Me carcajeé al ver las expresiones de sorpresa que se cargaron, Pablo se dejó caer contra la pared estupefacto, mientras Laila no dejaba de chillar que no lo creía y que era maravilloso que las tres lo estuviéramos. Mario apareció en ese momento con una bolsa de regalo gigante, por lo que les pedí a los tres que pasaran a la sala, donde todos aun nos miraban extrañados por las risas convulsas y las agudas exclamaciones de Laila.
Tras presentar a mis amigos con el resto del grupo, le pedí a Mario que dejara la bolsa en mi habitación antes de dar inicio a la pequeña reunión. A diferencia del BabyShower de Anna, lo nuestro sería una cena informal y relajada, donde compartiríamos con nuestros cercanos la ya sabida noticia de que seríamos papás.
Todos hablaban con todos, Pablo bebía agua mientras hablaba con Mario; Elsa, Anna y Laila hablaban de sus embarazos y se comparaban por sobre la ropa sus barrigas; Jerónimo seguía con Samuel y Santiago, ahora se les habían unido Robert y Diego, quienes habían sacado algunas sillas del comedor para hacer con ellos, al parecer hablaban de política porque la charla estaba muy acalorada, llena de expresiones, manoteos y risas. Paul y Samanta jugaban en medio del lugar, como si no les importara estar rodeados por adultos que no conocían. Sonreí al ver la escena, era curioso descubrir como a lo largo del camino, había conocido nuevas personas que ahora los veía como mi familia; pero algo no cuadraba.
Mientras todos hablaban, Lucile estaba un tanto alejada, cerca al comedor, bebiendo refresco de cola a la par que miraba su celular; me acerqué a uno de los meseros para pedirle que procedieran a preparan los platos antes de ir con ella.
—Hola —musité al acercarme.
—Hola, Laila —contestó levantando la mirada con una sonrisa—. Pensé que harían algo más grande —rió.
—No, no son muchas las personas que teníamos en lista —sonreí—. ¿Por que no estás con Anna? Creí que la conocías.
—Claro, nos conocemos. Es una de las mejores ortopedistas del país, es muy integra en su área tanto como persona, como profesional a la hora de tratar pacientes con lesiones de médula espinal —me explicó mirándola—. Como Samuel y yo —volvió a mí con una leve sonrisa.
—Entiendo... Pensé que estarías hablando con ella.
—Estábamos, pero ella, tu hermana y tu... amiga —asentí—, estaban hablando de bebés y eso no es algo de lo que yo tenga experiencia —rió rodando los ojos.
—Ah... —suspiré llevándome una mano a la nuca.— Ya casi sirven la comida, ¿me ayudas a llevar unas cosas a la habitación de los bebés y de paso, hablamos?
—Seguro.
Dejó su vaso en la mesa cuando me di media vuelta para ir a mi habitación con ella siguiéndome los talones. Entretanto le entregué algunas de las bolsas, ella dijo que no esperaba verme embarazada, y mucho menos de dos.
—Yo tampoco —reí suavemente cruzando el pasillo—. De haber sabido que era posible, habría planificado.
—¿N-no querías tener hijos? —preguntó tras de mí.
—Tengo veinticinco, esperaba tan siquiera llegar a los treinta antes de planteármelo en serio —susurré entrando a la habitación.
—¿Eso es un no?
—En su mayoría —dije en un suspiro recibiendo los regalos para ponerlos sobre el cambiador—. Tampoco quiere decir que no me guste esta parte, de hecho, me hace muy feliz ver a Samuel feliz —sonreí sentándome en la mecedora frente a ella.
—¿Está feliz?
—Sí —ver el gesto en su rostro me hizo recordar con quien hablaba—. Está muy feliz, aunque también tiene miedos. Supongo que lo normal en estos casos.
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Las Pruebas Del Amor (Sin corregir)
RomanceCuando Laila Haggard, guiada por un sueño, conoce a Samuel Gross, descubre que éste no solo es el famoso escritor Sam Sly, sino que también es un poco diferente a ella; sin embargo, eso no es impedimento para que la atracción haga de las suyas y naz...