Siempre se escuchan historias del borracho de la esquina, ese al que tu madre no deja que te acerques, que te hace atravesar la calle si lo llegas a topar, aquel que vive en los suelos sucios de la ciudad, que no se baña, y que prefiere tomar que comer.
Los reputamos sin conocerlos, y no me malentiendan, no los justifico, pero tampoco los juzgo, creo que cada quien se hecha a perder a su manera. El alcohol solo es una opción más, aunque de lejos es la mejor, y es que el alcohol, simplemente es un anestésico cargado de emociones, que nos ayuda a sobrellevar todo lo que nos jode día con día, no hay más.
—Dani, despierta, Rulitos, ¿Estas bien? —Me dolía todo el cuerpo, la espalda me estaba matando, la cabeza me iba a explotar —Rulitos, despierta por favor —Suplicas retumbaban mis oídos, yo solo quería seguir durmiendo.
—¿Qué pasa? —Apenas salió un hilo de voz.
—¡Dios! ¿Estas bien? —Al abrir los ojos, vi a Dylan en cuclillas, cubriendo el sol, en realidad solo veía su silueta porque la luz me deslumbraba.
Afirme con un movimiento de cabeza, e intente moverme, pero todo el cuerpo me dolía, era como si me hubieran atropellado a algo muy similar, jamás me sentí tan mal.
—Ven, te llevaré a casa —Sentí como una de sus manos paso por debajo de mis muslos y otra por detrás de mi cintura.
—¿Qué haces aquí?, ¿Cómo sabías que estaba aquí? —Recargue mi cabeza en su hombro.
—Ya tendremos tiempo para hablar Rulitos —Su mirada estaba fija hacia enfrente, era como si le diera pena verme, probablemente estaba terrible.
—Gracias, por estar aquí —Susurre soltando un beso en su hombro.
—Sabes que siempre estaré para ti, Rulitos —Dijo él, dejándome sentada en el copiloto del auto dándome un beso en las manos.
...
Despertar en mi cama fue extraño, es esa sensación de cuando eras pequeño y te dormías en la sala o en el cuarto de tus padres y amanecías en tu recámara.
Estaba tan cansada que no note cuando llegamos a casa, un dolor me atormentada, iba desde mi espalda baja, hasta toda mi cabeza.
—¡Carajo! —Un pequeño gemido de dolor salió de mi boca, acompañado con una mueca, sólo intente sentarme y ese simple movimiento me estaba dando un calvario.
—¿Estas bien? —No había notado a Dylan, estaba sentado en un sillón, en la esquina de mi cuarto.
—Sí, aunque me duele todo —Sonreí apenada.
—Claro que te va a doler Rulitos, dormiste en la tierra mojada, con una dosis tremenda de tequila en tu organismo —Paso sus manos por su cabello lacio —¿En que estabas pensando?
Solo apreté los labios, no quería responder esa pregunta, el momento de ayer era mío, era íntimo y nadie debía saberlo.
Él no aparto la mirada de mí, de verdad esperaba una respuesta.
—¿Cómo sabías donde estaba? —Intente cambiar de tema.
—Mi tío es el velador del panteón, y cuando te vio te reconoció, me marcó por teléfono para que fuera por ti —Comenzó a tronarse los dedos.
Así como yo me mordía la piel de los dedos, él se los tronaba cuando algo no estaba bien.
—¿Tu tío? —Asintió, me tape la cara con las manos —Qué vergüenza
—No te alteres, no eres la primera —Sonrió burlón.
Se hizo un silencio, me mire y llevaba puesto mi mameluco de jirafa
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Morena
RomanceDanielle Caballero es una chica de preparatoria que desarrolla una vida normal hasta que una bomba comienza problemas y chismes sobre ella, todo lo típico en adolescentes ¿No?