—Promete que lo harás —Dijo levantando el dedo meñique.
—Obvio —Conteste entrelazado nuestros dedos y justo cuando él iba a soltar su dedo yo lo apreté —Pero tú tienes que hacer algo a cambio.
Sonrió —Claro —Su mirada era retadora.
—Tienes que ir a ver a tu hermana —La voz me salió pasiva y tranquila, no quería ser entrometida en el tema, pero el merecía tener una relación sana con su hermana.
—Eso no depende de mí, Dani —Soltó nuestros dedos y su cara se tornó depresiva, era obvio que el tema le dolía.
Siempre he creído que la relación de hermanos es un vínculo único, irrepetible y especial. Y sé que muchas personas dicen que los amigos son como hermanos, no lo niego, la hermandad no depende de la sangre, pero tener una persona a tu lado en las buenas y en las malas, es algo que no siempre pasa, lo conoces como siempre fue, desde pequeño, comparten experiencias paralelas de un momento, conoces como es su corazón, como son sus miedos y aunque por lo mismo se tiende a pelear, debo admitir que las mejores batallas las tuve con mi hermano a mi lado, siempre vivimos a parte del tiempo.
Lo miré y sonreí —Claro que sí, no tienes nada que perder —Insistí
Se quedó callado por un buen rato, solo veía la autopista, estaba a punto de cambiar de tema, no quería que se sintiera incómodo cuando por fin hablo.
—Bien, bien, pero tú irás conmigo.
Seguía sin mirarme, solo sonreía de boca cerrada.
—Me parece justo.
El viaje siguió su curso, entre más preguntas, música y platicas banas sobre la vida.
Era un chico bastante agradable, aun no asimilaba lo que había pasado entre nosotros, pero él todo el tiempo se encargó de no darle peso al tema.
Me dejó en mi casa y se fue en taxi a la suya, no sin antes recordarme la promesa pendiente.
—¡Papá! —Grité al entrar a la casa, no recibí respuesta, por lo que me dispuse desempacar.
Mientras subía las escaleras escuche unas risitas provenientes del cuarto de mis padres, no quise tocar la puerta pues no habría porque hacerlo, grave error.
La escena era grotesca en sí, mi padre estaba con otra mujer.
—¡¿Qué haces?! y ¡¿Quién es ella?! —Pregunté señalando a la chica que estaba trenzada a su cintura.
—Danielle, salte ya de mi cuarto —Contestó él con fiereza.
No me inmute ni un segundo, al contrario, di un paso al frente.
—¿Tu cuarto?, este cuarto es de mi mamá, ¿Qué demonios pasa por tu cabeza? —Jamás le había hablado así a mi padre, me sentía mal de hacerlo, pero estaba muy enfadada.
—No lo voy a repetir 3 veces, ¡salte ya! —Gritó él.
Alguien tomo mi brazo y me jalo hacia atrás —Danielle, vamos —Dijo mi hermano Edan cerrando la puerta.
—Tú lo sabías ¿no?, porque no me dijiste nada —Conteste ofendida soltando mi brazo de su agarre.
—Tenías que verlo tú misma, ven vamos por un helado o algo— Respondió.
Salimos de la casa, nos subimos al auto, y fuimos a una cafetería, mi cabeza estaba tan confundida que 3 veces me equivoque de calle. Edan no decía nada. Cuando por fin llegamos, él se bajó y yo todavía me quedé un momento sentada en el piloto con las manos en el volante.
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Morena
RomanceDanielle Caballero es una chica de preparatoria que desarrolla una vida normal hasta que una bomba comienza problemas y chismes sobre ella, todo lo típico en adolescentes ¿No?