Capítulo 52

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Su beso pasa de ser rudo a dulce de un segundo a otro. Nos separamos el tiempo suficiente para tomar aire y luego fundirnos en otro beso aún más ardiente que el anterior. Scott me levanta de mi asiento solo con el objetivo de acorralar mi cuerpo entre el suyo y la mesada. Su lengua busca la mía y siento cada fibra de su ser fusionarse a la perfección conmigo.

—No puedo resistirme… —murmura con sus labios aún pegados a los míos.

—Entonces no lo hagas.

Un sonido entrecortado acompaña mis palabras y es como si algo se hubiese encendido dentro de sus ojos cuando me mira. Sus pupilas ligeramente dilatadas y sus manos se posan en mis caderas acercándome a su cuerpo y vuelve a besarme. Muerde ligeramente mi labio inferior y siento como mi piel se eriza por completo.

Es en este instante en el que me doy cuenta de cuanto hemos pasado para estar así y deseo a este chico más que a nadie, pero no sólo físicamente, Scott había aprendido a calarse en lo más profundo de mi corazón y ya no había vuelta a atrás. No puedo evitar esto, ya es tarde para eso y lo amo. Dioses amo a Scott.

—¿Qué pasa?

Scott se aparta lo suficiente de mí para verme a los ojos y un brillo salvaje predomina en su mirada. Sus manos toman mi rostro para que mi atención esté puesta sólo en él, no sé en qué momento había dejado de corresponder su beso, me siento tan vulnerable y expuesta cuando me mira así.

—Creo que… —intento decir, pero mi voz se pierde.

Un nudo grande se forma en mi garganta y un suspiro entrecortado sale de mis labios. ¿Por qué me cuesta tanto decirle lo que siento?

—Dilo, nena —susurra con su aliento rozando mi rostro.

—Scott yo… —intenté decir nuevamente, pero otro bloqueo me domina.

Por los Dioses, es más que seguro que he pasado por cosas mucho más difíciles y peligrosas que confesar mis sentimientos. No voy a acobardarme ahora.

—Diana…

—Te amo —lo corto y cierro los ojos al instante.

Sé que en un momento de peligro Scott me dijo que me amaba, pero por ese mismo motivo me asusta el hecho de que sólo haya sido el “calor” del momento, por decirlo de alguna manera.

Siento una suave presión sobre mis labios, no era un beso desesperado ni rudo como los anteriores. Este es dulce, como si él tuviera miedo de arruinarlo.

—Dilo otra vez. —Su voz ligeramente rota me hace abrir sólo un poco los ojos, aún no me atrevo a mirarlo. Él levanta mi barbilla con sus dedos un poco más para que sus ojos se conecten con los míos—. Por favor… —suplica.

—Te amo —repito. No tengo nada que perder. Ya no—. Te amo, Scott King.

Pongo ambas manos en sus mejillas y lo acerco lo suficiente para plantar mis labios en los suyos. Él gruñe en aprobación mientras me acerca nuevamente a sí mismo.

—No sabes cuánto esperé para oír esto —confiesa una vez que nos separamos. Su frente pegada con la mía. Nuestras respiraciones haciéndose una—. Nunca pensé que iba a sentir esto, creí que el amor era un mito. Tú me hiciste ver que no es así y… Estoy completamente enamorado de ti Delia Hart.

Mi corazón se agranda de emoción y me sienta extraño que no me diga Diana, pero eso no es lo más importante ahora. Lo que de verdad me interesa es que estamos bien y en este momento no quiero pensar en nada más.

En lo que debe ser la décima vez en la noche, vuelve a besarme. No sé en qué momento me levantó sin esfuerzo y comenzó a caminar sin perder el contacto de nuestros labios, fue hasta que sentí algo blando contra mi espalda que me di cuenta que me había depositado sobre el sofá de la sala. Su cuerpo sobre el mío con el mayor cuidado posible. El calor recorre mi piel a través de sus caricias.

—Scott… —Mi voz suena ronca, como una súplica por más.

Nunca pensé que me encontraría en esta situación con él… Justo con él. Se aparta de mi boca para dirigir sus ardientes besos por mi cuello. Sus manos se posaron en mis muslos y los separó con suavidad para colocarse entre ellos. La proximidad me está volviendo loca, mis manos se enredan en su cabello y lo escucho gemir.

—Me estás acabando. —Sube de nuevo hasta estar a la altura de mis ojos—. No podré parar, Diana.

No le contesto, mis labios sellaron los suyos. Es que yo no quiero que pare. Los gemidos eran los únicos sonidos nos acompañaban. Las manos de Scott toman la parte baja de mi blusa y la sube, nos separamos sólo un instante para remover la prenda de mi cuerpo. Se toma un segundo para apreciar lo expuesto de mi cuerpo, sólo un simple sostén negro esconde mi intimidad y la mirada salvaje del chico que me roba el aliento sólo me hace poner el triple de nerviosa. Trato de cubrirme con mis manos, pero al notar mi intención, él toma mis muñecas y las pone sobre mi cabeza.

—Eres hermosa —sentencia.

El calor se acumula tanto en mis mejillas como en mi cuello y sus labios me atacan con pasión. Su lengua busca la mía con desesperación y una mano baja con suavidad acariciando mi mejilla, mi cuello, mi hombro, hasta tomar uno de mis pechos y apretar sobre el encaje. Un gemido fuerte se me escapa y él sonríe… Presumido. Frota la parte sensible de mi pecho y siento que voy a perder el control. Cuando libera mis muñecas, bajo a toda velocidad hasta tomar el dobladillo de su camiseta tirando de ella con fuerza. Scott me ayuda con eso y se la termina de quitar. Mis ojos se posan en su torso firme y fuerte. Mis dedos trazan el camino de su abdomen sin vergüenza y noto como su respiración se vuelve errática. Lo tomo del cuello para volver a probar sus adictivos labios y siento como choca sus caderas con las mías, mostrándome cuánto me desea.

—No tengo, Diana… —No lo dejo terminar, muerdo su labio con suavidad—. Mierda. —Otro choque de sus caderas. Era dolor y placer, todo al mismo tiempo—. Diana, espera.

Me separo sólo un poco de él.

—¿Qué pasa?

—No tengo protección.

Me cuesta una milésima de segundo darme cuenta a lo que se refiere.

—Oh…

Mi cuerpo se comienza a enfriar y la vergüenza se vuelve a instalar en mi sistema. Intento levantarme, pero Scott me lo impide.

—¿A dónde vas? —Me mira ceñudo.

—Yo…, es que tú…

Scott entiende de alguna manera a lo que me refiero. Tenía toda la intención de ser suya, no deseo esto con nadie más.

—Sólo déjame hacerte sentir bien.

Relame sus labios mirándome a los ojos. Era una mirada diferente, es como si estuviera pidiéndome algo por lo que, sin pensarlo demasiado, asiento con la cabeza. Confío en él. En cuanto le doy mi aprobación, su mano comienza a descender por mis costillas mientras mi piel reacciona al instante. Me besa para sacarme de mi estado de nervios. Sólo me dejo llevar, pero cuando siento que desprende el botón de mis pantalones cortos, me alejo al instante.

—Espera —murmuro aterrada. ¿De verdad estoy lista para esto?

—Confía en mí.

Demonios, por supuesto que estoy lista. Tengo que dejar de ser una niña asustadiza y darme cuenta de que esto es parte de crecer también. No hay mejor manera de experimentar que hacerlo con la persona correcta. Sólo me toma un momento asentir nuevamente para que él retome sus caricias. Sus dedos rozan el elástico de mi ropa interior, para luego introducir sus dedos en mi parte más sensible. Sus labios no dejaron los míos mientras con una suave caricia se abría paso entre los pliegues húmedos de mi feminidad, gimo al instante y mi cuerpo se arquea queriendo sentir todo de él.

—Tan caliente —gruñe contra mis labios mientras presionaba mi punto más sensible con un poco más de fuerza.

—Scott… —gimo desesperada.

Una presión se comienza a instalar en la parte baja de mi abdomen.

—Me muero por probarte. —El fuego crece en mi interior cuando dice esas palabras—. Pero no ésta noche.

Siento como sus dedos hacían presión otra vez y me aferro a sus fuertes brazos cuando introduce uno en mi interior.

—¡Dioses!

Dejo mi cabeza caer sobre el suave sofá y apreté los dientes con fuerza. Me estoy prendiendo fuego y quiero que esto acabe tanto como deseo que sea eterno. Mientras que Scott bombeaba en mi interior, murmura cosas sucias en mi oído y ahora mismo quiero que cumpla con todo lo que me está prometiendo. El sexo nos vuelve sucios, pero es perfecto con él a mí lado.

Una capa de sudor se empieza a formar en mi frente y sin poder resistir esto más, me dejo llevar y estallo en sus manos. Creí que jamás iba a experimentar algo tan placentero e increíble como esto y sé que con Scott tendré muchísimo más.

Scott quita su mano con suavidad y cuando lo miro se está llevando los dedos a los labios. Trago en seco, sus ojos están fijos en los míos mientras saborea mi éxtasis.

—Deliciosa.

Me sonrojo al instante. Esto es mejor de lo que había imaginado.

Un Pequeño  Cambio De Planes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora