Abrir los ojos y tener esa cara frente a mí, era increíble, como todo en él, era preciso, cada pedazo, cada centímetro de piel eran exactos, envidiaba su cutis, él estaba peleado con cualquier tipo de imperfección.
Como si mi mano se mandará sola, comencé a tocar las líneas de su frente, era demasiado joven para tenerlas, sin en cambio, estaban anunciando todas sus desgracias, bajé un poco hacia sus cejas pobladas peinándolas. Con delicadeza dibuje la abertura que separa sus párpados intentando contar sus pestañas. Jugué un poco con su nariz respingada, al llegar a sus mejillas trace círculos discretos con mi pulgar formando el trazo de su mandíbula, y como siempre deje lo mejor para el final, su boca, esos labios gruesos que alivian suspiros, jale con sutileza su labio inferior, haciendo que quedará entreabierta.
Unas inmensas ganas de besarlo me querían dominar, me acerqué y solté un pequeño beso, pero dentro de mí, sabía que esto no estaba bien, así que me alejé.
—Lo siento —Susurré y me volví a recostar en su torso.
A los pocos minutos comenzó a sonar una alarma y me senté en la cama.
—¡Buenos!... ¿Días? —Me miro Dante y luego miro a Archi, el cual seguía acostado aun lado de mí.
—Yo... No... Solo dormimos, hacía frío —Intente justificar.
—Está bien, yo me iré a duchar —Se levantó de la cama confuso y salió de la habitación.
Me tire de espaldas con fuerza a la cama, quedando recostada otra vez.
—Tranquila, él sabe que solo dormimos —Interrumpió Archi.
Sentí que el corazón se me salía del pecho, estaba despierto, que tal si ya estaba despierto cuando lo bese, o cuando lo acaricie, pensará que estoy loca u obsesionada.
»—¿Tienes clases temprano? —Cuestionó y lo mire de reojo. Tenía los ojos entreabiertos, era extraño, cuando se despertaba se veían más verdes que cafés.
—No —Me limite a responder.
—Te invito a desayunar.
Lo dude, pero no tenía nada que perder, y bueno, nos ayudaría hablar.
—Sí, pero tengo que ir a mi departamento, me necesito bañar.
Hoy sería el tercer día que no me bañaba, definitivamente lo requería.
—No, te tardaras mucho —Hizo un puchero.
—Me tengo que bañar.
Me intente levantar, pero no me lo permitió tomando mi mano.
—Es temprano, solo quedémonos un poco más, ¿Si?
Asentí como estúpida. Se volvió acurrucar y como si quisiera darme entender que estuvo despierto desde el principio, con su mano derecha comenzó a hacer exactamente el mismo recorrido que yo hice, con la diferencia que ahora nos estábamos viendo, cara a cara.
Desde la frente a las cejas, de las cejas a los ojos, de los ojos a la nariz, de la nariz a las mejillas, y cuando jalo ligeramente mi labio inferior hacia abajo creí que me besaría, pero no lo hizo, solo sonrió achinando los ojos, se acercó y soltó un beso en mi frente.
Estuvimos poco más de 15 minutos en esa posición, abrazados, sin decir nada, y aunque podría estar de lo más incómoda, la verdad es que me sentía tranquila con su presencia.
Existen personas que, con solo verlas un segundo, puedes darte cuenta que las demandas en tu vida, que la energía que transmiten es tan grande que cuando sonríen, pierdes el enfoque en otras cosas; te dan ganas de entender los secretos de esa mirada profunda, aunque sea solo un momento; que simplemente agradeces el coincidir en un mundo lleno de amantes perdidos.
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Morena
RomansDanielle Caballero es una chica de preparatoria que desarrolla una vida normal hasta que una bomba comienza problemas y chismes sobre ella, todo lo típico en adolescentes ¿No?