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—¿Laila?

—Doctor Francisco, ¿cómo está? —musité nerviosa al verlo. Anna era la mujer de la foto en su oficina, era su esposa.

—¿Se conocen? —preguntó Samuel.

—Sí —me adelanté a responder—. Pablo me lo presentó cuando fui al hospital.

—Conque así fue...

—Sí —miré al doctor suplicante para que no dijera más del tema, y entendiéndome, nos invitó a pasar.

Entró con Samuel y yo caminé tras ellos, tratando de escuchar lo que hablaban. Me sentía muy preocupada de verlo en el mismo lugar que ni novio y su ex compañera de cama, ¡qué enredo!

Dentro, habían varias personas, entre ellos meseros y meseras. Todo estaba decorado con los mismos colores de los globos que estaban afuera, desde las serpentinas hasta el pastel y los cupcakes; además de osos de porcelana, peluche y llaveros que estaban vestidos con tutus y moñitos rosa. Demasiado rosado para mi gusto.

Anna se separó de un grupo de mujeres para acercarse a nosotros, se veía muy linda con su jean y su camisa materna en la que su vientre salía a relucir. Luego de saludarnos, se agacho para besar la mejilla de Samuel, ocasión que Francisco y yo aprovechamos para cruzar miradas; al parecer, ambos conocíamos el pasado de ese par. Finalmente nos invitaron a pasar y a departir con sus familias, para mí era algo nuevo mientras que Samuel ya parecía estar muy relacionado con algunas personas que parecían ser parientes de Anna, seguramente los había visto en algún momento de su vida. Por su parte, la familia de Francisco parecía una réplica exacta: rostro ovalado, labios delgados, cabello oscuro y ojos castaños.

Siendo franca, me sentía incómoda allí, solo conocía a los anfitriones y a mi novio. Con Francisco no tenía confianza, Anna seguía causándome mala espina y Samuel no estaba muy de buenas conmigo. Puse los regalos junto a los demás antes de sentarme en una silla de bar, un tanto alejada de las personas con las que no encajaba.

Una chica muy parecida a Anna hablaba con Samuel, al parecer era una conversación graciosa porque reían a carcajadas, mientras eso ocurría, yo solo recibía un pasabocas que me entregaba una mesera. Saqué mi celular y revisé qué había de nuevo en mis aplicaciones, aparte de algunos mensajes de mi proveedor móvil y mi mejor amiga, no tenía nada más; comenzaba a darme cuenta que mi vida no era muy sociable, o no del modo que debería serlo.

—Laila, ven —Samuel me llamó. Levanté la mirada descubriendo que seguía con aquella mujer y que ambos me miraban fijamente. Caminé hacia ellos un tanto apenada, sintiendo como ella me observaba de pies a cabeza y viceversa—. Annie, te presento a mi novia.

—Laila, mucho gusto —murmuré extendiéndole la mano.

—Igualmente —respondió a mi saludo, apretándome con fuerza.

—Laila, ella es la hermana gemela de Anna —dijo Samuel.

—Eso explica —murmuré acariciando mi mano, tratando de procesar la noticia.

—¿Qué cosa? —preguntó ella.

—Lo parecidas y la fuerza —reí nerviosa, sintiendo como un extraño calor recorría mi mano.

—Mientras Anna es médica, Annie es economista —comentó mi novio, sin dejar de sonreír al mirarla.

—¿Y tú qué haces, Laila?

—Soy licenciada en artes visuales —contesté queriendo que la tierra me tragara.

—Te ves muy niña—comenzó a decir—, ¿cuántos años tienes?

Las Pruebas Del Amor (Sin corregir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora