Capítulo 31

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Sus manos, acarician mis piernas lentamente quitándole toda la cordura a mis pensamientos y cuando sus dedos rozan la parte más caliente de mi cuerpo, estoy completamente a su merced.

—Me muero por probarte —susurra mientras frota con suavidad mi punto más sensible—.  ¿Puedo?

Sólo asiento frenéticamente. ¡Demonios! Él puede hacer lo que sea conmigo ahora mismo. Abandona mis labios y baja de manera lenta, dejando un sendero se besos por mi vientre. Comienza a desprender los botones de mis jeans y el fuego crece considerablemente. ¿Esto se siente siempre así? Pero sin que pueda darle una respuesta a mi pregunta, la puerta de la habitación se abre y el hielo se come todo el calor del momento. Salto de la cama apartando a Scott de mí, Peter se encuentra a menos de dos metros de nosotros en una especie de shock.

—Peter…

Intento acercarme, pero él me aparta mientras su mirada se queda clavada sólo en Scott.

—¿Cómo pudiste? —Su voz sale en un tono de calma y me pone la piel de gallina. Tomo mi blusa y me la pongo a toda velocidad—. Creí que no estabas lista… —dice mirándome—, pero veo que me equivoque y me las vas a pagar King, tarde o temprano —amenaza aún con la misma calma en su voz.

—Vamos Pet, sabes que siempre es así. —Lo miro esperando una explicación—. Me tiro a las mismas chicas que tú como de costumbre.

—¿Qué?

Ambos clavan sus ojos en mí y una rabia crece en mi sistema. Yo a este lo mato.

—Lo que oíste —Peter contesta—. Eres igual que todas, siempre lo prefieren a él. Pensé que eras diferente y que serias para mí… —Mi corazón se parte en dos mientras observo que el chico que estuvo a punto de llevarse mi virtud se pone la camiseta sin importarle nada—. No la mereces.

Peter se dirige a la puerta echando humo por las orejas y yo me siento como la más idiota del todo el puto mundo.

—Peter espera por favor, lo siento… —Pido con un hilo de voz.

Siempre fui un juego para Scott y no quería verlo, pero me cansé de perder mi dignidad… Se acabó. Peter me observa por encima de su hombro antes de suspirar.

—No lo sientes… aún.

Sale de la habitación sin mirar atrás.

—Es mejor así Diana, él no es bueno…

—¡Cállate! —grito enfurecida—. Tú eres aún peor. Todo esto es un maldito juego para ti —sollozo sin importarme nada—. Me das asco.

—Hace dos minutos no sentías asco —brama con el mismo tono de voz—. Jamás te he mentido Diana, sólo intento cuidarte.

Una risa histérica sale de mí y niego rotundamente. No puedo creer que se atreva a decir eso. Quien te quiere, te cuida y quien te cuida, jamás te romperá el corazón.

—¿Crees qué me cuidas? ¿Eres mejor qué Peter? —No contesta —Eso creí, olvida que esto sucedió.

Salgo de ahí sin esperar respuesta y sin mirarlo siquiera porque no me quiero arrepentir. No soporto estar aquí, rodeada por todas las personas falsas, todos pueden quemarse en el maldito infierno porque ya no volveré a creer sus malditas mentiras.

Encuentro a Melissa sentada a horcajadas sobre Dennis, devorándose entre ellos y me apena tener que interrumpir.

—Melissa —grito sobre la música. Obvio no me escuchó y tuve que tirar de su brazo. Se gira con una mueca de enfado, la cual se borra al verme—. ¿Podemos irnos? —pregunto e intento no echarme a llorar.

—¿Qué pasa? —se levanta y Dennis hace lo mismo.

—Sólo quiero salir de aquí.

Mis ojos se llenan de lágrimas al pensar en lo que sucedió y me molesta ser tan vulnerable. Melissa asiente sin replicar.

—Te llamo luego —se dirige a Dennis.

—No —contesta él—. Yo las llevo.
Saca las llaves de su bolsillo y Mel le regala una sonrisa.

En el auto un silencio extremadamente incómodo nos invade y mi mejor amiga me abraza en el asiento de atrás mientras yo me dejo llevar sólo por mis pensamientos. ¿Cómo pude estar tan cerca de perder? Peter era el chico indicado y lo arruiné por alguien que no se merece ni mi atención. Scott sólo quiere llevarme a la cama como parte de un juego personal, quería todo lo que Peter tenía y lamentablemente yo estaba en esa lista.

Es increíble lo fácil que podemos confiar en alguien que creemos conocer y cuando aparece su faceta de verdad, termina llevándose una parte de ti; un poco de dignidad o de inocencia, pero son cosas que una vez que las toman, ya no te permiten volver a ser igual.

Scott me hizo sentir cosas que nadie había logrado, llegó a presentarse en mis sueños con su sonrisa de infarto y ser más que dulce a través de una carta. Pero también jugó con mis sentimientos sólo para satisfacer sus necesidades y eso no tiene arreglo para mí.

La misión ya no sé en qué terminará, no creo que tenga caso que le diga a Frank lo que escuché sobre la reunión de Scott con Snyder, pues para ser honesta quiero llegar al fondo de todo esto yo sola. Lo seguiré de manera cautelosa y acabaré con sus crímenes sin ayuda de nadie.

Llegamos a casa de Melissa y con su juego de llaves, abro la puerta de la ya conocida estancia y me adentro en silencio mientras ella se despide de Dennis. La oscuridad me rodea de todas las formas posibles y cuando Mel entra, subimos de puntitas las escaleras y nos metemos en su habitación. Me tiro en la cama y cierro los ojos. Siento que el colchón se hunde a mi lado cuando Mel se acuesta también.

—¿Quieres hablar de ello? — susurra y niego rotundamente—. De acuerdo, pero sabes que estaré aquí para lo que necesites.

La miro e intento no dejar salir a mis lágrimas traicioneras. Sus ojos desbordan sinceridad pura y me obligo a sonreír.

—Lo sé, Mel… Gracias.

Ella asiente y cierra los ojos. Hago lo mismo intentando ceder al cansancio para caer en, lo que espero sea, un sueño agradable.

Estaba en un callejón sin salida, mi respiración estaba agitada y alguien me seguía.

—No debiste escuchar. —El extraño se acerca peligrosamente—. Ahora sufrirás las consecuencias.

Saca un arma de atrás de su espalda y me desespero.

—Por favor —suplico. ¿Por qué quiere matarme?

—¿Dónde está tu héroe ahora?
Apunta directamente en mi frente y cierro los ojos esperando lo que está por suceder.

—Aquí.

Un disparo se oye, pero no fue para mí. El extraño cae al suelo con su rostro completamente cubierto.

—¿Quién eres? —pregunto con la voz entrecortada.

Mi héroe se acerca lo suficiente a mí y una luz cegadora no me permite ver quién es y sin que pueda intentarlo, él sigue su camino y me atraviesa.

Salto de la cama, estoy temblando y sudando. Melissa duerme plácidamente junto a mí mientras que yo lucho para que no me dé una crisis nerviosa por la pesadilla que acabo de tener. Todo pareció tan real, se sintió tan real… Incluso mi héroe.

Un Pequeño  Cambio De Planes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora