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El viernes Samuel estuvo ocupado fuera de casa al igual que yo. Estuve en el banco abriendo mi primera cuenta bancaria y solicitando una tarjeta de crédito; aparte de eso, por cosas de la vida, terminé topándome con Elena fuera de la oficina, por lo que llamamos a Ramiro y a Darren para que se encontraran con nosotros en el centro comercial más cercano.

Mientras llegaban, me deshice de Elena fingiendo ir al baño, sabiendo que Alfredo me seguía, por lo que le pedí que se mantuviera lejos de mí mientras estaba con ellos, y gracias al cielo que me hizo caso. Fuimos a almorzar juntos y disfrutamos mucho hablando sobre lo que había pasado a lo largo del año desde que nos graduamos, comenzando por la cuestión de independizarnos de nuestras familias, aunque yo lo había hecho y primero.

Darren había comenzado a trabajar en la galería de su papá y trabajaba vendiendo sus propias esculturas a compradores nacionales e internacionales, en el último mes había subastado por primera vez sus piezas, descubriendo por sí mismo un mundo conocido para él en el mercado.

Elena trabajaba como artista independiente y sus trabajo se había convertido en un pasatiempo, ya que todo se concentraba en sus alumnos de secundaria, pues había descubierto su vocación como maestra de artes en uno de los mejores colegios de la ciudad; sin dejar de lado su plan para los próximos seis meses, el cual era integrarse como profesora de primer nivel de la universidad en la que habíamos estudiado.

Y por su parte, Ramiro vivía de la renta de las propiedades que sus padres le habían heredado, mientras ello, se encargaba de preparar su libro ilustrado. Era un paso arriesgado, pero sabía que era de los mejores en la clase, seguro le iría bien.

La verdad es que la vida de un artista no era sencilla, ni siquiera para los músicos o escritores y mucho menos para los licenciados en artes visuales. El hecho de estarnos innovando, de querer entrar en un mercado devaluado y a la vez competitivo, nos hacía luchar por escalar posiciones y lograr sostenernos, algo bastante complejo y difícil. Muchos artistas, sin importar la rama, terminaban en la miseria sus días o sumidos en la depresión por hacer aquello que les apasionaba, cuando sus obras adquirían valor una vez muertos o con el paso del tiempo.

Nosotros cuatro nunca habíamos estado muy unidos, a pesar de que habíamos empezado y cursado las mismas clases juntos por cosas curiosas del destino, pero ni siquiera podíamos llamarnos amigos; aun así, tenerlos cerca me hacía agradecer porque, por lo menos, nosotros habíamos tenido suerte, sin saber qué había sido de nuestros otros compañeros.

—¿Y qué hay de ti, Laila? —preguntó Darren luego de pagar la cuenta e invitarnos.

—Sí —insistió Elena—. ¿Qué has hecho?

—Pues yo...

Y así comencé a contarles mi historia con Sam Sly y la editorial, omitiendo el pedazo de mi relación con Samuel y todo lo que acontecía en torno a mi vida privada.

—¡No te lo puedo creer! —exclamó Elena.

—Eso fue lo qué pasó —me encogí de hombros—. Gracias al ministro logré conocer a Santiago, quien es el encargado del ministerio de cultura. Justamente, el proyecto para el que los invité está destinado al Banco de la República.

—Tiene que ser un chiste y déjame decirte que de muy mal gusto, Laila —Darren no daba crédito a mis palabras.

—No, esa es la verdad. Hay demasiado en juego, trabajaremos cerca a la casa presidencial y ya empezaron a correr los días. Tenemos menso de un mes para terminar las obras. ¿Creen que podamos?

Las Pruebas Del Amor (Sin corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora