Capítulo 8

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Siento el irritante sonido del despertador otra vez, lo arrojaría por la ventana, pero Mike me dijo que este es el tercer y último que me compra ya que si sufre el mismo destino que los dos anteriores tendré que comenzar a utilizar la alarma del celular.

Me levanto a duras penas, odio los lunes y hoy en particular hace mucho frío. Camino de puntitas hasta el baño, al entrar abro el grifo de agua caliente para darme una relajante ducha, me tomo al menos quince minutos debajo del agua hasta que se empieza a poner fría. Salgo con una toalla envolviendo mi cuerpo hacia el pasillo para volver a mi cuarto y oigo a Mike en el teléfono.

— No… mejor lo hablamos —hace una pausa—. Bien hablamos cuando llegue, adiós.

Aún me sorprende el frío tono de su voz cuando habla por asuntos del trabajo. Cuando lo oigo subir la escalera corro lo más rápido que puedo y me adentro en mi habitación.

— ¿Delia? ¿Estás lista? —pregunta desde el otro lado de la puerta.

— Me estoy vistiendo tío, dame diez minutos —anuncio intentando sonar lo más serena posible.

— De acuerdo, hoy te llevaré yo —dijo y lo sentí alejarse antes de poder responder siquiera. Me pregunto si estaba hablando sobre mí con Frank.

Bajé vestida con un par de jeans negros y un suéter blanco, pienso ponerme mi abrigo que normalmente está colgado en el armario que está bajo las escaleras porque estoy segura de que está helando afuera.

— Me llevarás hasta Starbucks, ¿cierto? Siempre espero a Melissa ahí —le digo mientras abro la puerta del armario.

— Claro, quiero ahorrarte algo de camino ya que está haciendo mucho frío hoy —informa tranquilamente como si no estuviera pasando nada. ¿No se da cuenta que me estoy muriendo por saber su respuesta? — ¿A qué hora terminas tus clases hoy? —pregunta abriendo la puerta principal para que salga primero.

— A las dos y media. ¿Por qué? —pregunto en un intento de sacarle algo de información. Sí que hace frío hoy, siento que mis mejillas se están poniendo rojas.

— Te pasaré a buscar a esa hora —afirma. Espero que sea para darme una respuesta—. Sí flacucha, te daré una respuesta —se ríe al ver como mis ojos se salían de órbita.

— ¿Cómo sabías que estaba pensando en eso? —cuestiono mientras me subo al auto.

— Porque eres mi sobrina y te conozco como sí te hubiera educado por quince años —me rio ante su ocurrencia.

Puso en marcha el motor y partimos hacía Starbucks escuchando música y riendo de los chistes malos de Mike, no importa lo que suceda hoy sólo quiero que nuestra relación sea así siempre.


***


En cálculo estaba sufriendo no sólo por ser la última clase de hoy y estar un poco más cerca de saber la respuesta de Mike, sino que también Mel tuvo que irse antes para acompañar a su madre a ver al doctor y me dejó sola. Lo entiendo su mamá la necesitaba, pero desde que puse un pie en el aula de clase Dennis me ha estado observando y aún no sé el por qué. Faltan exactamente ocho minutos para que la clase acabe cuando veo que se acerca.

— Hola Delia —me sonríe tímidamente como si esta situación también le resultara incómoda.

— Hola —contesto intentando concentrarme en lo que está anotado en mi cuaderno.

— ¿Por qué no vino Melissa? —pregunta—. ¿Es por mi culpa? Porque no quise hacer que faltara a clases, sólo quería salir con ella porque es muy linda y pensé que quizá si nos conocíamos mejor... —levanto la mano para callarlo. Habló a una velocidad sobrehumana ¿Cómo hizo eso?

— Dennis, ella no vino porque tuvo que acompañar a su madre a ver al doctor —le explico —. Y con respecto a lo demás deberías hablarlo con ella, aunque creo que ayer dejó las cosas muy claras —digo intentando suavizar la situación lo más posible. Dennis se queda meditando mis palabras unos segundos.

— ¿Crees que soy una mala persona? —pregunta mirando un punto fijo en la mesa, su pregunta sin duda logra desconcertarme.

— No existen las malas personas, sólo las malas acciones —argumento encogiéndome de hombros.

— Entonces, ¿tú crees que yo haya hecho algo malo para que ella no quiera salir conmigo? — ¡Diablos! Se ve que en serio le gusta Melissa.

— No lo sé. Apenas te conozco, pero quizá deberías mantenerte un poco alejado de las porristas —sugiero—. Apuesto que sí muestras más interés en sólo una chica, no tendrás tantos problemas.

Estoy segura de que mi amiga se fijaría en él si no estuviera rodeado de chicas todo el tiempo. Pienso que la exclusividad en estos días es prácticamente escasa, pero no es algo imposible si de verdad estás interesado en la persona correcta.

— Entiendo —me regala una leve sonrisa—. En verdad quiero salir con ella, ¿Puedes darme algún consejo? —junta ambas manos en señal de súplica y se me escapa una pequeña risa.

— ¡Oye Hall! —siento gritar a alguien el apellido de Dennis—, ¿acaso le estás rogando para que salga contigo? —escucho la irritante risa de Scott y sus amigos—. Vamos amigo, terminó la clase y tengo mejores delicias para ti.

Mis tripas se revuelven al instante cuando escucho como habla de las chicas. Todos vuelven a reír mientras me dedico a guardar mis cosas.

— Lo siento Delia, ¿me prestas un segundo tu teléfono? —frunzo el ceño, pero se lo doy.

Unos segundos después siento como vibra el suyo al recibir el mensaje.

— Te escribo luego si no tienes problema.

— Claro, hasta el miércoles —me despido.

Lo veo irse todo rojo y avergonzado por las cosas que le dicen sus amigos. ¿Por qué sale con ese tipo de personas si él no es así?


***


Mike estaba parado contra la puerta del auto esperando. Trae puesta una capucha y lentes oscuros y no puedo evitar sentirme como si fuera participe de algún tipo de película de acción.

— ¿Hace cuánto me estás esperando? —cuestiono mientras me abre la puerta del acompañante.

— Hace quince minutos —contesta. Cuando cierra la puerta rodea el auto para ocupar su lugar a mi lado.

— Sí que eres puntual —bromeo—, por cierto ¿Por qué estás todo cubierto? —pregunto haciendo referencia a los lentes y capucha—. No hay mucho sol para eso.

— Lo sé flacucha —ríe mientras guarda los lentes en la guantera—. Hay ojos en todos lados y lo mejor es que no me vean recogerte. ¿Protegerte, recuerdas? —explica y yo asiento.

— ¿A dónde vamos? —pregunto—. Es simple curiosidad, ya que nunca vienes a buscarme. —Soy muy impaciente ¡Quiero que me diga todo ya!

— Tranquila, ya lo verás.

Mike enciende la radio y le pone fin nuestra conversación. Intento con todas mis fuerzas no pensar mucho en la respuesta que va a darme, de por sí soy bastante ansiosa y este tipo de situación hace que mi estómago sufra los estragos que provocan los nervios. Decido concentrarme en la letra de la canción de John Legend mientras mi tío conduce por una ruta desconocida para mí. Unos cuantos kilómetros después por fin nos estacionamos en frente de un edificio enorme. Al bajar del auto diviso a Frank en la puerta del mismo edificio con una gran sonrisa.

— Me alegra verte aquí—dice y me abraza.

— ¿Qué lugar es este? —pregunto mirando todo a mi alrededor.

— Delia, bienvenida al Cuartel general del FBI —Frank sonríe ampliamente—, de Nueva York claro está, cada ciudad tiene su propia sede o cuartel —explica.

— Eres un gran anfitrión—bromeo dándole un codazo amistoso—, que me hayas traído aquí quiere decir... —dejo las palabras en el aire esperando la respuesta de Mike.

— No te emociones flacucha, vamos a hablar mejor en la oficina —contesta y nos dirigimos al ascensor.

Subimos hasta el cuarto piso y en ese lapso cruzamos a varias personas con informes en sus manos y armas colgadas en sus cinturones, definitivamente este es otro mundo y estoy ansiosa por participar en él.

Entramos a la oficina y había un hombre canoso de unos cincuenta años más o menos sentado frente al escritorio. Se dedicaba a escribir algo en su computadora, pero cuando nos ve entrar, deja inmediatamente lo que está haciendo y posa sus penetrantes ojos azules en nosotros.

— Supongo que eres Delia, ¿verdad? —me regala una sonrisa profesional mientras que asiento de manera nerviosa—. Es un gusto, soy Charles Baker. —Me extiende su mano y le correspondo el saludo.

— Delia, él es nuestro jefe —me explica Mike.

— Me alegra conocerte, tengo entendido que estudias en la NYU y que Frank cree que eres perfecta para este caso —me explica el Sr. Baker con calma.

Se levanta y comienza a dar vueltas por la pequeña habitación. Su imagen refleja autoridad, pero de cierto modo también muestra mucho respeto hacia los demás. Parece ser un hombre con un gran cargo y sabe cómo mantenerlo.

— Mi tío aún no me dio su permiso para trabajar en esto — explico al Sr. Baker, pero cuando miro a Mike tiene una sonrisa pintada en el rostro. ¿Acaso me perdí de algo?

— ¿En serio? A mí me notificaron esta mañana que estabas dentro —dice Charles frunciendo el ceño.

— ¿Estoy dentro? —pregunto sorprendida. Miro a Frank y éste asiente con la mayor satisfacción.

— No olvides la promesa que me hiciste Delia —establece mi tío.

— No lo haré —chillo.

La emoción es más grande que mi cuerpo cuando salto de la silla y me abalanzo sobre mi tío, me atrapa con habilidad y soy capaz de oír las risas de Frank y el Sr. Baker. Me aparto de Mike con la sonrisa más grande que mi rostro es capaz de soportar.

— Bueno, entonces los dejo para que entren en los detalles del caso—, nos dice el Sr. Baker—. Ah casi lo olvido —los tres miramos al jefe—. Bienvenida al FBI señorita Hart —sentencia con una sonrisa.



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Un Pequeño  Cambio De Planes ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora