicaras, no volverá a suceder.

—¿Dónde estás Dominic?

—En el mismo lugar dónde me viste hace un rato, no he podido irme, sigo dentro de la camioneta estacionada enfrente de la cárcel, ¿dónde estás tú? Se escucha musica.

—Sí, bueno... Ve a buscar a nuestros hijos donde Alaska y Harry, aún quiero estar sola, cuando quiera regresar te enviaré un texto para que vayas a casa, eso será hasta que yo este ahí ¿de acuerdo? —le pregunto cayendo en la realidad que de verdad en su puesto esto se tornaría sospechoso y espero que también le parezca intrigante.

—De acuerdo —logro percibir la duda en su voz. Cuelgo la llamada sin responder a eso. Entro en la florería, que sí, es parte de la franquicia de mis padres, no lo he mencionado porque eso sería avisar a mis padres de la compra y ellos no recibirían mi pago.

—Señorita en total se han contado más de tres mil rosas y el gerente ha dicho que se le hará precio de mayoreo.

—Por mí está bien, ¿tienen alguna forma de trasportación?

—Por supuesto.

—Quiero además que estén las flores en jarrones negros, ¿cuento con ello?

—En diez minutos los tendremos, cuente con ello, por supuesto, ¿cuál es la dirección? —Le doy la dirección, hago el correspondiente pago y salgo del centro comercial, a las afueras de este tomo un taxi que me lleva hasta la caseta de seguridad de lo que es el codiciado fraccionamiento.

—Gracias. —Le entrego al taxista su paga y bajo.

—Hola, buenas tardes chicos —saludo a los guardias de seguridad.

—Buen día señorita Castañeda.

—Sé que Dominic no está, ¿no tienen una copia de la llave de su casa para que pueda pasar?

—Las llaves son privadas y confidenciales señorita.

—¿No lo pueden intentar?

—Tendríamos que llamar al señor Winter —sugiere uno de ellos.

—No —respondo a toda prisa es entonces cuando achican sus ojos y me ven con miradas que lograrían intimidar a cualquiera—. Verán... Le estoy preparando una sorpresa y si le marcan eso haría que mi sorpresa fracasara y me estoy esforzando para que eso no suceda. Ven esto. —Señalo la bolsa de joyería—. Es un argolla de compromiso, le pediré matrimonio.

—¿Usted a él? ¿Hoy?

—Exactamente, sí.

—¿Vez Dan? Lo que una mujer nunca hará por ti —le dice el de lentes de sol al más musculoso.

—Mejor calla Ben y ve por las llaves —dice a leguas el más amable y menos bromista. Una vez que Ben va en busca de las llaves comento:

—Sí, además en unos minutos llegara un camión, si quieren pueden registrarlo y notar que en su interior sólo traen un cargamento de rosas y jarrones de cerámica negros.

—Los dejaremos pasar y no dude en que haremos el registro de la mercancía, es por política de seguridad.

—Se los agradezco. —Ben vuelve más pronto de lo esperado, me permiten pasar y entre mis manos llevo las llaves de la gigante casa de Dominic.

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Mte

Gracias por leer.

Maravilloso accidente. (Completa) (En Físico) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora