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Mi esposo continuaba insistiendo que visitar a esa bruja era una absurda idea pero lo conozco bien y puedo asegurar que está muriendo por dentro para conocer todo lo que el destino tiene para nosotros. Luego de cenar unos bastones de pollo frito con mucho queso, papas fritas con kétchup y el infaltable plato de ensalada, mis hijos exigen que vayamos por helado así que me veo obligada a servirles una porción adecuada.

— ¿Cuál es tu sabor preferido, Eric? —Matheo le pregunta a su hermano mientras sostiene un recipiente plástico. —Mami, ¿Puedes ponerle fresas a mi helado?

— ¡Vainilla! —El otro replica. — ¡Mami! ¡Quiero chocolates! ¿Podemos comer chocolates? Di que sí.

—El chocolate está prohibido para ustedes dos porque luego les duele la barriga —Exclamo a la vez que me encuentro batallando con la estúpida cuchara para tomar los últimos fragmentos de chocolate, observo cómo Luke camina apresuradamente hacia nosotros y dejo salir una risita. Daddy se ha convertido en un pequeño cerdito. — ¿Quieres fresas, rayito de sol?

Theo indica que sí con su cabeza.

— ¿Sabes quién necesita fresas y algo de crema, gatita? —Luke susurra en mi oído, toma el lóbulo de mi oreja entre sus dientes. —Tu trasero, así luego puedo devorarlo.

—Eres un asqueroso y pervertido —Vuelco mis ojos y le doy un suave empujón, haciéndome paso con Matheo quién no ha dejado de tirar de mi vestido y en cualquier jodido instante acabaré desnuda en medio del buffet. Luke continúa riéndose de mi reacción a medida que recoge algo de postre. —Rayito de sol, ¡Deja de tirar de mi vestido porque mami terminará perdiéndolo y tu padre se molestará!

—Le harías un favor al mundo, Theo —El mayor comenta, besándome fugazmente en los labios. Agradezco que el niño no haya oído lo que él acaba de decirle porque seguramente tratará de quitármelo. —Samuel y Zirah estaban hablando sobre su pene en cuanto tú te marchaste, así que no tuve mejor opción que correr hasta aquí para evitarme una incómoda situación. ¿Por qué no podemos hablar sobre mi pene?

—Porque es pequeño y estás borracho —Contesto, cruzándome de brazos. — ¡Chicos, dejen de correr porque tropezarán o lastimarán a alguien! ¡Cuidado!

—No estoy borracho, ¿Sabes qué cenarás esta noche?

—Ya he cenado, daddy —Murmuro, él deja salir una risita al notar como la sangre sube hasta mis mejillas. — ¿Tú que cenarás?

—A ti —Él sonríe con picardía, viro mis ojos y me acomodo en medio de los gemelos quiénes han ensuciado las adorables camisas que mi suegra les obsequió. — ¿Han pensado qué le preguntaremos a la bruja? Diablos, siento nervios... ¿Qué tal si dice que moriré antes de conocer a Kurt Cobain?

—Kurt Cobain está muerto, Luke —Samuel carcajea, le doy una suave patada por debajo de la mesa esperando que deje su estúpido comportamiento para más tarde. —Creo que tú sabrías como sacarle provecho a todo eso, morirás feliz porque te has reproducido por doble y con una bellísima muchacha como mi hermanita.

—Lo siento, confundí a Kurt con Mick Jagger —Se encoje de hombros. —Moriría feliz sabiendo que he creado a los niños más bonitos del planeta, estaría feliz de tan solo recordar cada uno de los momentos que compartí con tu hermana.

—Probablemente debamos preguntarle qué deparará para mi padre, si vendrán nuevos niños o ha cerrado la fábrica por siempre —Comento, limpiando los restos de helado que han quedado sobre las mejillas de Eric. —Debemos preguntarle si su bebé será niña o niño, si saldrá idéntico a Samuel o Zirah, si Luke dejará de beber tanto y si alguna vez me cansaré de comer fresas con chocolate.

daddy ; luke hemmings [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora