Capítulo 7

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Me acerco cuidadosamente hasta estar cara a cara con Mike. Entiendo que debe ser difícil para él que yo me involucre en este trabajo, pero quiero ayudar en todo lo que pueda y estoy segura de que muy en el fondo mi tío sabe que me necesita.

— No hay nada de qué hablar Delia, la respuesta es no y agradece que no te castigue —dice Mike tranquilamente.

— ¿Castigarme? Sé que no debí escuchar la plática, pero no creo que sea una falta de respeto sí el tema de conversación soy yo —argumento de forma obvia.

— No eres tú, es mi trabajo y te pido que no interfieras en el —arremeta con los dientes apretados, es claro que está intentando controlarse.

— Tengo dieciocho años ahora, creo que puedo tomar esta decisión —contesto.

— Vives bajo mi techo Delia, aún eres mi responsabilidad, y no voy a permitir que te lastimen.

Me da la espalda y se lleva ambas manos a la cabeza, parece que va a explotar en cualquier segundo e intento calmarme yo también, puede que no sea su hija, pero sé que ambos tenemos el mismo temperamento de mierda cuando nos enojamos.

— Dame una oportunidad, quiero demostrarte que soy capaz, quiero ayudarte tío —suplico. Convencer a este hombre no es nada fácil.

— No puedo permitirlo Delia, eres lo único que me queda —confiesa suavemente.

— Lo sé y te prometo que sí algo sale mal voy a dejar que me alejes de todo, pero te aseguro que voy a intentar que nada salga mal porque en serio quiero hacer esto —termino mi discurso con un suspiro.

Un silencio de casi un minuto nos invade, detrás de la mirada de Mike veo cientos de emociones corriendo sin parar por lo que me cuesta mucho adivinar que puede decir ahora.

— Déjame pensarlo, ¿de acuerdo? —me dice luego de unos segundos más—, pero voy a tener en cuenta tu promesa flacucha. 

Sonrío al escuchar mi apodo porque sé que logré calmarlo y lo mejor de todo es que lo va a considerar. Me siento orgullosa de haberlo chantajeado con lo de la promesa y que haya funcionado.

— De acuerdo —acepto su condición y lo abrazo—. ¿Podemos terminar el almuerzo? —suplico.

En serio quiero devorar esa lasaña y el solo pensamiento hace que mis tripas se revuelvan ansiosas. Mike ríe y se separa de mí.

— Por supuesto, me muero de hambre —dice de forma exagerada.

Preparamos nuestra comida y por preparar me refiero a que pusimos todo en el microondas para que el mismo hiciera su trabajo.

Luego de por fin haber terminado el almuerzo entre alguna que otra charla casual, subo a mi habitación y marco el número de Melissa.

— ¿Diga? —rio al oír lo ronca que está su voz.

— Wow, creo que es la madre de las resacas —dije para molestarla mientras reía.

— Ja, mi cabeza se parte en dos —se queja desde el otro lado de la línea—. ¿Fui arrestada anoche? —¡Demonios! No lo recuerda.

— ¿Qué? ¡No! —contesto de forma nerviosa—, solo jugaste demasiadas partidas cerveza pong. Terminaste muy ebria, llamé a Mike y te llevamos a casa, el mejor cumpleaños de todos —intento bromear para que olvide el asunto de la prisión.

— Lo sé soy una pésima amiga por embriagarme y dejarte sola —ríe —, te compensaré, lo prometo —dice y esta vez a ríe de forma extraña. No quiero saber en lo que está pensando.

— Sé cómo puedes compensarme —sonrío—, mañana me llevarás al cine y pagarás las palomitas —Mel ríe nuevamente.

— Sí, creo que te lo debo —contesta y la escucho bostezar a través del teléfono.

— Ve a dormir, hablamos mañana —le sugiero.

— Claro, estoy muerta, mañana te llamo Lía —contesta en medio de otro bostezo.

— Hasta mañana, Mel —respondo y cuelgo.

Aún no tengo idea de cómo haré para que Melissa no se entere del trabajo de Mike, soy muy mala guardando secretos así que espero poder con todo esto.


***


Melissa y yo recorrimos todo el centro comercial porque al parecer quería comprarse una falda que vio en internet pero que más de quince tiendas no tiene en este momento.

— ¡Ya!  —exclamo de forma agotada—, volveremos la próxima semana Mel, vamos a comer algo antes de ir al cine —le ruego.

— De acuerdo, pero no me daré por vencida —anuncia demasiado alto y varias personas voltean a mirarla como si estuviera loca. Por supuesto que lo está—. Serás mía —le dice a la fotografía de su teléfono.

— ¿Pizza? —pregunto mientras señalo la pequeña pizzería que hay dentro del centro comercial.

— Claro.

Ambas nos dirigimos hacia el mostrador y pedimos dos porciones de pizza con mucho queso acompañadas por dos refrescos de naranja.

Luego de pagar y sentarnos en una de las mesas del local, Mel se puso a contarme de cómo iba a combinar esa famosa falda con una blusa transparente perfecta para una fiesta. Dejo de prestarle atención cuando por el rabillo del ojo noto que alguien se acerca a nosotras. Primero pienso que estoy teniendo algún tipo de alucinación, pero todo eso se disipa de mi mente al ver a Dennis tomar una silla de otra mesa y sentarse con nosotras.

— Hola chicas —nos sonríe y fija su mirada en Melissa.

Ella me mira a mí pidiéndome de alguna manera, a través de sus curiosos ojos que le explicara que hacía uno de los chicos más populares del campus sentado con nosotras.

— ¿Hola? —contesta una dudosa Mel.

No puedo evitar que una pequeña risa se escape de mis labios debido a la incómoda situación. Mi amiga me mira como si quisiera matarme.

— ¿Cómo están? —nos pregunta con la misma sonrisa.

— Bien y ¿tú? —pregunto intentando saber cuál era el motivo de su interrupción.

— Muy bien, de hecho, iba a esperar a mañana, pero creo que es una señal haberlas encontrado aquí —okey estoy empezando a pensar que este chico está mal de la cabeza, ¿por qué sería una señal encontrarse con nosotras? —. Melissa quería invitarte a tomar un café conmigo mañana —dijo con un poco de timidez.

Una sonrisa se abrió paso en mi cara mientras que en la de Mel una mueca de horro

— Y eso, ¿por qué? —cuestiona confundida.

— Por lo de anoche —dice Dennis con el ceño fruncido.

— ¡Oh por dios!, ¿me acosté contigo? —exclama haciendo que me atore con mi trozo de pizza—. ¿Lía, dejaste que eso pasara? —me pregunta exasperada. Miro a Dennis y estaba más rojo que un tomate.

— No, no se acostaron —aclaro rápidamente y Mel suspira aliviada—, ustedes se besaron y estuvieron bailando un rato juntos —explico y el chico avergonzado a mi lado asiente dándome la razón.

— Sí eso, yo pensé que podríamos salir y conocernos mejor —sugiere él.

Debo admitir que entre el séquito de idiotas Dennis es el mejor partido, es muy inteligente porque compartimos la misma clase de cálculo y con nosotras siempre fue muy amable.

— Entiendo, oye no lo tomes a mal pero no busco salir con nadie en este momento, lo siento —contesta mi amiga sin expresión alguna.

Mis ojos se abren debido a la sorpresa del tono cortante de ella y me dieron ganas de golpearla al ver la cara de decepción del pobre.

— Eh, sí claro, lo entiendo —se levanta de la silla con rapidez—, las veo mañana en cálculo chicas —nos dedica una triste sonrisa y se aleja.

— Amiga, no tienes corazón —le digo y ella me regala una pequeña risa carente de humor.

— Créeme que lo sé, pero aquí entre nos, estoy segura de que si salgo con él, que es uno de los más codiciados del campus va a terminar rompiendo el poco corazón que aún me queda —me dedica una sonrisa fingida y se dedica a terminar su comida.

No esperaba eso, Mel siempre fue tan segura de sí misma, nunca la vi rechazando a alguien por tener miedo a salir lastimada, creo que ella al igual que Mike también tiene sus secretos.


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Un Pequeño  Cambio De Planes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora