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Desperté en medio de la madrugada al escuchar a Samuel hablando, me preguntaba si estaba desvariando de nuevo, pero me sorprendí aún más al verlo en contraluz hablando por teléfono. Me senté tratando de prestarle atención a lo que decía.

—... te colaboro con eso... Bueno, trata de descansar... Yo quedo al pendiente. Cualquier cosa, me avisas.

—¿Qué pasó? —murmuré con la boca pesada.

—Era Jerónimo —contestó dejando su movil en la mesa de noche—. Lila no llegó a casa y dejó su celular en su habitación.

Me llevé la mano a la boca para contener un grito, viéndome invadida por una fuerte preocupación. Lila era una niña con quien sabe cuántos problemas en medio de la calle.

—¿Qué hacemos?

—Nada —respondió acostándose de nuevo—. Esperar a que llamé a ver si llegó o no.

—¿No deberíamos reportarla con la policía? —pregunté frunciendo el ceño.

—Setenta y dos horas.

—¿Qué?

—Debemos esperar setenta y dos horas para reportarla —suspiró—. Además quien tiene que hacerlo es él, Jerónimo tiene la custodia de Lila. Nosotros no podemos hacer nada.

—¿Y te vas a quedar ahí? —me sentía molesta por su indiferencia.

—Sí —contestó revolviéndose.

—¡Samuel!, podría ser cualquiera de nuestros hijos en un par de años.

—Créeme que lo sé y que lo he pensado, pero no podemos hacer nada. No sé de dónde viene, cuáles son sus gustos, sus problemas, si tiene amenazas en su contra ni a donde podría haber ido. No conozco nada de ella y así no puedo hacer mucho —suspiró—. Por ahora, esperaremos a mañana, si no ha llegado, le haré el favor de buscar las cámaras de seguridad del piso para tener una referencia de cómo estaba vestida.

—¿Qué no le puso atención a cómo vestía antes de sa...

Me mordí la lengua. Era obvio que Jerónimo ni siquiera sabía cómo lucía. Sentí la culpa recorrer mi pecho, debía aprender a controlar mi boca en ciertas ocasiones.

—Y por eso, necesito buscar los videos de las cámaras —dijo al fin Samuel, entendiendo lo que estaba pensando.

—Si necesita algo más, vas a usar tus influencias, ¿verdad? —me preocupaba demasiado lo que pudiera pasarle a la niña.

—Bueno, es como si una madre del común usara todos sus recursos para buscar a su hijo. Claro que Jerónimo tiene más recursos e influencias que ella, y me tiene a mí, que tengo más influencias que los dos. ¿No crees que sería una partida muy desigual?

—Pero si está a tu alcance, puedes usarlos.

—Bueno, eso no sería nada justo.

—Lo único que quiero saber es si lo harás. Además dijiste que algunos favores no dañan a nadie.

—Claro que lo haré, pero por eso mismo saco a flote este tema.

Las Pruebas Del Amor (Sin corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora