Desperté confundida, me dolía la cabeza y todo me llegaba con suma lentitud. La luz entraba con fuerza en la habitación gracias a una ventana inmensa y, después de mucho parpadear, reconocí la figura de Samuel en su silla.
Me incorporé en la cama y me di cuenta que no recordaba nada, el panorama estaba conformado por ropa tirada en todo el suelo. ¿Qué demonios? Samuel me miró y se acercó con sutileza, fumaba un cigarrillo y estaba desnudo.
-¿Qué pasó ayer? -le pregunté tratando de ponerme de pie, aunque tropecé con las mantas y terminé sentada en el suelo, desnuda, junto a la mesa de noche.
-¿No lo recuerdas?
-No -negué con la cabeza.
-Dime que no eres virgen -se llevó una mano a la frente.
-No lo soy. ¿Qué es esto? -pregunté al tomar una cajita del suelo y leer lo que decía-. Sil-de-na-fil, Tabletas por 100 mg. ¿Qué es?
-Viagra -contestó, sacudiendo su cigarrillo en el cenicero de la mesa de noche.
-¡¿Viagra?! -y de repente todo se repitió en mi mente como una película.
...
Samuel me había convencido de beber unas copas, le pedí mil y un disculpas y él dijo que las aceptaba, siempre y cuando me detuviera con ellas. Llegamos a un café-bar de ambiente, yo pedí una Köstritzer y él simplemente pidió un vaso lleno de agua y hielo.
-¿No beberás alcohol?
-No lo sé. Tal vez -contestó encogiéndose de hombros-. Por ahora quien lo necesita eres tú, no yo.
-¿Me vas a drogar?
-Señorita -suspiró-, usted es exasperante. Bebe y te prometo que hablaremos con más calma.
Ahora que recuerdo, en su momento no me importó en lo absoluto, aquel guapo y lisiado hombre (sí, así lo pensé), estaba conmigo y yo ya había sido una molestia. Esta vez, que la causa fuera el alcohol y no yo. Me bebí tres Köstritzer completas en 30 minutos, el silencio me estaba matando. Solo me detuve cuando Samuel me lo pidió, a cambio, él respondería todo lo que yo preguntara.
-Está bien, beberé un sorbo de agua por cada respuesta.
-¿Sin peros?
-Sin peros. Comencemos. Cuéntame de ti. Todo -traté de servir un poco de agua en uno de los vasos, pero acabé haciendo un gran reguero; Samuel tuvo que ayudarme.
-Ya sabes cómo me llamo, no tengo padres, vivo con mi nana y soy escritor en la editorial Hado.
-Así no vale, Samuel. Quiero saberlo todo.
-Se más específica entonces -dijo después de pedir una Delirium.
-¿Por qué no tienes padres?
-Fallecieron cuando tenía 15 años -respondió sirviendo su cerveza.
-¿Cómo murieron?
-¿También quieres saber eso?
-Sí, me gusta conocer bien a los hombres que me gustan antes de volvernos pareja.
-Yo no estoy buscando una pareja...
-¿Por qué me coqueteaste entonces?
-Laila, eres linda, va en mi instinto masculino. No estoy preparado para una relación seria.
-Déjame conocerte, así yo te diré si tienes una mínima oportunidad conmigo.
-¿Hace cuánto que no bebes, Laila? -Samuel rió de forma burlesca.
-Las preguntas aquí las hago yo.
-Si a eso nos vamos, ya me debes cuatro sorbos, y que sean grandes.
Bebí a fondo blanco, aunque Samuel me obligó a beber otro vaso más. Después de ello, volví a mi interrogatorio.
-Dime lo de tus padres, por favor -le pedí, limpiándome la comisura de los labios.
-Fallecieron cuando era joven, tuvieron un accidente aéreo. La avioneta en la que viajaban se desvió a causa de las turbulencias y no los vimos de nuevo.
Sentí pena por él. Mi madre había muerto cuando yo tenía 5 años y papá murió cuando ya tenía 14; sin embargo, eso no nos detuvo y, por lo visto, a él tampoco.
-Y tu nana se hizo se cargó de ti -Samuel asintió-. ¿Y qué estudiaste?
-Administración de empresas con enfoque en relaciones internacionales, me gradué a los 26.
-Un poco lento -me burlé.
-Así es. Bebe -mi chiste no le hizo nada de gracia.
-¿Cómo terminaste siendo escritor? -pregunté después de beber otro vaso.
-No lo sé, simplemente necesitaba desahogarme -contestó encogiéndose de hombros.
-¿Te desahogaste antes o después de estar ahí sentado? -pregunté señalando su silla.
-No, no cambias Laila -suspiró antes de beber-. Después.
-Fue un accidente, ¿cierto?
-Sí -y se tomó toda la copa.
-¿Cómo pasó? -me atreví a preguntar.
-Laila, no...
-Merezco saber -interrumpí.
-Te comportas como una niña -pidió otra cerveza-. Apenas me conoces.
-Y porque quiero conocerte te lo pregunto.
En vez de servir su cerveza, la empezó a beber desde la botella.
-Salí del colegio con mi hermano menor, el mayor fue a recogernos en el auto y nosotros nos subimos. Iba ebrio y yo no lo supe... En la mitad del camino, perdió el control del auto, se pasó un semáforo en rojo y... Ellos iban al lado izquierdo del carro, fueron impactados con fuerza por una camioneta que atravesaba la vía. Murieron al instante. El carro rebotó y quedó sobre un automóvil más pequeño. Ese día perdí lo que quedaba de mi familia... Y la familia del auto pequeño perdió un hijo. Yo tenía 16 y estaba próximo a graduarme de la secundaria. ¿Eso es lo que querías saber? -me preguntó, evidentemente molesto antes de beber lo que quedaba en su botella.

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Las Pruebas Del Amor (Sin corregir)
RomanceCuando Laila Haggard, guiada por un sueño, conoce a Samuel Gross, descubre que éste no solo es el famoso escritor Sam Sly, sino que también es un poco diferente a ella; sin embargo, eso no es impedimento para que la atracción haga de las suyas y naz...