Capítulo 2 "Hola, soy Archi"

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Siempre he escuchado que a muchas de las personas les encanta vivir solas, pues la comodidad reina, en mi caso, es algo que detesto, odio esa sensación de sentarte en la mesa y ver sillas cerradas, de no tener con quien hablar sobre lo que te pasa, de tener ese nudo en la garganta y no poder desenrollarlo, es como un recordatorio constante de que en realidad nunca sabes que tanto importas, hasta que ya te ves sólo.

Mi madre siempre solía citar una frase de su escritor favorito "Nuestro gran tormento en la vida proviene de que estamos solos y todos nuestros actos y esfuerzos tienden a huir de esa soledad". Y justamente hoy me sentía de esa manera, atormentada, al levantarme y no ver a mi compañera de cuarto en su cama, un vacío recorrió mi cuerpo, y suena ridículo, lo sé, pero sabía que ese era el primer día de muchos que venían.

Tenía pocos ánimos, estaba muy cansada, no había podido cerrar el ojo en toda la noche, me sentía genuinamente decepcionada, yo en este momento ya tendría que estar en casa, si no fuera por esa estúpida materia, pero eso ya no importaba, ya estaba en este tren y no pensaba desertar.

Hice mi rutina habitual, bañarme, vestirme y desayunar un gran vaso de leche con chocolate, pero justo cuando me disponía a servir la leche, mis planes se vieron corrompidos, porque alguien toco el timbre.

—Hola, soy Archi, tu vecino —Dijo un chico con ojos color miel con un toque de verde justo en el centro, era mucho más alto que yo y tenía el cabello perfectamente rizado, él pertenecía al grupo de atletismo, alguna vez vi una competencia, era realmente bueno —Él es Dan —Señaló hacia su derecha con el pulgar sobre su hombro a un pelirrojo de ojos grandes, podía notar miles de pecas que recubrían su rostro, si la memoria no me fallaba él era del equipo de natación, me miro a los ojos y sonrió con amabilidad —Y él es Javi —Señaló está vez a la izquierda, me guiño el ojo un chico de tez blanca y cabello completamente negro, su chamarra de piel negra lo hacía ver intimidante. A él ya lo conocía, era buen amigo de mi ex-novio, jugaban juntos fútbol, por lo que le regale una pequeña sonrisa.

Justo en ese momento Archi me miro con una mueca que solo pude interpretar como desagrado, como si estuviese juzgando, lo cual me hizo sentir incómoda.

Era extraño que estuviesen parados frente a mi puerta pues jamás habíamos tenido una conversación como tal, somos vecinos desde ya hace 2 años, pues Archi y Dante eran los chicos que vivían en el departamento de la orilla, mientras que, por otro lado, Javi era amigo de mi ex. También ya había coincidido en clases con ellos, quizá en fiestas, y obviamente éramos víctimas de la matanza de cálculo.

—Hola, soy Danielle —Mi voz era cansada y muy pesada, una diminuta sonrisa emanaba de mi boca, intentaba ser amable, ellos no tenían la culpa de mi desgracia.

—Queríamos saber si te gustaría que pasáramos por ti, digo, para llegar todos juntos a las asesorías, de aquí en adelante —Dijo el pelirrojo mientras miraba al suelo, se le veía tímido, como con vergüenza.

—Claro —Conteste mientras sonreía intentando buscar su mirada la cual desviaba hacia cualquier lugar.

—¡Pues vámonos! —Concluyó Javier mientras me tomaba de la muñeca para salir de mi apartamento, sólo tomé mi mochila y salí junto con ellos.

El paseo fue una combinación entre lo extraño y satisfactorio, la Jeep de Javier imponía respeto y popularidad, yo me senté en la parte de atrás con Dante, pero aun así sentía esa vibra especial que te hacía creer que eras el dueño del mundo, como en esos vídeos musicales en donde jóvenes sin problemas se van de vacaciones, la música a todo volumen, los cristales abajo y los lentes negros de los 3 chicos te convencía de lo que veías era parte de una fantasía. Pero todo se arruino al llegar al colegio.

Al bajar de la camioneta note lo triste que era nuestra situación, se veía completamente vacío, ni un alma rondaba, el auditorio estaba cerrado y en la puerta se encontraba Kharen recargada, ella no vino con nosotros pues vive con sus padres y su casa quedaba al otro lado de nuestros departamentos, de hecho, Javier no vivía tan cerca de la privada, pero según sus propias palabras "Le queda de pasada".

—Buenos días jóvenes —Se escuchó una voz grave a nuestras espaldas, todos volteamos por inercia con rapidez —No me miren esa manera, pues si ustedes están aquí, es por su desempeño —Juzgó de forma tajante pasando a un lado de nosotros.

...

—Eso es todo por hoy, los veo mañana jóvenes.

Las 2 horas y media que habíamos pasado dentro del auditorio, se me habían tornado rápidas, realmente entendía lo que el profesor explicaba, y siempre me pasaba eso, en clase comprendía perfectamente, pero al llegar al examen mi cerebro decidía bloquear al instante cualquier recuerdo del tema o más bien del curso entero.

—¿Alguien tiene otra asesoría?, o algo así de aburrido —Pregunto Javier alzando las manos, con un bostezo estruendoso.

—No —Todos contestamos en unísono.

—Les apetece comer en mi humilde morada mis pequeños saltamontes —Nos miró a los 4, mientras salíamos del auditorio.

—No puedo, este extraordinario, me ha dejado un castigo de por vida, debo regresar temprano —Dijo Kharen despidiéndose con la mano.

—Pues, yo sí puedo —Conteste de forma alegre abrazando el brazo de Javier, la verdad es que no me vendría mal un poco de compañía en estos momentos.

Archi y Dante simplemente aceptaron con la cabeza, comenzamos a avanzar hacia la Jeep de Javier, en cuanto llegamos Archi me abrió la puerta trasera de la camioneta, de una forma muy natural, lo cual me parecía un gesto muy caballeroso, le sonreí en forma de agradecimiento, pero él simplemente se montó en la parte de enfrente dándome la espalda.

Dante lo noto, pues enseguida hizo un gesto que me daba entender que no debía darle importancia.

...

—¿Esta es tu casa? —Comentó el pelirrojo con mirada de asombro, mientras que Javier se limitaba a sonreír.

Su casa era extremadamente grande, la construcción parecía que era de hace muchos años, aunque estaba muy bien conservada, los jardines le daban un toque elegante y hogareño a su vez.

—Javi, ¿Eres tú? —Una voz muy aguda interrumpió cuando abrimos la puerta.

—Sí —Contesto él, entonces de unas escaleras bajo una niña a toda velocidad de aproximadamente 7 o 8 años de edad, su pelo se movía rebotando en su rostro, y su sonrisa inundaba la casa.

—¡Princesa!, ¡Que guapa estas! —Dijo Archi mientras se hincaba y estiraba sus brazos hacia la pequeña niña, que sin dudarlo 2 veces corrió hacia él.

—¡Hey!, ¿Qué pasa?, yo soy tu hermano —Javier parecía simpatizado por la situación.

—No te pongas celoso —Mencionó Archi mientras le guiñaba el ojo a la pequeña, a la cual ya tenía en brazos.

Dante y yo solo mirábamos sonrientes, me parecía más que tierno, la niña disfrutaba de la compañía de ambos, pero era evidente a quien prefería.

Personalmente a mí me atraía más Javier, físicamente, tenía un toque de chico malo, los tatuajes de su brazo derecho y la presencia aturdían a cualquiera. Aunque tampoco puedo dejar a Dante de lado, debo admitir que sería el niño que llevas a casa para que tus padres conozcan, tierno, y atento con las personas, el sueño de cualquier padre, y bueno, luego esta Archi que es como una combinación extraña de ambos, he escuchado a muchas chicas decir que tener una relación con él, es increíble, que las trata como si no existiera nadie más, pero no todos son de su gracia, no cualquiera puede ser su amigo, ese chico era como un reto que conllevaba posiblemente una gran victoria, pero que pereza me daba jugar.

O eso era lo que creía.

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