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Samuel encendió el teatro en casa y buscamos en Netflix algo para ver. Al final no supe qué ver y a Samuel se le ocurrió una maravillosa idea.

—¿Sabes quien es Batman? —preguntó sincronizando su celular con el televisor.

—Sí, un súper héroe, pero no quiero ver películas de acción.

—Nadie dijo que veremos algo de acción —corrigió sin mirarme—. ¿Sabías que Batman tiene muchos enemigos, pero que él más iconico es el Joker?

—Sí, también lo sé —reí.

—Pues bien, en una de las mejores películas de Batman es El caballero de la noche, y ¿sabes por qué es una de la mejores?

—Ahí sí ya me corchaste —contesté viendo cómo pasaba de categoría en categoría.

—Esa película es muy buena, no por el Batman interpretado por Bale, sino por el Joker, interpretado por Heath Ledger.

—No me gustan las películas de superhéroes —me encogí de hombros—, así que no me llama mucho la atención.

—Pues esta te va a gustar —rió—. Ya vas a ver cómo Ledger es un excelente actor. Después de esta película, querrás que esté vivo.

—¿Esta muerto? —pregunté sorprendida.

—Lamentablemente, ahora presta atención.

"Diez cosas que odio de ti", se leía en la pantalla del televisor cuando Samuel eligió la película. No estaba muy convencida de verla, porque yo en un principio quería ver algo de terror y así tener una excusa para dormir con él aquella noche, pero traté de verla con la mejor actitud, y es que parecía grabada hacia una década y poco me gustaba.

El pedido llegó cuando la película apenas iniciaba, Samuel me pidió que la siguiera viendo mientras él recibía la orden y traía algo de beber. Conforme pasaba la película, comía y me iba encariñando de Pat y Kat, no lograba concebir que todo saliera a flote y las cosas terminaran peor de como habían empezado.

Repentinamente me sobresalte al ver a Samuel salir de prisa de la sala, movió la silla con brusquedad hacia la habitación, por lo que me paré y fui corriendo tras él. Estaba en el baño vomitando, ¿qué le había pasado?

—Samuel, ¿qué pasa? —pregunté masajeandole la espalda tal y como Pablo mi había hecho conmigo.

—Sal —dijo antes de trasbocar de nuevo.

—No, aquí me quedo —refuté, sin detener los movimientos circulares.

—Laila —insistió, en medio de arcadas, pero no le presté atención.

—Aquí estoy, amor. Bótalo todo —reí—, no te preocupes.

—¿No te... da asco? —preguntó antes de vomitar otra vez.

—No —recordé a Pablo con una media luna en mis labios—. Eres la persona que más quiero, no me daría asco.

Vomitó por última vez luego de aquella palabras. Parecía agotado entre los espasmos y las arcadas. Me alejé para dejar que se limpiara y lavara las manos mientras yo lo esperaba fuera, sentada en el borde de la cama.

—¿Crees que te hizo daño lo que comimos donde Anna?

—No lo sé —murmuró—. Estaba comiendo lo más de feliz y, de un momento a otro, me entró un malestar terrible y estas ganas de vomitar.

—¿Será que te vas a enfermar?

—No lo sé, espero que no. Tengo muchas cosas que hacer en estos días.

—¿Quieres terminar de ver la película o quieres descansar?

—Vamos a ver la peli que me voy a terminar ocupando después, así que aprovechemos —sonrió—. Eso sí, no voy a comer más.

—No te preocupes, yo me como las dos cajas —carcajeé poniéndome de pie.

—Bien, entonces adelántate que voy a lavarme la boca.

—Vale.

Volví a la sala y comí otra rebanada rebanada de pizza esperando que Samuel regresara. Me preocupaba que se enfermara y fuera algo grave, pues quería que estuviera en casa para cuando volvería del médico; sabía que aún no podía precipitarme, pero si las cosas estaban bien, Samuel sería el primero en saberlo. No mi hermana, no Laila, no mi equipo de trabajo, sino Samuel.

Él regresó a minutos con una sonrisa, se hizo a mi lado y yo recosté mi cabeza en el reposabrazos del sillón, cosa que él aprovechó para acariciarme el cabello mientras seguíamos viendo la película, aunque luego tuve que enderezarme porque quería seguir comiendo y acostado, nadie come.

—¿Por qué lloras? —me preguntó en cuando acabó.

—Es que él fue muy imbecil y estaba muy preocupada de que terminara peor, y eso que leyó estaba muy bonito y él parecía tan indiferente.

Eso es un poema, y no seas bobita, mi amor —tomó mi mentón para llevarme a él y besar mis labios.

—No es ser boba, lo qué pasa es que tú no tienes sentimientos, eso es.

—Claro que los tengo, pero he visto la película varías veces y ya no me emociona como antes —rió.

—¿Varias veces?

—Sí, era la favorita de Verónica, así que la vimos muchas veces, una y otra vez —rió, aunque yo me sentía un tanto molesta, comenzaba a descubrir que era muy celosa aunque no quisiera—. Fue tortuoso verla tantas veces, lo bueno es que después de tanto, se olvidan algunas cosas.

—Bueno, eso cierto...

Samuel me besó en la frente antes de mirar el reloj de su muñeca, mis planes de irme con él a la cama, casi que se habían esfumado. Supuse que sería mejor tenerlo lejitos, o por lo menos en lo que restaba de ese día.

—Ya esta tarde, ¿te irás a dormir ya? —preguntó.

—Sí —contesté dubitativa.

—Bien, yo iré a mi oficina a trabajar. ¿Está bien?

—C-claro —tartamudeé.

Me puse de pie y me fui al otro extremo del departamento, donde estaba mi nueva habitación. Lo bueno de ello, era que tenía mi propio armario y mi propio baño, así que no tenía que estar yendo y viniendo del ala de Samuel para asearme y cambiarme, además estaba cerca de la cocina y podía perfectamente ir a hurgar si me daba hambre.

Luego de ponerme una bata para dormir, quité el cubrecamas y me metí bajo la manta para descansar. No tuve que lidear mucho con el cansancio, porque cuando menos pensé, caí dormida.

Me desperté sobresaltada sin poder recordar lo que había soñado, era como si lo que hubiera estado en mi mente, se hubiese borrado en cuanto abrí los ojos. Tomé el teléfono de la mesa de noche, eran pasadas las dos de la madrugada, comencé a dar vueltas en la cama, pero no podía dormirme de nuevo. Estaba segura que un vaso de leche no me serviría y solo había alguien capaz de acunarme.

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Para los que se preguntan de dónde soy les dejo una tareita de historia: La Patria Boba.

Los caps tienen como mínimo 1000 palabras, o sea, de 3-4 páginas en arial 12.

No olviden que la paciencia es una virtud y que al final siempre llega el postre.

Los quiero mucho ❤️

Las Pruebas Del Amor (Sin corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora