Capítulo 23

685 109 14
                                    

Diez minutos después de que finalizo mi llamada con Peter, me encuentro parada frente a la puerta de la fraternidad donde viven los chicos más populares de la universidad. Cierro los ojos y respiro con profundad y toco. Pensé que Scott vendría detrás de mí como en las locas películas románticas, pero me llevé una buena decepción.

No consideré bien las cosas, Peter querrá llegar a una base que no sé si estoy lista de afrontar. En la fiesta, nos besamos más que nunca y obviamente con un grado de alcohol en la sangre quiso llegar a dicha base, pero logré convencerlo de lo contrario. No creo correr con esa suerte hoy.
La puerta se abre y sonrío a mi anfitrión, sonrisa que se borra al instante.

—¿Qué haces aquí? —Me mira de mala gana.

—Peter me está esperando.
Intento rodearlo para pasar por su lado, pero bloquea mi paso y tengo que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no darle un guantazo.

—¿En serio dormiste con él? —Scott se cruza de brazos y me enfrenta.

—No es asunto tuyo.

Lo aparto de mí camino y me adentro a la casa. Subo los escalones de dos en dos con más rapidez de la que pretendo y supongo que los nervios están floreciendo con demasiada prisa. Cuando estoy a punto de llegar, diviso a Peter en el umbral de la puerta y he de admitir que se ve guapísimo.

—Hola nena. —Se acerca y me besa. Vuelvo a respirar—. Preparé todo para la peli.

Me guiña un ojo y las piernas me flaquean cuando siento su cercanía.

—Genial. —Sonrío falsamente.

Ambos entramos en el cuarto, está un poco oscuro y sólo la luz de la laptop ilumina la estancia. Antes de poder acercarme siquiera, siento su mano sobre mi hombro, apartando el cabello de mi cuello para luego comenzar a esparcir suaves besos y el simple contacto envía pequeñas ondas de placer por mi cuerpo.

—Y… ¿la película? —Mi voz tiembla y muerdo mi labio inferior con la esperanza de que no lo note.

—Mmm —murmura subiendo mi suéter—. Ya las vi todas… —Me voltea, me acorrala contra la pared y me besa con desesperación—. No sabes cuánto te deseo.

Un gemido es emitido de sus labios cuando sus dientes acarician mi cuello. Se siente bien y no lo voy a negar, me gusta la forma en que reacciona mi cuerpo ante su contacto, pero no puedo evitar pensar en Scott justo ahora.

Peter va en serio y cuanto más lo analizo, más se va apagando el calor. No estoy muy segura de esto porque estamos saliendo hace casi tres semanas y puede sonar anticuado, lo sé, pero quiero entregarle mi virginidad a la persona que conozca cada aspecto de mí y el chico que intenta desprender mis jeans no es.

—Peter —susurro, pero no se detiene—. Peter… —digo más fuerte y lo aparto de mí. Sus ojos tienen una mirada que jamás había visto—. No estoy lista para este paso, lo siento.

Intento recuperar mi tono de voz y hacer que suene autoritario, mientras que acomodo mi ropa.

—¿Estás bromeando verdad? —Se acerca y nuevamente me acorrala—. No vas a dejarme así.

Me asusto cuando vuelve a intentar desabrochar mis jeans y mi cerebro se queda literalmente en blanco.

—¿Qué haces? —intento apartarlo, pero es inútil—. Peter, para… —pido, ¿dónde está el chico dulce?

—¡No! —ruge contra mi boca—. Llevo mucho esperando esto, ahora cierra la boca y disfruta.

Sus manos intentan bajar mi pantalón, pero mi instinto reacciona a tiempo y lo empujo con la suficiente fuerza como para que quede a un metro de mí. No estoy drogada esta vez y nadie va a volver a sobrepasarse conmigo.

—¡Aléjate de mí! —grito.

En el momento en que esas palabras salen de mi boca, la puerta de la habitación se abre con tal fuerza como si la hubieran pateado.

Scott analiza sólo un segundo la situación y eso fue más que suficiente. Su próximo movimiento es lanzarse sobre Peter y darle un puñetazo.

—¡Scott! —grito de forma alarmada.

Un par de chicos al oírme, entran para separar a sus hermanos de fraternidad. Scott es fuerte y no se deja apartar del cuerpo de Peter, está enfurecido golpeándolo sin parar. Mis ojos se empañan y sin ser capaz de ver este escenario por más tiempo, me armo de valor y salgo corriendo de ese lugar.

No sé cómo haré para terminar la misión ya que no pienso volver a esta casa y no quiero volver a sentirme así por un chico nunca más.

La lluvia cae con fuerza cuando atravieso la puerta principal, pero no me importa porque necesito alejarme, debo olvidar lo que acabo de vivir y para eso sólo tengo que correr sin mirar atrás.

—¡Diana!

Freno mi paso, volteo con temor a estar alucinando y cuando veo la sombra de Scott corriendo hacia mí a través de la lluvia, las ganas de llorar se multiplican.

—Sólo quiero ir a casa… yo —suspiro—. No me acosté con Peter —admito con la voz entrecortada cuando siento su cercanía.

—Lo sé. —Él aparta un mechón mojado de mi cabello—. Tú no eres así.

Mis lágrimas comienzan a mezclarse con la lluvia, estos días estuve más sensible que nunca y más aún cerca de él.

—Debo irme. —Doy un paso atrás—. Lo siento, pero necesito que te alejes de mi —suplico.

—Déjame llevarte a casa —pide—. No puedo permitir que te vayas así.

Me toma de la mano y un montón de sensaciones nuevas comienzan a atormentarme. Scott es malo, es un criminal. Mi voz interna intenta convencerme de eso, pero creo que, por una vez, no quiero creerle.

—No te preocupes, llamaré a mi tío —miento.

En este momento quiero estar sola y quiero que esté conmigo, ya no sé lo que deseo.

—Por favor… —Su frente se pega a la mía—. Déjame cuidar de ti.
Lo miro a los ojos y le creo.

¡Mierda, qué bueno es! Me doy cuenta de que no importa lo que pase luego porque sólo quiero que esté cerca y que me sostenga como lo hace hora.

—De acuerdo —murmuro.

Sus labios hacen presión en los míos por un segundo y la suavidad mezclada con el frío de la lluvia hace que mi corazón enloquezca. Toma mi mano y como una tonta que flota en una nube, lo sigo hasta que llegamos de nuevo a la fraternidad. Caminamos unos metros más y paramos frente a un coche negro, completamente polarizado.

—Este es mi auto —dice y sin perder un segundo más, abre la puerta y me ayuda a subir.

—Gracias. —Él asiente.

Trota hacia el otro lado y sin más preámbulo se sube al auto. Cuando me ve temblar como una gelatina, prende la calefacción y toma mis manos entre las suyas.

—Tus manos están heladas —dice suavemente.

Se lleva mis nudillos a sus labios y su aliento cálido recorre cada pulgada fría de mis dedos. Nuestros ojos no se apartan en ningún momento y cuando siento que se acerca más a mí, corto con todo el rollo y me aparto lentamente.

—¿Podemos irnos ya?

El entiende mi indirecta y con un asentimiento de su parte, nos ponemos en marcha.

Un silencio terriblemente incómodo nos invade ahora y mis pensamientos comienzan a fluir. No sé que voy a hacer ahora con este maldito triángulo amoroso. Scott me gusta muchísimo y provoca en mí sensaciones de seguridad que jamás experimenté antes, pero el detalle más importante es que él es un criminal. Peter era un sueño, literalmente, dulce y atento a todo lo que una chica podría desear. Ahora lo defino como la decepción en persona, no creo poder volver a confiar en él.

Cierro los ojos un momento y me dejo llevar por mi mente loca. Soy un fracaso, siento que voy a arruinar todo y no puedo hablarlo con nadie. Mi mejor amiga no tiene idea de todas las mentiras que le he dicho y cuando se entere siento que jamás me perdonará. Si me desahogo con Mike, me sacará del caso sin pensarlo dos veces, estoy completamente desbordada por toda esta mierda y aun así, no quiero rendirme. No puedo dejarlo todo ahora.

—¿Cómo sabes dónde vivo? —Mi voz suena fatal cuando doblamos por la manzana ya conocida para mí. Scott no contesta—. Te he hecho una pregunta.

Él aparca frente a la casa, la lluvia aún cae a mares y no quiero alejarme de él. Scott clava su mirada en mis ojos, su lengua remoja sus labios y mi vista se va hacia ese punto en su rostro. Me está distrayendo.

—Yo… —Scott duda un segundo.

Cuando abre nuevamente la boca para contestar, veo dos farolas iluminando en nuestra dirección y mi cuerpo salta en una clara señal de alerta… Es Mike.

—¡Carajo! Scott debes irte —digo apurada.

—¿Por qué? —Me mira extrañado.

—Es mi tío, si te ve aquí te matará y luego a mi —explico asustada.
Mis manos vuelan a mi cinturón y lucho con el mismo hasta que logro desabrocharlo.

—¿Bromeas? —cuestiona divertido. Lo miro mal.

—¡Vete ahora mismo! —exclamo molesta—. Por favor.

No puedo seguir así y estoy segura de que es capaz de plantarse en la puerta sólo para molestarme.

—De acuerdo. —Se quita el cinturón. Oh no, de verdad va a bajar.

—¿Qué haces?

Estoy muerta, es un hecho. Scott se inclina sobre mi asiento y me besa. Mis manos toman su propia decisión y vuelan a sus mejillas en un intento de profundizar más el ansioso contacto. Siento sus dedos en mi cintura y cuando su lengua entra en contacto con la mía, todo el calor emerge sobre mí y ambos gemimos antes de apartarnos. Su aliento pesado se mezcla con el mío y el sólo roce de nuestras narices me hace querer besarlo mil veces más. Cuanto lo deseo.

—Te veré pronto —dice rompiendo el hechizo.

Besa mi frente y destraba la puerta para que pueda bajar del auto. Camino completamente embobada hacia la entrada de la casa y un calor delicioso recorre mi pecho y me hace tener una buena sensación. Mañana será un nuevo día, un pésimo día y sin temor a equivocarme sé que será una mierda. Aunque ahora mismo pienso mandar todo al demonio.

Muchas gracias por leer ❤  espero que les esté gustando... los leo...x

Un Pequeño  Cambio De Planes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora