Viernes por la mañana, odio madrugar y creo que el despertador lo sabe ya que no deja de producir ese irritante ruido que me provoca querer arrojarlo por la ventana, estiro el brazo hacia la mesa de noche y apago el aparato mientras maldigo en voz baja como todas las mañanas, amo dormir es un defecto que no puedo cambiar y un orgullo que me gusta presumir. Me levanto a regañadientes. Hoy es viernes Delia dice la diminuta voz de mi cabeza. Extrañamente eso me calma, aunque todo eso disminuye cuando siento dos golpes en la puerta.
— Delia, ¿puedo entrar? —pregunta la voz masculina de mi tío.
— Sí, tío Mike —respondo aún aturdida por el sueño mientras me froto los ojos en un intento de despertar.
La puerta de la habitación se abre y entra mi sonriente tío con un plato lleno de hotcakes quemados y un vaso de jugo que supongo es de naranja.
— ¡Feliz cumpleaños, flacucha! Te preparé el desayuno —sonríe satisfecho y orgulloso del desastre que hizo. Deja la comida en la mesa y se acerca para abrazarme.
— Gracias tío no tenías por qué hacer esto. —Finjo una sonrisa.
— Claro que sí. Dieciocho años no se cumplen todos los días, además me siento culpable por no estar contigo en tu día. Ya sabes cómo es el trabajo.
— No te preocupes tío, lo entiendo además tengo clases y quedé con Melissa para hacer algo juntas. —le digo intentando subir su ánimo.
— Bueno, Melissa tendrá buenos planes de seguro, ¡Así que alócate! Te doy permiso —responde riendo.
— Sí seguro —digo sarcásticamente —, lo más probable es que vayamos al cine así que trataré de no “alocarme” con el refresco para no salir corriendo al baño en la mitad de la película —suspiro rodando los ojos.
Mike me mira fijamente un par de segundos para luego partirse de risa en mi cara, no pude hacer más que reírme con él de mi propia ocurrencia.
— Ok bromista, voy a alistarme para el trabajo —se levanta de la cama y se dirige a la puerta —, y tu deberías hacer lo mismo, tienes clase en una hora.
— ¡Una hora! —grito alarmada—. Debo ducharme aún. —Salto de la cama apurada.
— Sí, sí, pero antes limpia el plato Flacucha, estuve dos horas preparando eso así que te lo comes.
Esta vez fue mi turno en partirme de risa mientras él salía ofendido del cuarto. Corro rápido hacia el baño para mi ducha matutina. Mientras el agua se regula hasta tener una temperatura agradable, me desvisto y entro, el agua caliente hizo su trabajo al relajar mis músculos, hoy iba a ser un largo día.
Vuelvo a mi dormitorio corriendo con solo una toalla cubriendo mi cuerpo desnudo y otra sosteniendo mi cabello. Elijo unos jeans simples azules con una sudadera de la NYU, me seco el cabello y finalmente decido dejar mis ondas naturales con un gorro de lana azul.
Esta ciudad es muy fría y el invierno es aún peor, me miro en el espejo de mi armario y me aplico algo de delineador negro en los ojos. Es lo único que llevo de maquillaje siempre y es por el simple hecho de que no me arreglo para impresionar a nadie, sólo me gusta como quedan mis ojos así, inspiro más confianza de la que tengo en realidad. De hecho, fue idea de Melissa, mi mejor amiga, quien dice que el maquillaje me sentaría bien sí realmente me esmerara en aplicarlo cada día; al parecer con el cabello rubio y mis ojos azules tengo ganada la lotería genética y una larga fila de pretendientes. Dudo mucho que sea así ya que solo he tenido un novio y fue en la preparatoria, no duró más de cuatro meses cuando me terminó, al parecer el aspecto de mi tío lo intimidó demasiado, ¡Ja! Como si un contador le fuese a causar daño. En fin, tampoco creía que él fuera el indicado.
Los chicos de hoy en día solo buscan una cosa: Sexo; y para ser sincera yo no soy la chica más sexi de la universidad y aunque lo fuera no me prestaría para eso. Mido casi un metro con sesenta y tres centímetros, y soy bastante delgada, no por nada Mike me dice flacucha todo el tiempo al principio me molestaba, no lo voy a negar, pero con el tiempo me fui acostumbrando a ese extraño apodo. Honestamente sé lo que soy y también sé la clase de chicas que suelen llamar la atención de la población masculina, por lo que intento verme bien por mí misma, así de esa forma, cuando alguien llegue y vea lo que realmente soy, me amará por eso. Según Mike será algo así, pero intento no dale mucha vuelta al asunto.
Salgo de mi habitación con el plato vacío y el vaso igual, no crean que comí todo eso, aunque estoy segura de que al perro del vecino le encantó cuando se lo tiré por la ventana. Amo a mi tío y sé que sus intenciones son buenas, pero terminar enferma del estómago en medio del período de exámenes no es una opción para mí.
Visualizo a Mike hablando por teléfono con su compañero de oficina Frank supongo, ya que en cuanto me vio entrar a la cocina empezó a hablar del trabajo rápidamente. A veces pienso que puede estar hablando con una mujer lo cual sería grandioso para él, siempre que saco el tema dice que no está listo y termina con la conversación enseguida. No lo sé con exactitud, pero estoy segura de que mi difunta tía Kate querría que fuera feliz con alguien más, pero allá él y sus líos amorosos.
Tomo una manzana del frutero le doy un beso rápido en la mejilla a Mike y con un 'Cuídate, te quiero' de su parte salgo de la casa y me introduzco en las bulliciosas calles de Nueva York, hace casi quince años que vivo aquí y aún no me acostumbro a ésta jungla urbana.
Luego de que mis padres murieran trágicamente en un accidente de tránsito mi custodia fue destinada a Mike, ya que él era el único hermano de mi padre y mi madre no tenía familiares cercanos. Con tan solo tres años me tuve que mudar de Chicago a Nueva York. A veces pienso en lo valiente que es mi tío, tuvo que enfrentar solo la pérdida de su hermano y criar a su sobrina a la vez… sin duda él es mi héroe.
Me lleva quince minutos llegar a Starbucks para esperar a Melissa y de ahí son otros quince minutos hasta la Universidad, por suerte no tengo que vivir en una fraternidad o residencia ya que no aguantaría las fiestas diarias y menos aún a las personas que asisten a ellas. Cada vez que lo imagino o incluso que veo a las chicas que van a esas fiestas, se me revuelve el estómago. Jamás seré así y realmente lo intenté, quise encajar en ese mundo de locura y juventud por Mel, pero supongo que nací en la época equivocada.
Espero en la fila a que Melissa llegue, cuando es mi turno de ordenar pido dos frapuchinos medianos y unos muffins de arándanos para llevar, mientras los preparan mi loca mejor amiga entra y me busca con la mirada, cuando me encuentra se le escapa un grito que hace que toda la cafetería la mire y que a mí me den ganas de que me trague la tierra. Viene corriendo hacia mí aún con varias miradas sobre ella y me abraza con tanta fuerza que casi me asfixia.
— ¡Feliz cumpleaños! —chilla y me aprieta con más fuerza.
— Dioses, gracias, pero no lo digas tan fuerte —susurro mientras me intento librar de sus brazos y le ofrezco una sonrisa.
— ¿Por qué? Es tu día especial —ríe alegremente—. ¿Cómo se siente ser mayor de edad?
— Me siento igual —respondo encogiéndome de hombros—. Y técnicamente a los veintiuno seré mayor de edad.
— Ay, que amargada eres —dice rodando los ojos—, cumples dieciocho años puedes ir a fiestas sin pedir permiso y salir con chicos por montón —dice riendo y me guiña un ojo.
— Sip, porque estuve esperando hasta esta edad para ir a fiestas y despertar con un chico diferente cada fin de semana —digo con sarcasmo.
— ¡Exacto! Ese es el espíritu, chica —me contesta ignorando por completo mi sarcasmo.
— Son seis dólares con cuarenta y cinco —nos dice el chico de la caja sin ninguna expresión.
— Enseguida —respondo sonriendo mientras busco mi billetera en el bolso.
— ¡Oye! —dijo Melissa y yo solo cerré los ojos y pedí a los Dioses que no dijera nada estúpido—, es su cumpleaños no deberías cobrarle. —Se cruza de brazos de manera desafiante.
— Lo siento yo n-n-no lo sabía seño-orita —tartamudea el pobre chico.
— Bueno, ya lo sabes. Así que nos llevaremos esto y además estoy segura de que con tus propinas —señala el frasco de vidrio lleno de monedas y alguno que otro dólar—, llegas a seis con cuarenta y cinco —le afirma mi amiga al chico.
— Y-yo estoy ahorrando para pagar l-la universidad… —dijo él con el mismo nerviosismo mientras bajaba la mirada apenado.
— Bueno, pero es su cumpleaños así que...
— Melissa, por favor —replico avergonzada—. Aquí tienes, el cambio es tuyo y disculpa a mi amiga —le pido con una sonrisa mientras le doy el billete de diez dólares.
— No hay problema —me sonríe también—. Muchas gracias y feliz cumpleaños —me felicita con su voz completamente recuperada.
— Gracias y suerte —me despido mientras arrastro a Melissa fuera del establecimiento.
— Oye, por poco consigo que el café sea gratis —dice fingiendo estar ofendida.
— Pobre chico Melissa, no es fácil costear la Universidad y tú queriendo que pague por lo nuestro —la reprendo.
A veces olvido que Melissa es un año mayor que yo, el problema es que no actúa acorde a su edad y eso es una de las cosas más fastidiosas e increíbles que tiene.
— Como sea —le quita importancia al asunto y cambia de tema—, entonces, ¿qué haremos esta noche? — pregunta y eleva las cejas de manera divertida.
— No lo sé, ¿vamos al cine o algo? —propongo sabiendo cuál será su respuesta.
— ¿Es en serio? Cumples dieciocho años y ¿quieres celebrar en el cine? —pregunta exasperada—, menos mal que soy tu mejor amiga y que tengo el dato de una de las mejores fiestas del semestre para esta noche —alardea con un extraño tono de voz animado.
— ¿Fiesta de fraternidad? Ni loca, paso.
— ¡No es de fraternidad! Es a las afueras del campus así que habrá alcohol y… —no la dejé terminar.
— ¡No!
— Por favor, Lía —sólo Melissa me llama así a excepción de Mike en alguna que otra ocasión—, por favor, por favor... — repite unas diez veces más.
Tiramos los vasos vacíos de café en el cesto de la basura mientras Melissa me sigue rogando. Le doy un muffin con la esperanza de callarla, pero es en vano.
— ¿No vas a parar hasta que diga que sí verdad? —cuestiono mientras entramos al aula.
— Nope —sonríe satisfecha y continua—, por favor, por favor, por favor, mira si no te gusta el ambiente o algo por el estilo nos vamos directo al cine sin protestar, pero dale una oportunidad —me pide juntando sus manos en señal de súplica. No tiene caso discutir porque sé bien que ella ganaría.
— Bien, de acuerdo —contesto de forma resignada—, pero si no me gusta nos vamos —arremeto decidida.
— ¡Sí! Lo que tú digas —celebra mientras me abrazaba felizmente—. Ah una cosita más, yo te arreglaré —una sonrisa maliciosa se extiende por su rostro.
— No voy a lograr ganar la discusión así que de acuerdo —digo riendo.
Espero que les guste el primer capítulo, les informo a los nuevos lectores que estoy editando la historia y los errores descomunales que tiene 😅 así que espero que entiendan y aun así la lean ☆ gracias por el apoyo ♡...x
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Un Pequeño Cambio De Planes ©
Genç KurguUna Chica. Un Chico. Una Misión. Un Objetivo. -¿Tenías que aparecer para complicarlo todo? -exclamo, con lágrimas en los ojos. -Entenderás Lía, que no es así... ... Esto es borrador que voy a ir editando sobre la marcha 😌✏ Muchas gracias por leer ♡...