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Durante el regreso a casa Samuel no dejó de preguntar si me sentía bien, extrañamente ya no sentía las punzadas, que aunque no habían dolido, si me fueron molestas.

—Es muy extraño... —susurré al entrar al departamento.

—¿Por qué lo dices? —preguntó él entrando tras de mi.— ¿Te sientes mal?

—No, pero se sienten y luego ya no —me reí —. En verdad ya no siento nada.

—Voy a llamar a Francisco.

—¡No! —contesté bajándolo de la nube.— No lo llamaremos a menos que sea necesario —agregué yendo al sofá—. Voy a llamar a Jennifer, seguro ella también sabrá qué es.

—Bueno, entonces llámala ahora mismo. ¿O quieres que lo haga yo?

—No, ya lo haré, pero deja me siento un momento que las sandalias me están apretando demasiado. Estoy por creer que tengo los pies hinchados.

—¿Preeclampsia?

—¿Qué? —pregunté sentándome con dificultad.

—Puede ser preeclampsia —contestó acercándose para quitarme las sandalias.

—¡Pareces un cohete, Samuel! —reí al recostarme en mi espalda para que él pudiera hacerlo.— Cuando estuve con Santiago, el doctor que me hizo controles diarios me explicó cuáles eran los síntomas de la preeclampsia, no solo se inflaman los pies, sino también las manos, así que no entres en pánico. Además, en los chequeos he estado bien, así que no debes asustarte.

—Por ahora... —murmuró masajeando mis tobillos, a lo que no me quedo más que rodar los ojos.

—No, por ahora solo necesito mucha agua —hice guiño tratando de sonar serena.

—¿Te traigo una botella? —preguntó soltandome.

—No —sonreí reteniendo sus manos en mis pies—, después, la verdad preferiría que siguieras con eso que se siente demasiado bien mientras, le hablaré a Jennifer.

La sonrisa de Samuel siempre parecía sincera, y eso era algo que amaba de él; relajé mi cuerpo en el sofá a la espera de que mi terapeuta contestara al otro lado de la linea, sintiendo cómo la tensión se iba de mis miembros inferiores. El teléfono tuvo que repicar muchas veces antes de que ella contestara; sonaba agitada por lo que me preocupe bastante.

—¿Estás bien, Jenni? ¿Te pasó algo?

No, Lai, nada malo —contestó entrecortada—; por el contrario, pasó algo muy bueno, pero me coges apretada...

—¿Apretada? —pregunte confundida.

, así es... —la picardía de su voz me dio a entender que llamaba en mal momento.

—¿Te refieres a eso?

, es correcto —murmuró tomando una bocanada de aire en medio de cada palabra que decía—. Pensé que era obvio —la voz de un hombre llamándola por su nombre me impactó, por lo que carraspeé para enfocarme en la conversación—. Ignora eso último —rió fuertemente.

—Trataré —me burlé por lo bajo, haciendo que Samuel me observara curioso—. No seas metido —susurré cubriendo con mi mano la parte baja del teléfono.

Las Pruebas Del Amor (Sin corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora