Capítulo 63

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Desperté hace unos diez minutos y no he podido moverme de la cama. Intento asimilar todo lo que sucedió en la noche y no puedo dejar de ver al hombre que duerme pacíficamente a mi lado.

Scott me tiene apretada contra su desnudo y fibroso cuerpo. La tranquilidad se transmite en cada una de sus facciones, muerdo mi labio inferior, podría apreciarlo todo el día, pero mi vejiga no está de acuerdo con eso.

Como puedo me deshago de su agarre y lo noto refunfuñar entre sueños como niño pequeño, ignoro la puntada de dolor en mi zona baja cuando me levanto mientras tomo la camiseta de Scott para no estar desnuda por la casa. Una vez que hice mis necesidades me paré frente al espejo y literalmente no me reconozco. Mis labios están inflamados y oscuros surcos predominan la parte baja de mis ojos, mis mejillas están levemente sonrojadas y tengo el pelo enmarañado. Me llené las manos de agua y lavo mi rostro, terminando de despertar por completo.

Vuelvo a la habitación donde mi hombre aún duerme y tomo mis bragas del suelo, me las pongo y parto hacia la cocina. En la heladera no hay mucho, pero puedo hacer unos huevos revueltos con café… Espero sea suficiente.

Enciendo la radio y comienzo a trabajar en el desayuno. Mi estómago ruge en cuanto puse los huevos en la sartén, no recuerdo haber comido nada anoche así que lógicamente mi cuerpo hace una protesta justa. Me dispongo a prender la cafetera, pero era una de esas que son de último modelo y no la entendía del todo aún.

—Se enciende por atrás.

La voz ronca de Scott me hace brincar de susto y me llevo una mano al pecho mientras lo encaro. Trae puesto sólo un par bóxer negro puesto y está para comérselo. No sé en qué momento empecé a tener esos pensamientos.

—Casi me da un infarto —digo de forma exagerada.

Él me sonríe en respuesta y lo odio por eso. ¿Cómo puede verse así de perfecto? Yo estoy hecha un moco, literal.

—Podría acostumbrarme a esto, Diana. —Su voz suena más cerca y cuando giro lo tengo frente a mí. Sus manos van a los lados de la mesada dejándome atrapada—. Me gusta cómo te ves con mi ropa. Me dan ganas de arrancarte todo ahora mismo.

Muerde el lóbulo de mi oreja con suavidad y cierro los ojos mientras disfruto del calor que me brinda su cuerpo.

—Se van a quemar —digo bajito. Scott me mira confuso—. Los huevos —aclaro y me separo lo suficiente para ir de nuevo a la estufa.

—No tenías que hacer esto.

Scott saca dos platos y los pone sobre la mesa.

—Me gusta cocinar —admito.

Él me mira con una gran sonrisa, de esas que te quitan el aliento.

—Me agrada oír eso, porque yo soy un desastre en la cocina. —Una carcajada se me escapa.

—Bueno, no me molesta en lo absoluto cocinar para ti —digo mientras sirvo en los platos.

—Yo podría darte el postre.

Me guiña un ojo y mi corazón se enloquece en respuesta. Me aclaro la garganta intentando controlar mis hormonas. Scott se sienta a mi lado con una gran sonrisa de oreja a oreja y comienza a devorar la comida.

—¿En qué piensas?

No me había dado cuenta de que habían pasado unos cinco minutos y yo no había tocado el plato.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

Me giro sobre el banquillo para tenerlo de frente.

—Lo que quieras.

De repente sus ojos castaños estaban puestos sólo en los míos y mi lengua se traba.

—Bueno, yo quería saber si a ti… ya sabes —comienzo a titubear y su ceño se frunce—. Quiero saber si te gustó.

Bajo la mirada avergonzada, evitando la suya, intentando ocultar mi bochorno. Siento sus dedos en mi barbilla subiendo lentamente hasta estar frente a frente de nuevo.

—Fue la mejor noche de mi vida —confiesa y no puedo evitar reír—. Estoy hablando enserio —inquiere y mi risa para.

—Scott lo has hecho cientos de veces —Parece que estoy reprochando, pero no me arrepiento—. Quiero que seas honesto conmigo porque me gustaría mejorar para ti —admito más como una meta personal que otra cosa.

—Diana, no tienes nada que mejorar.

Esta vez fue mi turno de mirarlo ceñuda, algo en sus palabras no me gustaba, pero no podía definir qué era exactamente.

—¿Quieres saber por qué fue la mejor noche de mi vida? —continúa.

—Por favor. —Volteo los ojos.

—Porque estoy enamorado de ti. —Su mano alcanza mi mejilla—. Y la conexión que tuve contigo, le da una patada en el culo a todas mis experiencias de una noche.

Mi corazón salta de alegría y sonrío como tonta. Me acerco y lo beso sin pensarlo dos veces, disfrutando la textura de sus labios sobre los míos, sencillamente me enloquece.

—Gracias.

Él me besa de vuelta, con un poco más de pasión.

—¿Nos duchamos?

Mis ojos se abren de más, sé que ya me entregué al hombre que amo, pero me va a costar de algún modo aceptar que me vea desnuda en cualquier momento.

—¿J-juntos? —tartamudeo.

—Si quieres, no quiero presionar, pero supongo que querrás estar en lo de Melissa para cuando tu tío te llame.

Eso tiene más sentido. Mike mataría a Scott sin dudarlo si se entera de que dormí en su casa y más si sabe que no fue eso lo que hice en realidad.

—De acuerdo.

Mis palabras inyectan una sonrisa de victoria en su rostro, mientras me toma de la mano y me lleva hacia el cuarto de baño.

Que los Dioses me ayuden.

Perdón la demora 😕 mucho trabajo, sé que quedó cortito pero, prometo algo bueno para la próxima 🤗 gracias por el apoyo, los votos y comentarios ❤...x

Un Pequeño  Cambio De Planes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora