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Llegamos al edificio y Samuel convenció a sus guardias que se fueran. Al entrar al ascensor me quité los mocasines que me estaban matando, eran nuevos y aún no habían cedido lo suficiente. Una vez dentro del apartamento, Samuel desapareció de mi vista, fui a la nevera y saqué una de las tantas botellas de agua, por lo visto, él consumía líquidos en exageración.

Fui al balcón, la ciudad se podía contemplar en un panorama de 180°, era magnifica. Las luces de las farolas iluminaban las calles dejando un hermoso camino, los edificios más altos tenían algunas ventanas donde la bombillas aún estaban encendidas y en los más cercanos observé minúsculas siluetas que se movían de un lado a otro. Vi los carros cruzando la avenida principal, algunos iban de prisa y otros de una manera más calmada. Era una imagen perfecta donde el tiempo pasaba con rapidez sin dejar evidencia.

—¿Te gusta lo que ves? —preguntó Samuel apareciendo a mis espaldas.

—Demasiado.

—Esta fue la razón por la cual compré este departamento. Esta vista es bellísima... Me hace sentir libre.

Era cierto, esa vista le otorgaba libertad a quién la contemplara. Me giré para ver a Samuel, quien estaba sentado en su silla manual, iba descalzo, vistiendo una camiseta blanca y el pantalón de pijama que me había prestado. Volvimos al interior donde Samuel prendió el estéreo y me ofreció más vino; sin embargo, decliné la oferta y opté por beber más agua. Encontré una emisora de salsa, me senté en el sofá y esperé a que Samuel regresara con las botellas de agua.

—¿Cómo la pasaste?

—Fue un día de locos —reí.

—Ni que me lo digas, fue extrañ...

—Pero me gustó —interrumpí—, la pasé muy bien contigo.

—¿Qué tan bien? —me miró fijamente mientras destapaba su botella.

—¿Excelente? —reí—, me gustó y fue agradable. Que quede claro que no me molesta que estés ahí.

—¿Estás segura?

—Sí —me encogí de hombros, bebiendo un largo sorbo de agua—, lo estoy.

—Si sabes que... que me gustas, ¿no? —preguntó tímidamente, antes de beber más de la mitad de la botella de un solo trago.

—Sí, ¿y qué con eso?

—Me preguntaba si podrías verme como algo más serio...

Me quedé mirándolo fijamente, recapitulé rápidamente todo lo que había aprendido con él, mi mente era una búsqueda de palabras clave que debían darme mi propia respuesta. Era tortuoso pensar en ello y más cuando pensaba en el sexo porque, para él, orbitaba alrededor del todo. Con él había estado bueno, para mí no era fundamental o no lo veía así, pero para él era necesario y si nos cansábamos con el tiempo las cosas se volverían tormentosas para los dos. No sabía que decirle.

—Las cosas contigo no se ven fáciles, creo que tal vez sí debí pensarlo más antes de meterme contigo, antes de quererte —su rostro se contrajo—, pero ya lo hago y no puedo hacer nada contra eso. Solo hay que intentarlo.

Supe que el alma le había regresado al cuerpo cuando me deslumbró con su hermosa sonrisa, tal vez sí podíamos dar un paso más allá, ya era hora de que me diera una oportunidad.

—Me asustaste —dijo bebiendo un poco de agua.

—A veces el destino hace cosas raras para ponernos donde estamos. Supongo que, por ahora, se encargará de ponerme contigo.

Las Pruebas Del Amor (Sin corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora