Capítulo 40

697 90 10
                                    

"Solo los derrotados conocen el amor. Porque es en el reino del amor donde libramos nuestros primeros combates y generalmente perdemos."

Paulo Coelho.

Snyder aún nos mira con su asquerosa sonrisa y temo por mi vida. Temo por Scott y por lo que pudimos haber sido.
Estoy luchando por estar de pie, pero perdí demasiada sangre y casi no tengo fuerzas para sostenerme.

—Verás Delia —Snyder habla—: Aún recuerdo cuando mandé a tus padres al olvido… —Me quedo en shock. Esto no puede ser verdad— ¿No lo sabías? Pero, Mike sí que te ha mentido. Sin embargo, puedo contarte como sucedió si gustas.

Pienso en mi tío y mi dolor emocional crece. No le guardo ningún rencor, pero de repente quiero saber toda la verdad y no me interesa en lo absoluto que sea este monstruo el que me la cuente.

»Recuerdo esa noche como si hubiera sido ayer —comienza a narrar—: Tu padre también era un agente…—Mi respiración se atasca, pero él sigue hablando—: Uno muy bueno en mi humilde opinión, casi logró atraparme, pero fui más listo que él. Fue muy fácil de hecho, tomé a tu hermosa madre como carnada y él vino solito a mí. Luego de verlo sufrir matando a tu madre enfrente de sus ojos, le disparé y lo tiré al océano para que sea la cena de los tiburones. Era temporada de migración para ellos, dos cuerpos y ni un rastro. —Mi estómago se revuelve y tengo que taparme la boca para no vomitar—. Cosas que pasan ¿no? Pero bueno, eso sucede cuando se meten conmigo —escupe acercándose a mí—. Eres tan hermosa como tu madre. Qué lástima que tuve que matarla—dice de forma cínica. Mis lágrimas ya no se esconden más en este punto.

—¡Cállate! —le grita Scott—. Te vas a ir al maldito infierno por hijo de puta y yo voy a estar en primera fila para disfrutarlo.

Le suplico con la mirada que se calle, ¿acaso quiere que nos maten? Snyder se ríe de forma escandalosa. Estoy segura de que si salgo viva de esta, no voy a tolerar la risa por culpa de ellos.

—Quítale las esposas y diviértete un rato —se dirige a Peter.

Peter asiente con una sonrisa y se acerca a nosotros. Una vez removidas las esposas, todo pasa muy rápido. Scott me pone detrás de él con un brazo y le atina un puñetazo a Peter con la otra mano.

—¡Pagarás por eso!

Nos apunta con el arma y tiemblo, pero Scott hace una especie de maniobra y en cinco segundos el arma cae al suelo.

—Vamos Walker, puedes ganar mano a mano.

¿Snyder los está alentando? Este tipo perdió la cabeza.

Peter le avienta un puñetazo a Scott y él lo esquiva a la perfección. Parece un experto en esto a pesar de estar todo golpeado. Yo no podría ni caminar un paso sin desmayarme antes.

—¿Qué pasa Pet? —lo provoca—. Creí que peleabas mejor.

Peter se acerca a toda velocidad, estaba echando humo por las orejas y cuando levanta el brazo, Scott se agacha evitando el golpe y al levantarse le da con todo debajo de la barbilla, haciendo que Peter caiga noqueado.

Su próximo objetivo fue Snyder, pero antes de llegar a él, entraron tres hombres bastante fornidos por la puerta. Dos tomaron a Scott de los brazos mientas que el otro se dirigía hacia mí. No lucho, porque no me siento fuerte para hacerlo así que simplemente decido cooperar con lo que sea que tengan planeado.

—¿Creíste que sería tan sencillo? —Snyder habla con tranquilidad.

Saca un arma de color dorado de atrás de su espalda y comienza a cargarla.

—Por favor, déjala ir.

Scott sólo me mira a mí. Sus ojos están cristalizados y me parte el corazón verlo de esa manera. No siento la necesidad de luchar y no sé por qué es eso, pero estoy absolutamente rendida ahora.

—¿Suplicando? —Ríe de nuevo—. Deberías saber ya, que eso no te servirá de nada.

Se para frente a Scott y mientras los tipos gigantes lo sostienen, Snyder le da un puñetazo en el estómago. El dolor que expresa su rostro va a quedar gravado en mi memoria por siempre, detrás de ese golpe vinieron tres más, los sonidos que emite el chico que intentó salvarme me parten el alma.

—Basta —pido con un hilo de voz—. Por favor…

Snyder me mira con sus ojos fríos, pero no se entretuvo mucho conmigo porque en ese mismo momento Peter se estaba levantando del suelo.

—Tú ya no sirves para nada.

Antes de dar tiempo a responder, tres balas impactan en su cuerpo y el mismo cae sin vida en el suelo frío.

Mi respiración falla y no lo voy a negar, eso en serio me dolió. No porque Peter haya sido bueno conmigo en algún momento, sino que sentí que él podría haber tenido un gran futuro y lamentablemente, Scott y yo seguimos en la lista negra de Snyder.

—¡¿Cómo pudiste?! —le grito sin saber de dónde había salido la fuerza para eso.

Él ni siquiera me mira y en ese momento siento eso que sucede en las películas, cuando pasa la vida en frente de tus ojos.
Perdí mi primer diente a los seis años, que es a la misma edad que conocí a Melissa. Di mi primer beso a los trece gracias al juego de la botella, me vino mi período unos días después y no sabía cómo contarle a Mike que necesitaría una sola cosa de la tienda a partir de ese momento. Tuve mi primer novio a los dieciséis y no duró tanto como hubiera querido. Estudié hasta perder el sueño para entrar a la NYU con Melissa y lo logramos. Cumplí los dieciocho, fui a mi primera fiesta y descubrí a lo que en verdad se dedicaba Mike. Me infiltré en una misión del FBI, intenté investigar a mi enemigo, asistí a más fiestas, conocí a Peter, me gustó y comenzamos a salir. Me salvó Scott de un depravado y también de Peter, me besó y me encantó. Me secuestraron, descubrí quien era el malo de la historia y quien no, Scott intentó salvarme otra vez, pero ambos terminamos heridos y juntos. Peter murió.

Y todo eso se resume a Snyder apuntando el arma directamente en la nuca de Scott, quien jadea intentando respirar con sangre bañando sus labios y barbilla. Sus ojos puestos sólo en mí y sinceramente no podría imaginar otro final, sí debíamos morir, prefiero estar solamente a su lado.

—Di tus últimas palabras, King. —Le quita el seguro al arma—. Por cierto, recuérdenme no volver a contratar universitarios para esto.

Los hombres que nos sostenían asistieron mientras se reían. ¿Cómo pueden reírse? ¿Acaso no tienen sangre en las venas? Scott fija su mirada en mí nada más. Él sabe lo que se viene y a pesar de estar rodeados por monstruos, me hace sentir que somos los únicos en la habitación.

—Diana… —susurra y se atora con su propia sangre—. Te amo.

Cierro los ojos al oír esas simples palabras. Mi llanto me impide ver con claridad, pero de igual manera no quiero mirar. No me atrevo. Deseo decirle que también lo amo y que no me había dado cuenta hasta ahora. Pero las palabras se mueren en mi garganta cuando cierro con fuerza los ojos y escucho el disparo.

Un Pequeño  Cambio De Planes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora